En el contexto actual de alta volatilidad y de shock económico global ante el coronavirus, parece que la teoría económica tradicional tampoco funciona. La lógica nos diría que, ante las turbulencias del mercado, toca buscar refugio en activos como el dólar, el oro o los bonos, pero no. Los inversores y los gestores empiezan a considerar que el cash o la liquidez es la opción más apropiada.
En opinión de James Luke, co-gestor del fondo Schroder ISF Global Gold, hemos sido testigos de una carrera por la liquidez en todas las clases de activos. “El oro y las acciones de oro se han visto atrapados en esta tensión. Los precios del oro han caído, y están ahora planos desde el principio del año, mientras que las acciones de oro están por debajo de su precio al inicio del año”, apunta.
Según su valoración, hay una serie de razones que lo explican: la liquidación a corto plazo de las posiciones de futuros especulativos ha tenido un impacto. “Ha aumentado la cobertura (venta a plazo) por parte de los productores, en particular en los países en los que los precios del oro se encuentran a niveles máximos históricos en moneda local, como es el caso de Australia. Esto ocurre cuando un productor acuerda vender oro a un precio específico en el futuro”, matiza.
Desde Natixis IM advierte que la interpretación de los activos refugio tradicionales ha cambiado. Dave Lafferty, Chief Market Strategist de Natixis IM, directamente avisa de los riesgos de los tradicionales valores refugio: “Es una lección que debería haber sido aprendida de la crisis de 2008: confiar en que, en momentos de crisis, una clase concreta de activo vaya a tener el rendimiento que se espera de ella en relación a otros activos es confiar en algo demasiado incierto. La gente tiende a pensar en el oro y en los bonos del Tesoro de EE.UU. como valores seguros por su amplia liquidez. Pero cuando hay una fuerte caída del mercado y los inversores tienen que afrontar sus margin calls, lo que suele ocurrir es que lo que primero se vende es aquello que es considerado de forma generalizada como líquido y de alta liquidez. Los inversores deberían empezar a repensar qué significa realmente valor refugio. Ciertamente hay valores refugio, pero no tienden a comportarse como la gente espera”.
Hablando de activos tradicionales, las gestoras señalan que, por ejemplo, los únicos bonos gubernamentales que funcionaron como activo refugio fueron los alemanes y los de EE.UU., pero con un mercado dominado por la intervención de los bancos centrales y sus programas de compras ilimitadas, riesgo no retribuye. Si nos fijamos en otro activo, como el oro, vemos que éste cotizó en un rango entre 1.572 – 1.600 dólares por onza al inicio de abril, y otros como la divisa japonesa siguen desempeñándose bien, mientras que el dólar ha registrado cierta tendencia hacia la baja.
Frente a este escenario, Romain Boscher, CIO global del área de renta variable de Fidelity, lanza la siguiente reflexión: “La crisis afectará profundamente a la percepción de los inversores sobre la inversión, ya que ahora están convencidos de que no hay dónde refugiarse y la noción de inversiones sin riesgo o refugios ha perdido fuerza”.
Esta visión replantearse qué usar como refugio también la comparten desde WisdomTree. En opinión de Pierre Debru, director de análisis en WisdomTree, estamos en un momento en que es más fácil no perder capital que recuperarlo. “Los mercados nos han estado dando una demostración en tiempo real, de cómo los activos de carácter defensivo y asimétrico en las diferentes clases pueden ayudar a resguardar a las carteras de parte del dolor. Hemos visto, por ejemplo, que los bonos del Tesoro de EE.UU. de larga duración, tuvieron un fuerte rebote inicial, debido a las intervenciones inmediatas de la Reserva Federal. No obstante, pese a la reciente corrección de los rendimientos, los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años, acumulan en lo que va de 2020 una rentabilidad del 20,69%. En cambio, el oro, si bien al principio de toda esta historia obtuvo una muy buena rentabilidad, después se ha visto perjudicado por un drenaje de la liquidez; igualmente, acumula un 6,01% en lo que va del año. En términos generales, ambos activos han ayudado a amortiguar las muy bien preparadas carteras del desplome de los mercados bursátiles “, explica Debru.
Sin renunciar del todo al oro
El comportamiento que estamos viendo en el oro lleva a Luke a plantear qué está ocurriendo su precio. En este sentido explica que el oro también se ha comprado como instrumento de cobertura y eso ha afectado a su precio. “Es posible que la escala de las caídas del mercado bursátil haya forzado la venta de las posiciones de cobertura en un entorno en el que se reduce la liquidez. Curiosamente, los minoristas de oro están reportando ventas récord de todos los tiempos. Las acciones de oro también se han visto afectadas por las caídas del mercado de valores. En última instancia, los valores de oro siguen siendo clasificados como «commodities» y forman parte de amplios índices bursátiles. Esto significa que los eventos de liquidación desordenada (por ejemplo, la venta forzada) pueden empujar a estas acciones a la baja en el corto plazo”, explica.
En teoría, el entorno más volátil debería impulsar su precio. Antes de la actual crisis, Luke argumentaba que “estamos en las primeras etapas de una oleada estructural de inversiones en oro”, tanto por parte de inversores privados como por parte de los bancos centrales, impulsada por dos factores:
“En primer lugar, existe una alta probabilidad de que una deuda mundial muy elevada suprima el crecimiento global, haciendo imposible la normalización de la política monetaria y empujando a los responsables políticos hacia soluciones no convencionales. Esto hará que los tipos de interés reales sean más negativos y que se preste más atención a los riesgos de la deuda soberana, lo que debería ser muy positivo para los precios del oro El segundo factor vendría por un dólar históricamente sobrevalorado y una mayor atención en el futuro a los déficits y la sostenibilidad fiscal de Estados Unidos. Este enfoque podría ser mucho más agudo después de las elecciones de noviembre de 2020, independientemente de quién gane. Dependiendo de la rapidez con que evolucione el entorno macroeconómico, nos sorprendería que el oro no alcanzase nuevos máximos históricos de más de 2.000 dólares la onza en los próximos dos años”, explica.