Este fin de semana electoral en Italia y su resultado, que se ha saldado con la victoria de Fratelli d’Italia (FdI), liderada por Giorgia Meloni, ha generado más inquietud, por ahora, en términos geopolíticos que financieros. Según los expertos, pese a estar hablando de que una coalición de ultraderecha (formada por el partido de Meloni, la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi), los mercados no han interpretado estas elecciones como un evento de alto riesgo, en parte, porque las encuestas ya precedían este desenlace.
En cambio, sí reconocen la fricción que un Gobierno de este tipo podría generar en la Unión Europea y en el proyecto comunitario, justo en un momento en el que necesita proyectar una imagen de unidad y fortaleza, evitando generar inestabilidad y volatilidad que acabe llegando a los mercados. “En este momento es difícil predecir qué riesgos traerá al país una coalición de este tipo, y depende de si Giorgia Meloni es capaz de formar una mayoría con dos o tres partidos. Últimamente, ha estado en desacuerdo con la Lega de Salvini, que está a favor de un mayor gasto deficitario para contrarrestar el creciente coste de vida. Sin embargo, Giorgia Meloni ha adoptado un tono más constructivo en relación con Europa y un enfoque más prudente respecto al gasto y las normas fiscales. Para las perspectivas económicas de Italia, sería más conveniente una mayoría sólo con Forza Italia”, apunta Mondher Bettaieb-Loriot, jefe de Bonos Corporativos de Vontobel.
En opinión de Annalisa Piazza, analista de renta fija deMFS Investment Management, aunque el choque con la Unión Europea no es inminente (Meloni ya suavizó su tono anti UE durante la campaña electoral), siguen viendo riesgos para la estabilidad fiscal a medio plazo. «Meloni tendrá que hacer algunas concesiones a sus aliados que prometieron recortes de impuestos (Lega) y aumentos de las pensiones (Forza Italia) y se enfrentará a una situación difícil, ya que la ralentización del crecimiento y la necesidad de proporcionar algún estímulo fiscal (según el manifiesto de la coalición) socavarán la reconversión de la deuda italiana. En nuestra opinión, el presupuesto plurianual de mañana ya mostrará una revisión al alza para el déficit de 2023, en el rango del 5%-6% frente al 3,9% estimado anteriormente», indica.
Con el resultado sobre la mesa, aunque para conocer el definitivo habrá que esperar hasta el martes o el miércoles, por ahora, los mercados están respondiendo bien a la idea de un gobierno de gran coalición. En opinión de Azad Zangana, economista senior y estratega para Europa de Schroders, los inversores han seguido de cerca los acontecimientos en Italia, ya que continúa preocupando la falta de disciplina fiscal del país y su elevado endeudamiento.
“A los inversores les preocupa que, si de las próximas elecciones sale una coalición populista, aumente el déficit público de forma insostenible. Muchos de los partidos populistas también son contrarios a la UE, lo que hace temer que los desacuerdos con otros Estados miembros puedan llevar a una reducción del apoyo fiscal y monetario a Italia, lo que ha sido crucial para mantener la estabilidad en los últimos años”, señalaba antes de los comicios el economista de Schroders.
Retos y promesas
Según el experto de Vontobel, la actual situación económica y de deuda del país supone un reto para el nuevo gobierno. “Sin embargo, independientemente del resultado, la nueva herramienta antifragmentación del BCE, diseñada para reducir los riesgos fiscales a medida que suben los tipos, parece estar limitando el riesgo soberano y creo que el riesgo de impago de los bonos soberanos en Italia o en cualquier país de la periferia es más bien bastante bajo”, matiza.
Por ejemplo, Bettaieb-Loriot considera que una de las tareas más urgentes de este nuevo Gobierno será completar un nuevo presupuesto para 2023. “El presupuesto de 2023 será presentado por Draghi sobre la base de un objetivo de déficit sin cambios para el próximo año. Los diversos paquetes de ayuda proporcionados este año se han pagado con impuestos adicionales a las empresas energéticas. Esto debería continuar y, por lo tanto, no anticiparíamos una mayor debilidad en los rendimientos del gobierno italiano”.
Los expertos de Scope Ratings, son más directos y reconocen que cualquier nuevo Gobierno en Italia tendrá poco margen para hacer retroceder las reformas o aplicar políticas económicas «poco ortodoxas» debido a las limitaciones políticas y del mercado. “Existe la preocupación de que un nuevo Gobierno pueda rehuir algunas de las reformas necesarias para garantizar que Italia obtenga acceso a unos 200.000 millones de euros (199.000 millones de dólares) de fondos de la UE de su Mecanismo de Recuperación y Resiliencia posterior a la crisis. Sin embargo, creemos que las limitaciones a las que se enfrenta cualquier Gobierno italiano una vez en el poder reducirán significativamente su margen de maniobra y, por lo tanto, determinarán en última instancia un estrecho conjunto de opciones de política económica”, afirman Alvise Lennkh-Yunus, director de análisis de Scope Ratings, y Giulia Branz, analista senior de Scope Ratings.
Ambos expertos recuerdan que el manifiesto de la alianza derechista prometía fuertes recortes fiscales, jubilaciones anticipadas y amnistías para resolver los litigios fiscales en curso, que parecen difíciles de aplicar en un país cuya deuda pública se sitúa en el 147% del PIB este año. “No es factible que una coalición de extrema derecha sea capaz de aplicar su programa político durante varios años. Por tanto, los riesgos de que Italia posponga o incluso revierta las reformas y la política fiscal prudente en los próximos 12 a 18 meses son gestionables”, matizan.
Claves para los inversores
Con estas premisas, tanto Lennkh-Yunus y Branz, estiman que Italia se mantendrá en su camino de reformas, lo que respaldará su rating actual en «BBB+» con perspectiva «estable». “En este escenario, es probable que la deuda pública italiana se mantenga en torno al 145%-150% del PIB durante los próximos años, lo que se traducirá en unas necesidades brutas de financiación de alrededor del 25%-30% del PIB. Con el rendimiento del BTP a 10 años ya en torno al 4%, esto implica un espacio fiscal muy limitado, si es que lo hay, para el próximo Gobierno de Italia, dadas las débiles perspectivas de crecimiento a medio plazo del país”, adelantan los expertos de Scope Rating.
Por su parte, Hannah Piper, gestora en Schroders, añade: “Aunque efectivamente estamos entrando en una fase recesiva para los próximos trimestres y la crisis energética pondrá a prueba una vez más a los ciudadanos y empresas italianas (Italia es el segundo mayor importador de gas ruso después de Alemania), cabe destacar que la economía del país está mejor posicionada que al principio del último periodo recesivo (2016-18). El impulso del PIB es más fuerte que el de Alemania o Francia gracias al buen trabajo del Gobierno de Draghi, a las favorables transferencias de fondos de la UE (PNR) y al mecanismo del BCE para mantener bajo control el coste de financiación de Italia”.
Una visión que también comparte Pietro Baffico, European economist de abrdn: «Si bien los partidos de la coalición han suavizado significativamente sus posturas euroescépticas en este tiempo, mucho dependerá de su plan para relajar la disciplina fiscal y revisar en parte la agenda de reformas ya acordada bajo el gobierno de Draghi. Su primera prueba será el presupuesto fiscal, que deberá aprobarse con un apretado calendario en otoño. La tensión entre el nuevo gobierno y las instituciones de la UE es, por tanto, un riesgo que podría poner en peligro el desembolso de los fondos de la UE, añadir riesgos a la baja para las perspectivas de Italia y limitar la capacidad del BCE para contener los diferenciales de la deuda soberana».
Según advierte Piper, el mercado de renta variable de Italia, junto con el de Alemania, suele ser el más cíclico y altamente sensible al punto de inflexión del PIB de la UE. “En caso de que el impulso económico de la región se agotara en cualquier momento de 2023, hay que tener en cuenta que la renta variable de Italia es la más barata, la que tiene menos accionistas y la más sensible a que la recesión toque fondo y a la mejora de las perspectivas económicas”, afirma.
Para completar este análisis, Ulrike Kastens, Economist Europe para DWS, suma una nueva reflexión: “El auge de FdI bajo el liderazgo de Giorgia Meloni sigue el mismo patrón que ya llevó al poder a otros partidos antisistema, como la Lega y el Movimento 5 Stelle (cuya influencia política se ha reducido notablemente). Y teniendo en cuenta que está en juego la financiación de los fondos Next Generation de la Unión Europea (UE), el nuevo gobierno tendrá importantes incentivos para adoptar una postura constructiva en sus negociaciones con el resto de los socios europeos, lo que podría resultar muy beneficioso para las perspectivas de crecimiento a medio plazo”.
En opinión de Kastens, lo relevante es que la sostenibilidad de la deuda de Italia es que el crecimiento nominal del PIB supere el pago de los intereses nominales sobre la deuda gubernamental. “Creemos que la clave puede estar en si el nuevo gobierno contará con las habilidades administrativas para implementar rápidamente las reformas necesarias que le permitan garantizar la financiación de la UE. Por otra parte, no nos sorprendería que el nuevo gobierno ponga en práctica de forma inmediata algunos de los planes del gobierno saliente y se atribuya el mérito de cualquier avance logrado”, concluye.