Cada año, Fidelity International pregunta a sus analistas qué esperan de las empresas que cubren de cara a los siguientes doce meses y, sobre esta base, cómo están posicionando los equipos directivos sus negocios sobre cuestiones que pueden afectarles en la actualidad. En la edición de este año, entre las preguntas lanzadas a los analistas se encuentran la caída del optimismo al final del ciclo, la desaceleración de la economía China, el efecto de las políticas de Trump y las mejoras en materia de políticas medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo (ASG).
Con respecto a este último punto, nada menos que un 70% de los analistas declara que las empresas están poniendo un mayor énfasis en los factores ASG. Esto supone un incremento de 12 puntos porcentuales más que el año pasado. Esto no debería resultar sorprendente a la vista del papel cada vez más destacado de la inversión sostenible. A pesar de ello, un porcentaje considerable de los analistas de Fidelity (39%) afirma que solamente es así en una minoría de sus empresas, lo que sugiere que el concepto todavía no ha calado en todas partes.
Muy presente en Europa y cada vez más importante en China
Las empresas europeas son las que se toman los factores ASG más en serio; así, el 92% de los analistas de Fidelity observa que algunas o todas sus empresas están prestando más atención a dichos factores, frente al 67% del año pasado. El sentimiento parece haber desequilibrado favorablemente la balanza en EMEA/Latinoamérica, donde por primera vez una mayoría de analistas (67%) habla de un mayor énfasis en las cuestiones ASG entre las empresas que cubren, frente al 46% del año pasado.
No obstante, el cambio de actitud más notable se ha producido en China: el número de analistas que aprecia una mayor atención a los factores ASG en algunas o la mayoría de sus empresas chinas prácticamente se ha duplicado hasta el 63%, frente a tan solo el 33% el año pasado. Incluso en fechas bastante recientes, las consideraciones ambientales, sociales y de buen gobierno no eran prioritarias, si es que existían, en las agendas de los consejos de administración en gran parte del sector empresarial chino. Sin embargo, el creciente flujo de capitales extranjeros en dirección a los mercados de la China continental se ha visto acompañado de un mayor examen de las credenciales ASG de las empresas.
“Estamos teniendo muchas más conversaciones sobre aspectos ASG con los equipos directivos, ya que los clientes, sobre todo en Europa, demandan más información sobre cómo se gestionan estos negocios. Es evidente que para muchas empresas, especialmente las fundadas por emprendedores de primera generación, nunca antes se había planteado este tema”, apunta un analista del sector de consumo de China.
Eso ha llevado a las empresas a estudiar con más detenimiento dónde pueden mejorar y cómo pueden comunicar mejor las políticas y procedimientos con los que ya podrían contar a este respecto. “En algunos casos, las empresas presentaban bajas calificaciones ASG -a pesar de haber adoptado prácticas empresariales sostenibles- simplemente porque los equipos directivos no las habían comunicado, principalmente a los proveedores de información que confeccionan las listas de control de aspectos ASG”, añade este analista.
Las directrices de las autoridades también han ayudado. En su “guerra contra la contaminación” a escala nacional, el gobierno chino ha fomentado un mayor uso de las energías renovables y el gas natural en sustitución de la generación eléctrica a base de carbón, ha impuesto restricciones al uso de vehículos en las grandes ciudades, ha reducido el exceso de capacidad en la industria e incluso ha clausurado miles de fábricas altamente contaminantes.
Pocos cambios en Norteamérica
Entretanto, las consideraciones ASG no están consiguiendo cobrar mucha importancia entre las empresas norteamericanas, de acuerdo con los analistas de Fidelity. Solo el 57% de los encuestados puso de relieve un mayor énfasis en las consideraciones ASG entre algunas o todas sus empresas, porcentaje prácticamente similar al del año pasado. La administración actual no ha impulsado la agenda ASG, más bien al contrario en algunos casos, ya que ha relajado la normativa sobre emisiones en los sectores de energía y automoción, y ha abandonado el Acuerdo del Clima de París.
Preocuparse por uno mismo no basta
Los resultados de la encuesta revelan que en lo que respecta al medio ambiente y la sociedad, las normativas ambientales siguen dominando las reflexiones de los equipos directivos, especialmente en los sectores de servicios públicos, energía, materiales e industria. Sin embargo, la gestión de la cadena de suministro está suscitando cada vez más atención entre las empresas y ahora es la cuestión más relevante para las empresas de productos de consumo básico, según apuntan los analistas de Fidelity.
Los consumidores, especialmente en el mundo desarrollado, están más concienciados que nunca sobre la procedencia de los productos y servicios que compran y sobre si los empleados trabajan en condiciones higiénicas y seguras y reciben un salario digno, por ejemplo. Y estos consumidores están demandando a las empresas que sean más responsables, como señala uno de los especialistas en ASG de Fidelity.
“El Reino Unido aprobó el Acta sobre Esclavitud Moderna en 2015, en parte para garantizar la transparencia de las cadenas de suministro, mientras que Australia aprobó una ley similar a finales del año pasado. No obstante, las gestoras de activos tienen un papel importante que desempeñar a este respecto: dialogar activamente con las empresas en las que invierten e instigar cambios cuando sea necesario”, añade.
Las empresas y las marcas que no cuenten con una perspectiva o un control adecuados sobre la calidad y las prácticas empresariales de sus proveedores, e incluso de los proveedores de sus proveedores, pueden desencadenar una reacción pública muy negativa. Solo tienen que preguntar a las Spice Girls: este conjunto femenino de música pop tuvo que ver cómo protagonizaban portadas por las razones equivocadas después de conocerse que unas camisetas blancas con las que se habían fotografiado procedían de una fábrica de Bangladesh donde los empleados cobraban alrededor de 45 céntimos de dólar por hora.
Los artículos de gama alta tampoco se libran. “Especialmente las generaciones más jóvenes esperan que un producto sea impecable cuando pagan un importe elevado por él. Eso ha llevado a algunas marcas de prestigio, por ejemplo, a cambiar la forma en que obtienen la piel de cocodrilo o a dejar de usar este material totalmente. Burberry ha retirado todo el cuero de sus productos y ha dejado de quemar las existencias no deseadas, algo que hacía para proteger su marca y asegurarse de que estos productos no se vendían por debajo de los precios de mercado. En lugar de eso, ha prometido reutilizar, reparar, donar o reciclar las existencias”, apunta un analista de productos de lujo.
A medida que las marcas internacionales van aplicando criterios de selección más exigentes y redoblan las inspecciones de fábricas, los proveedores deben adaptarse o perder negocio. China lleva mucho tiempo siendo un eslabón clave en la cadena de suministro mundial. “Empresas de áreas tan variadas como la electrónica, los productos textiles, la moda y los juguetes han intensificado su labor durante los últimos años en respuesta a las presiones de los distribuidores finales y los reglamentos más estrictos del gobierno chino”, señala un analista del sector del consumo de China.
La gestión de cadenas de suministro es una cuestión de gran trascendencia también en los sectores de industria, tecnología y materiales. La extracción de oro y diamantes ha mejorado mucho durante la pasada década aproximadamente, pero en fechas más recientes la atención se ha dirigido hacia la extracción de cobalto, un ingrediente de las baterías que alimentan los smartphones, las tabletas, los ordenadores portátiles y los coches eléctricos.
Un analista del sector de materiales apunta que la escasez de cobalto y el aumento de la demanda han disparado los precios, lo que ha provocado la proliferación de “extractores artesanales”, que son negocios independientes que oficialmente no trabajan para una empresa minera. “Estas empresas extractoras suelen incumplir la normativa de seguridad y pueden emplear a niños, lo que plantea un problema para usuarios finales de perfil alto como Apple y Microsoft, que quieren mantener la integridad y seguridad de sus cadenas de suministro”.
Las empresas de servicios públicos están bien situadas para beneficiarse del cambio climático
Casi tres cuartas partes de los analistas del sector de los servicios públicos esperan que el cambio climático ejerza un efecto positivo sobre sus empresas durante los próximos diez años. Obviamente, las empresas de energías renovables están bien posicionadas de cara a la transición energética que ya está en marcha. “Actualmente, menos del 10% de la generación eléctrica mundial procede de fuentes eólicas y solares, lo que deja un enorme margen de crecimiento”, indica un analista del sector.
Desde una perspectiva indirecta, la generación eléctrica a partir de fuentes renovables requiere más inversiones en la red. En lugar de una única gran central eléctrica conectada a la red, se necesitan diferentes puntos para conectar plantas renovables generalmente más pequeñas y dispersas. La generación eléctrica a partir de fuentes renovables también puede ser más volátil y las redes deben estar equipadas para gestionar flujos bidireccionales. Entretanto, a medida que la transición energética fomenta la electrificación de otros sectores, sobre todo el transporte público, la demanda de electricidad aumentará de forma natural, lo que beneficiará de forma generalizada al sector de los servicios públicos.
Margen de mejora
En general, los analistas de Fidelity señalan que la presión de los inversores, los consumidores y los gobiernos ha ayudado a concienciar más sobre los aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno en las distintas regiones y sectores. Sin embargo, sigue habiendo una considerable minoría de rezagados: el 30% de los encuestados no aprecia un cambio significativo en los esfuerzos de sus empresas en materia de ASG. Parece que tener unas buenas credenciales ASG todavía no es una prioridad —ni siquiera una posibilidad— para todo el mundo.