Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), sigue peleando para frenar la inflación. La piedra que empuja y empuja, como si fuera Sísifo, está formada por una amalgama de datos macro que le hacen avanzar y retroceder mientras recorre las empinadas laderas de las expectativas del mercado. Ahora, el dato de la inflación subyacente estadounidense publicado la semana pasada, que fue más alto de lo esperado, parece que le hace retroceder y abre el debate sobre cuándo y cuánto anunciará la primera bajada de tipos, lo que pone el foco en su reunión de esta semana. La inflación subyacente empuja la previsión de un primer recorte de tipos por parte de la Fed a más allá de verano del hemisferio norte.
De cara a la reunión que comienza mañana, Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, espera que Powell deje claro el jueves que la Fed no está en condiciones de recortar tipos pronto. No obstante, su estimación es que baje tipos este año, dos veces, empezando en septiembre. “Cuanto más tiempo mantenga la Fed su actual postura restrictiva, mayor será la probabilidad de que ejerza suficiente presión sobre la demanda agregada para producir la necesaria reducción de la inflación, especialmente si los mercados transmiten correctamente las señales de la Fed. Además, otra dosis de más alto durante más tiempo en Estados Unidos tiene serias consecuencias para el resto del mundo. En el caso de la eurozona, aunque el recorte de tipos en junio parece ya bastante consensuado en el Consejo de Gobierno, los halcones pueden señalar el riesgo de avivar la inflación importada en la zona euro a través de la depreciación de la moneda si el BCE se aparta demasiado de la Fed”, advierte Moëc.
Por su parte, Franck Dixmier, CIO global de Renta Fija de Allianz Global Investors, defiende que en esta reunión la Fed insistirá en que necesita más señales de relajación de la inflación para iniciar su ciclo de recorte de tipos y los responsables reafirmarán la necesidad de mantener una política restrictiva en esta próxima reunión del 30 de abril y el 1 de mayo.
«Esperamos que el presidente de la Fed, Jerome Powell, reitere la necesidad de mantener una política restrictiva en la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). En nuestra opinión, el mercado reaccionó con demasiada fuerza a la publicación de los últimos datos de inflación. No nos parece justificada la brusca reevaluación de los recortes de tipos. Dada la estabilidad de las expectativas de inflación a medio plazo, la Fed no se ve presionada por los mercados para subir los tipos. En nuestra opinión, el ciclo de bajada de tipos sólo se ha aplazado, pero no está en peligro. La ralentización de la economía debería contribuir a la normalización progresiva de la inflación, lo que permitiría a la Fed empezar a bajar los tipos en el segundo semestre del año. La reunión de junio, en la que se espera que la Fed anuncie sus perspectivas de crecimiento, inflación y puntos, debería ser una cita importante para los mercados», afirma Dixmier.
Y añade que, en su opinión, «la reacción exagerada de los mercados brinda la oportunidad de añadir exposición a la duración de la curva de rendimientos estadounidense y de construir una estrategia de pronunciamiento de la curva. En las actuales condiciones de mercado, consideramos atractivo el vencimiento estadounidense a 2 años».
Según indican los análisis de las gestoras internacionales, desde la estimación de seis o siete recortes de tipos al comienzo del año, ahora los mercados esperan solo uno o dos en 2024. “Dado que la inflación en 2024 será más difícil de lo que muchos imaginaban, el camino hacia la reducción de los tipos de interés podría no ser tan suave como espera el mercado. La Fed sigue manteniendo que depende de los datos, y éstos no apoyan actualmente un movimiento anticipado. Quieren evitar los errores de los años setenta y esto parece ser un factor en la pausa actual, en la que los tipos se mantienen en niveles más elevados. Por lo tanto, esperamos que la Fed siga actuando con cautela y, potencialmente, los recortes de tipos podrían retrasarse hasta 2025 y más allá”, señala Charlotte Daughtrey, especialista en inversión de renta variable de Federated Hermes.
Paul Diggle, economista Jefe de abrdn, se une a esta tesis y señala que la Fed aplicará dos recortes de tipos este año, en septiembre y diciembre, dado que es probable que el crecimiento y la inflación se moderen ligeramente en la segunda mitad del año. “La sorpresa al alza del IPC hace que la Fed aún no vea los progresos necesarios para empezar a recortar los tipos en verano. Creemos que la Fed esperará al menos hasta septiembre antes de recortar los tipos, y que volverá a recortarlos en diciembre. Sin embargo, los riesgos se decantan hacia una fecha de inicio aún más tardía en caso de que la inflación no se desacelere. A pesar de este giro de 180 grados, Powell ha sostenido que la política sigue siendo restrictiva, imponiendo un listón alto, pero no insuperable para un mayor endurecimiento. El riesgo geopolítico podría provocar un fuerte repunte del precio del petróleo, lo que podría llevar a no aplicar recortes o incluso a aplicar nuevas subidas”, apunta Diggle.
Con la vista tras el verano
Por ahora, este cambio en las expectativas del mercado no se ha visto contrarrestado por el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ya que tras el dato de inflación de marzo, ha admitido que «probablemente llevará más tiempo de lo esperado» hasta que el banco central tenga la confianza necesaria para empezar a relajar la política monetaria. ¿Podrían sentarse las bases de un recorte en Jackson Hole en agosto?
En opinión de George Brown, economista senior de Estados Unidos de Schroders, apunta que otro factor que podría retrasar cualquier recorte de tipos es una escalada significativa de la situación en Oriente Medio. “Nuestras últimas previsiones económicas incluían un escenario de riesgo en el que estallara un conflicto en la región que arrastrara a las naciones occidentales.
Este escenario interrumpiría los principales canales de transporte marítimo y el suministro de petróleo, lo que provocaría una subida de los precios mundiales de la energía y de los bienes. Dada la preocupación por la tensión de los mercados laborales y los efectos secundarios sobre los salarios, esto llevaría a los bancos centrales a retrasar el inicio de cualquier ciclo de flexibilización”, indica Brown.
Las perspectivas de Schroders sitúan el primer recorte en septiembre y su experto señala: “Powell podría sentar las bases de una política de flexibilización en su discurso de apertura del simposio económico de Jackson Hole en agosto. Un recorte de tipos en septiembre tendría además la ventaja añadida de ir acompañado de un gráfico de puntos actualizado, que el FOMC podría utilizar para comunicar sus expectativas sobre el calendario y el alcance de cualquier flexibilización”.
Para Erik Weisman, economista jefe y gestor de carteras de MFS Investment Management, la clave de la política de la Fed está en la sensibilidad a los tipos de interés. “A finales de 2018, la Fed subió los tipos a solo el 2,5%, lo que fue suficiente para frenar bruscamente la economía. En este ciclo de tipos, sin embargo, la Fed ha subido los tipos 500 puntos básicos, y aun así la economía sigue avanzando a buen ritmo. Esto podría deberse a se tres causas: a que la economía es ahora menos sensible a los tipos de interés porque las condiciones fundamentales han cambiado; a que la economía sigue siendo sensible a los tipos, pero los tipos reales efectivos no son tan altos y las condiciones financieras generales siguen siendo acomodaticias; o a que la economía es menos sensible a los tipos ahora, pero sólo debido al estímulo pandémico. La conclusión es que la Reserva Federal se encuentra en la poco envidiable posición de tener que resolver todo esto sin mucha orientación”, indica Weisman.
A este pregunta de por qué la los tipos altos no están actuando como freno de la economía, Jeffrey Cleveland, jefe economista Payden & Rygel, señala varios motivos: el tipo de los Fondos Federales puede no ser la métrica más significativa, porque pocas personas operan en este mercado; los diferenciales de crédito son estrechos, a pesar del «endurecimiento monetario»; el nivel de los tipos dice poco sobre el crédito y el riesgo; el «tipo neutral» puede ser históricamente más alto; los mercados se fijan más en el balance de la Fed que en el tipo de los Fed Funds; y unos tipos más altos significan mayores ingresos para los hogares y las empresas.
“No creemos que haya que fijarse únicamente en el nivel de los tipos de los Fed Funds para juzgar el carácter restrictivo de la política monetaria estadounidense. Los temores a un fallo en el sistema pueden ser exagerados: la economía estadounidense aún puede tener margen de maniobra, frenar la inflación aún es posible y los tipos no tienen por qué bajar necesariamente a corto plazo, es más, aún pueden tener que subir. Creemos que el escenario más probable es que la Reserva Federal mantenga su actual postura de esperar y ver durante la mayor parte del año, pero creemos que hay un 15% de probabilidades de que no se produzca un aterrizaje forzoso y de que los responsables políticos suban más los tipos. Si los datos macroeconómicos siguen mostrando resistencia, los inversores y los responsables políticos podrían empezar a cuestionarse expresamente si la política monetaria es suficientemente restrictiva”, concluye Cleveland.