El precio del oro vuelve a tocar máximos. A mitad de semana, el activo refugio por excelencia alcanzaba los 2.753 dólares la onza, lo que supone que a lo largo del año lleva una revalorización del 33%. Según los expertos, la tensión geopolítica que genera la situación de Oriente Próximo es el factor que explica este repunte.
A principios de semana, Ned Naylor-Leyland, gestor de inversiones en oro de Jupiter AM, señalaba que el reciente aumento del precio del oro se había debido fundamentalmente a los contratos de futuros, más que a la demanda física o las compras de los bancos centrales. “Es una distinción crucial, ya que pone de relieve la naturaleza del mercado del oro y cómo el precio del metal amarillo en dólares no se mueve por tendencias físicas, sino por la actividad del mercado de futuros”.
Además, recuerda que el oro ha ido acaparando más protagonismo conforme los bancos centrales buscan un amortiguador frente a los riesgos que para la estabilidad financiera entraña el aumento de las tensiones geopolíticas, así como acontecimientos como la crisis financiera mundial y la pandemia de coronavirus. “Alrededor de una quinta parte de las reservas de oro en superficie están en manos de los bancos centrales”, puntualiza Naylor-Leyland.
En cambio, en opinión de Carsten Menke, Head Next Generation Research de Julius Baer, este impulso de su precio tiene más que ver con un sentimiento de mercado que sus fundamentales. “El impresionante repunte del oro continúa, con los precios superando los 2.700 dólares por onza la semana pasada. Al buscar los factores que están alimentando este rally, parece que se trata principalmente de impulso y estado de ánimo del mercado. La posición de los operadores especulativos a corto plazo y los seguidores de tendencias en el mercado de futuros recientemente alcanzó uno de los niveles más altos registrados. Típicamente, tal euforia extrema es una señal de advertencia, ya que muestra cierto desapego de los precios respecto a los factores fundamentales”, argumenta Menke.
Según explica, el dólar estadounidense y los rendimientos de los bonos de EE.UU. han vuelto a subir, ya que las expectativas de reducción de las tasas de interés se han moderado. Como resultado, apunta que los ya moderados flujos hacia productos respaldados físicamente por oro han disminuido aún más. “La compra de oro en Asia sigue siendo débil, como lo indican las importaciones chinas, las entregas físicas y las primas de precios nacionales. Las importaciones de oro de la India también se han normalizado, tras volúmenes elevados en respuesta a una sorpresiva reducción de aranceles de importación”, añade el experto de Julius Baer.
Perspectivas a corto plazo
Pese a este debate sobre qué motores están detrás del crecimiento del precio del oro, hay consenso sobre las perspectivas positivas que tiene a corto plazo. Marcus Garvey, responsable de estrategia de materias primas de Macquarie, coincide en que continúa el rally “prácticamente constante” del oro, que vuelve a mostrar un comportamiento superior al de otros activos. “Aunque los recientes avances no han sido explosivos, su ascenso está siendo más rápido que el que estimábamos en nuestro escenario base de septiembre, cuando actualizamos las previsiones, y en el que se proyectaba un precio de 2.600 dólares por onza de media en el primer trimestre de 2025, con potencial para avanzar hacia el nivel de los 3.000 dólares por onza”, indica.
Desde Macquarie mantienen la opinión de que las complicadas perspectivas presupuestarias en todos los mercados desarrollados son, ahora, una característica clave del mercado alcista.
“Evidentemente, las próximas elecciones en Estados Unidos contribuyen a la incertidumbre en este plano. Siguen sin estar claros ni el alcance ni la posible eficacia de las medidas de estímulo de las autoridades chinas, pero si consiguen impulsar significativamente al mercado nacional de renta variable o al inmobiliario, o a ambos, podrían lastrar la demanda china de oro”, argumenta Garvey.
“Seguimos viendo un panorama fundamental sólido para el oro”, afirma Menke y explica: “Un mayor enfriamiento de la economía estadounidense y la perspectiva de tasas de interés más bajas en EE.UU. podrían atraer a más inversores occidentales al mercado. Lo mismo se aplica a las elecciones presidenciales de EE.UU., que supuestamente están fomentando compras de oro no observadas por grandes inversores que creen que, independientemente de quién llegue a la Casa Blanca, el dólar estadounidense estará bajo presión debido al aumento de los déficits fiscales”.
Por último, desde Julius Baer añaden que los inversores chinos y el Banco Popular de China también deberían regresar al mercado del oro. “Para los primeros, se trata de la debilidad persistente de la economía a pesar de las recientes medidas de apoyo. Para el segundo, se trata de la baja proporción de oro en sus reservas de divisas y las continuas tensiones geopolíticas, especialmente en relación con EE.UU. En este contexto, es probable que los retrocesos a corto plazo se traten como oportunidades de compra”, concluye Menke.