Desde los años 70, tres fuerzas han conducido la transformación estructural de la economía: la globalización, la automatización en las fábricas y la mayor velocidad de las comunicaciones, incluyendo Internet. Algunos expertos sugieren que estamos en los umbrales de la edad de la información; un periodo de transición entre una sociedad industrializada y otra basada en el acceso y control de la información.
“La sociedad se esfuerza por ajustarse a estas nuevas condiciones y los sentimientos de incertidumbre y miedo plantean un desafío a la economía global. La decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea, por ejemplo, ha supuesto en gran medida un voto contra la globalización, escenificando el aumento del nacionalismo y el populismo en determinados segmentos de la sociedad que se han quedado atrás en esta transición económica”, explica el equipo gestor del First Eagle Amundi International Fund.
Además de las preocupaciones geopolíticas como el Brexit, los elevados niveles de deuda soberana también presentan riesgos para los mercados financieros. A raíz de la crisis financiera global, los bancos centrales de todo el mundo han introducido políticas experimentales, como el quantitative easing y tipos de interés cero, diseñadas para reforzar las economías nacionales. Consideradas en su día temporales, estas políticas parecen hoy permanentes en el paisaje económico, sin estar claro cómo se pondrá fin a este ciclo de luchar contra la deuda con más deuda y constituyendo otro gran reto hoy para los inversores.
Minimizando el riesgo macroeconómico
Sabiendo que no se puede predecir de forma fiable el curso de los acontecimientos, el equipo de inversión del First Eagle Amundi International Fund asume una filosofía “value” o valor que busca prosperar en cualquier tipo de entorno macroeconómico. Para minimizar el riesgo de pérdida de capital, el fondo invierte en valores cuando pueden adquirirse a precios atractivos. Esto supone identificar activos poco populares que cotizan con descuentos significativos respecto al valor intrínseco estimado por el equipo. Comprar buenas acciones a precios baratos proporciona un “margen de seguridad” en momentos difíciles.
El equipo cree que las compañías con activos limitados o escasos tienden a resultar resistentes en entornos económicos difíciles. “En un mundo de débil crecimiento económico, baja inflación y políticas monetarias agresivas, aquellos activos difíciles de reproducir pueden permitir a una compañía continuar generando beneficios”, afirma convencido Jan Vormoor, consultor de First Eagle Investment Managers.
Algunos activos escasos son intangibles, como la capacidad de producir a gran escala, la experiencia en un campo concreto, una franquicia de éxito, o un modelo de negocio que asegura al cliente a largo plazo. Otros son tangibles, como los metales preciosos, bosques madereros, petróleo, canteras e inmuebles urbanos exclusivos.
Generando beneficios a largo plazo
Un ejemplo de modelo de negocio de cliente cautivo, recuerda el equipo de First Eagle, es Oracle; multinacional estadounidense de tecnología informática que suministra software de planificación de recursos empresariales. Cerca del 80% de sus ingresos derivan del mantenimiento de sistemas ya vendidos. El mantenimiento proporciona unos ingresos previsibles, asegurando al mismo tiempo que los clientes permanecen atados al software de Oracle.
Compañías forestales, como Weyerhaeuser, controlan también activos escasos. El crecimiento de la población, especialmente en ciudades, implica el incremento de demanda de productos relacionados con esta industria, mientras que los terrenos disponibles para la plantación de árboles se reduce. Además, los monopolios locales y regionales que surgen por los costes de transporte ofrecen a estas compañías márgenes potenciales por encima de la media.
El enfoque de First Eagle refleja su análisis de la economía mundial y su proceso de inversión fundamental bottom up. El objetivo principal es seleccionar acciones de compañías resistentes que ayuden a minimizar el riesgo de pérdida de capital y preservar el poder adquisitivo del capital a largo plazo.
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