El ecosistema de los criptoactivos sigue generando nuevas fórmulas para invertir, ahora también en el mundo del arte. Hace algunas semanas, Christie’s subastó de forma online su primera obra completamente digital, First 5000 Days de Beeple, por 69,3 millones de dólares. La obra consistía en un mosaico de 5.000 fotografías digitales creado por Mike Winkelmann, un artista conocido como Beeple.
Hasta el momento, la inversión en arte podía plantearse a través de tres vías (los fondos de inversión, la compra directa o crowdfunding), ahora la tecnología blockchain abra una nueva alternativa a través de los NFTs -non fungible token-, cuyo interés se ha incrementado así como su uso como vehículo de inversión. Tomando como ejemplo la subasta de First 5000 Days de Beeple, el comprador no podrá colgar en su salón un óleo o una escultura porque lo que ha adquirido es un NFT. “Dicho en otras palabras, el nuevo propietario ha comprado la propiedad sobre una imagen autentificada mediante la tecnología blockchain, que le permitirá venderla en el futuro -si lo considera interesante- pero, en ningún caso, impedirá que cualquier persona con acceso a internet o a un ordenador pueda disfrutar del contenido de la obra de una manera exactamente igual que él”, explica Joan Bonet Majó, director de estrategia de mercados de Banca March.
Un NFT es una tipología de token desarrollado a finales de 2017 bajo el estándar ERC-721 para la red de ethereum. “Su particularidad es que representa valores únicos y no fungibles a diferencia, por ejemplo, del bitcoin, cuyo estándar es fungible e intercambiable por otros”, explica Cristina Villasante, colaboradora del Máster en Propiedad Intelectual y Derecho Tecnológico de VIU y abogada IT de ECIJA.
Con este nombre se conoce a los objetos únicos y originales de los cuáles se puede tener la propiedad absoluta y son verificables, es un token criptográfico utilizado para determinar la propiedad digital. “Uno de los primeros usos cuando se desarrolló el estándar ERC-721 fue el juego de los cryptokitties, un juego basado en blockchain para coleccionar gatos virtuales y venderlos por criptomonedas. En todo caso, las aplicaciones de los NFTs son muy amplias ya que los mismos pueden representar todo tipo de activos físicos o digitales”, señala.
En opinión de Bonet, el comprador de esta obra, el conocido inversor en criptodivisas Vignesh Sundaresan, “no puede perseguir otro objetivo diferente al de ver la obra más cara en el futuro”. Lo que ha despertado el interés de algunos inversores por usar los NFTs como vehículo para especular. De hecho, la obra de Beeple no es la única que se ha vendido así: el famoso meme de Zoë Roth, la niña delante de la casa incendiada, se vendía por más de 400.000 euros. “Llevamos tiempo siguiendo el espacio de las NFT. En los últimos 12-18 meses se ha producido una aceleración de todo lo digital. En el mundo del arte, ha habido un giro hacia lo digital en casi todo, quizás, excepto en el arte. Ahora lo estamos consiguiendo también con el arte”, reconocía Charles Stewart, director general de Sotheby’s, que también se ha unido a la moda de los tokens no fungibles mediante una colaboración con el artista digital Pak.
Sin embargo, la seguridad de esta inversión es una cuestión que preocupa. En este sentido, la propia naturaleza de los NFTs y el funcionamiento del blockchain son una garantía de autenticidad, validez y exclusividad. Aun así, al igual que las criptodivisas, “tienen carácter volátil, aunque la propia tecnología permite estabilizar esa volatibilidad mediante el apalancamiento del token en otros activos”, afirma la experta.
Sobre la accesibilidad de los NFTs, Villasante destaca que “la emisión de este tipo de token requiere del desarrollo de un ecosistema basado en tecnología blockchain en el que los nodos lleven a cabo las transacciones. Existen empresas tecnológicas especializadas en ello, la mayoría de ellas de momento en países como Turquía o Malta. Los promotores que quieren lanzar este tipo de productos normalmente subcontratan a estas empresas para que se encarguen de todo el proceso. Una vez puesto en marcha el proyecto, usuarios y token holders pueden comprar y vender los token de forma sencilla. Si bien, como es lógico, es necesario tener un mínimo de habilidades informáticas”.
Los escépticos señalan que el ascenso de las NFTs ha coincidido con un enorme repunte de las criptomonedas generando una moda cuyos valores caerán con el tiempo. Otros, como ARK Invest, creen que las NFT “desbloquearán más valor para los creadores de contenidos que cualquier otra plataforma de la historia”.
El reto común: legislación
“Actualmente, los NFTs no están regulados como tal, si bien debemos tener en cuenta distintas implicaciones jurídicas en función del valor que representan. Así, pueden verse implicadas cuestiones en materia de propiedad intelectual, derechos de imagen, derecho inmobiliario, etc. Existe una propuesta de la Comisión Europea relativa a los mercados de criptoactivos que regula la emisión de aquellos que no tengan la naturaleza de instrumento financiero. Queda mucho recorrido hasta que se publique y entre en vigor, pero establece las normas para la emisión y prestación de servicios”, añade esta experta.
La sostenibilidad e impacto ambiental de estos criptoactivos también están en el centro de la conversación pues al estar diseñados en blockchain necesitan una gran capacidad computacional y un gasto de energía elevado. “No obstante, hay otros muchos protocolos que no requieren consumir tanta energía y en el futuro pueden desarrollarse otros NFTs en redes cuyos protocolos de consenso no impliquen el gasto de tanta energía”, señala Villasante.
Respecto al futuro, la experta vaticina que este tipo de inversiones puede tener recorrido fundamentalmente en el entorno de los videojuegos, el arte o el coleccionismo. “Nos encontramos en el pico más alto de la curva de Gartner, por lo que habrá que ver cómo evoluciona en los próximos años el interés de los usuarios, inversores y promotores en esta tecnología y esta forma de comercializar activos”, asegura.