Con un precio del petróleo iniciando una senda alcista y a la espera de la decisión final que tome la OPEP sobre su nivel de producción, el sector petrolero sigue caminando con pies de plomo hacia un futuro que amenaza con reducir su reinado. “El futuro del petróleo como rey único del transporte es inexistente”, asegura Daniel Lacalle, gestor del fondo Adriza International Opportunities y director de inversiones de Tressis Gestión.
En un encuentro con periodistas en Madrid, Lacalle ha asegurado que la evolución del precio del petróleo en los próximos meses dependerá de factores como la cotización del dólar y la subida de tipos de interés por parte de la Fed. En su opinión, no obstante, se moverá en una horquilla de entre 40 y 55 dólares/barril, “que es una horquilla en la que todos están cómodos”.
El oro negro sigue apostando su futuro, no obstante, a tecnologías disruptivas como el fracking que “tiene mayor durabilidad y flexibilidad que los pozos tradicionales”, afirma el gestor, pero observa errores en las proyecciones que pronostican justamente lo contrario. “El 90% de los costes del fracking se concentra en el primer tubo que se hace. A partir de ahí, toda la fracturación lateral se realiza a un coste ínfimo”, explica. Eso sí, considera que “el fracking no es la solución a largo plazo para el sector”.
En cuanto a las compañías, a su juicio “el problema no está en el precio del petróleo sino en su modelo de negocio” ya que “desde hace muchos años han sido capaces de generar una rentabilidad superior al coste de capital”. “Su capacidad de innovar, crecer y explorar se la han llevado por delante las compañías independientes”, añade.
El gestor, que reconoce que sólo tiene en cartera una compañía relacionada con este sector, se muestra especialmente crítico con su política de dividendos. “El dividendo en este sector siempre ha sido un mecanismo para evitar una mala asignación de capital. Esto cambió hace 10 años cuando se empezó a hacer dinero fácil gracias a los precios elevados del petróleo y se volvieron locos con los dividendos”. En este sentido, Lacalle cree que el sector funciona como una utility cuando son empresas cíclicas. “No hay peor asignación de capital que endeudarte para pagar dividendo porque, eso no mejora la rentabilidad para el accionista”.
Su estrategia pasa, por lo tanto, por “evitar, como si fueran un plaga, a las empresas estatales y europeas, que no tienen como objetivo la rentabilidad sino maximizar la cantidad de impuestos que recibe el Estado y mantener controlada la inflación”. En este contexto, “si lo que se busca es high yield la mejor opción está en el sector de infraestructuras petroleras”.
En relación a Repsol, Lacalle reconoce que “tiene grandes oportunidades” tras haberse desprendido de su participación en Gas Natural y a pesar de la adquisición de Talismán. La clave está en “repensar la compañía no como un campeón nacional sino con un objetivo de rentabilidad sobre capital empleado. Repsol puede doblar en bolsa reduciendo su tamaño empresarial. Si no hace nada, es probable que le rebajen el rating”, comenta en referencia a la reciente rebaja de recomendación de JP Morgan de neutral a infraponderar.