El huracán Fiona ha puesto en jaque esta semana a la República Dominicana, después de que, a finales de agosto, Pakistán tuviera que declarar parte del país “catástrofe climática” por unas inundaciones que han dejado más de 1.000 muertos. Los fenómenos naturales y climáticos se están agudizando, y con ello los riesgos que implican, también para las inversiones.
Existen dos categorías principales de riesgos climáticos: físicos y de transición. Los primeros están relacionados con los efectos negativos de los fenómenos meteorológicos extremos y las catástrofes naturales, mientras que los riesgos de transición están relacionados con las posibles pérdidas económicas derivadas de la transición a una economía baja en carbono.
Según explican Hervé Chatot y Gaël Binot, gestores de renta fija y especialistas en ESG de La Française AM, los riesgos físicos se refieren a las posibles pérdidas financieras y económicas ocasionadas por eventos relacionados con el cambio climático. Estos impactos son visibles a través del aumento de las temperaturas que exacerban los fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, tormentas, incendios forestales, sequías, temperaturas extremas). Las inundaciones y las tormentas son los tipos de catástrofes más comunes, ya que representan más del 70% de los sucesos.
“En los últimos veinte años se han registrado 7.348 catástrofes en todo el mundo que han afectado a más de 4.000 millones de personas y han generado unos 2,97 billones de dólares en pérdidas económicas en todo el mundo, según CRED Centro de Investigación sobre Epidemiología de las Catástrofes”, indican.
Además, los expertos destacan que el informe Coste humano de las catástrofes – Balance de los últimos 20 años 2000-2019 pone de manifiesto que aunque el número de catástrofes naturales y las pérdidas económicas registradas en los últimos veinte años han aumentado considerablemente en comparación con los veinte años anteriores, no todos los países están expuestos a las catástrofes naturales de la misma manera. En concreto, los países asiáticos (China, India, Filipinas, Indonesia) son los que han sufrido el mayor número de catástrofes naturales, seguidos de Estados Unidos.
“En los países de renta alta, las catástrofes afectan a una parte menor de la población, pero sufren pérdidas económicas significativamente mayores en términos de valor absoluto. En los países de renta baja, las catástrofes afectan a una mayor parte de la población. Las Américas representaron el 45% del total de las pérdidas económicas, seguidas de Asia y Europa con el 43% y el 9%, respectivamente. Estados Unidos, China y Japón registraron la mayoría de las pérdidas totales. Pero si comparamos las pérdidas económicas con el Producto Interior Bruto (PIB), los resultados son diferentes y reflejan la fuerte divergencia de impactos entre los países ricos y los pobres. Los países de renta baja registraron el mayor nivel de pérdidas económicas en relación con el PIB, mientras que los países de renta alta registraron el menor”, explican Chatot y Binot.
Respecto a los riesgos de transición, es decir aquellas pérdidas económicas asociadas a la transición hacia una economía baja en carbono, los expertos advierten que “se necesitan esfuerzos considerables para la transición hacia una economía verde y para alcanzar el objetivo de temperatura a largo plazo del Acuerdo de París”.
De nuevo, no se trata de algo homogéneo, ya que no todas las regiones y países están descarbonizando sus economías al mismo ritmo. De hecho, los países tienen diferentes políticas en vigor y diferentes combinaciones energéticas, aunque las intensidades de carbono están disminuyendo a diferentes ritmos en todo el mundo.
Implicaciones para los inversores
Estos dos gestores de renta fija y especialistas en ESG de La Française AM recuerdan que el cambio climático es una gran amenaza para las economías mundiales, ya que está acelerando la aparición de catástrofes. Y advierten que los inversores de bonos deberían tener en cuenta los riesgos climáticos en sus procesos de inversión y en sus decisiones de asignación de activos, dado su impacto en una variedad de factores económicos.
“El primero tiene que ver con la inflación, ya que la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono afectará a la combinación de energías, haciendo subir los precios. También el crecimiento: los costes de los daños a largo plazo de los fenómenos meteorológicos extremos y los costes económicos asociados a la transición ecológica deberían pesar sobre el crecimiento a corto plazo. Sin embargo, creemos que para los países que emprendan la transición energética a un ritmo acelerado, el balance de estos riesgos será positivo más allá de 2030”, explican.
A estos factores se añaden dos más: la política de inversión y mitigación, y el riesgo social. “La transición a una economía con bajas emisiones de carbono no es sólo un riesgo para los inversores, sino también una fuente de oportunidades. Se necesita una gran cantidad de inversiones en tecnologías verdes para financiar la transición climática. La inversión pública debe aumentar para reforzar la resistencia de las economías locales. Además, el cambio climático aumenta los riesgos asociados a la migración y los conflictos sociales en los países más pobres. En 2050, si no se toman medidas climáticas, podría haber hasta 143 millones de personas en las regiones en desarrollo que se convertirían en migrantes climáticos. El cambio climático podría empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza en los próximos quince años”, concluyen los expertos de La Française AM.