Después de acoger la elección de Donald Trump a comienzos de noviembre, los mercados comienzan a tomarse más en serio los riesgos que llevan aparejados algunas de sus decisiones como, por ejemplo, la incorporación de Elon Musk a su Administración. De hecho, el índice S&P 500 de la bolsa estadounidense pierde más de un 3% (a fecha 2 de enero de 2025) desde el 16 de diciembre. Por su parte, la acción de Tesla se deja un 18 % después de dispararse más del 80 % entre la elección presidencial y el 16 de diciembre. Estas dos cifras son un ejemplo de la advertencia que lanzan los expertos: con Trump aumentará la volatilidad.
Además, a medida que se acerca su investidura como presidente de EE.UU., Donald Trump ya ha empezado a avivar las tensiones con mensajes amenazantes. “El lunes, tras una información aparecida en la prensa, negó enérgicamente la posibilidad de suavizar sus políticas proteccionistas. Ayer arremetió contra Canadá, México y Panamá, a los que amenazó con imponer aranceles, sugiriendo incluso que estos países deberían formar parte de EE.UU. También propuso que el Golfo de México pasara a llamarse Golfo de América. “Como ocurrió durante su primer mandato, debemos estar de nuevo preparados para comentarios a veces muy desestabilizadores”, recuerda Sebastian Paris Horvitz, director de análisis de LBP AM (accionista mayoritario de LFDE).
Los expertos coinciden en que los mercados no serán inmunes a estos comentarios, que generan volatilidad. Por ejemplo, los expertos de la agencia de valores Portocolom apuntan que la incertidumbre sobre el impacto de una nueva administración Trump plantea interrogantes en áreas como regulación climática y cohesión social. “Durante su anterior mandato, se observaron retrocesos significativos en regulaciones climáticas, como la salida del Acuerdo de París, y una menor cohesión social debido a políticas polarizadoras. Estos antecedentes generan preocupación sobre cómo podría influir nuevamente en estas áreas. Es probable que su influencia sea significativa, pero todavía está por definirse”, afirman.
Por su parte, Gilles Möec, economista jefe en AXA IM, advierte de que el mercado debería prepararse para una volatilidad significativa en el frente fiscal en 2025, con mucho juego político y poca claridad. En su opinión, la «tasa de transformación» de la plataforma electoral de Donald Trump en legislación real es probablemente el tema más crucial para las perspectivas macroeconómicas y financieras globales en 2025. Explica que parece haber una fuerte creencia entre los inversores de que la nueva administración de EE.UU. seguirá un enfoque de «corrección de errores» con el mercado como «Juez de Paz«.
«La idea es que Donald Trump observa rutinariamente el desempeño de los índices bursátiles de EE.UU. como la mejor evaluación en tiempo real de sus decisiones. Cualquier deterioro significativo en los mercados de valores de EE.UU. en reacción a la implementación de algunas de sus ideas más adversas para los negocios –por ejemplo, deportaciones masivas de inmigrantes ilegales o aranceles paralizantes– rápidamente llevaría a una ‘recalibración’ de las políticas. Esto sería consistente con una baja ‘tasa de transformación'», apunta Möec.
Política monetaria
En opinión de Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE), se nota cierta desconfianza respecto a la Administración Trump y no solo a raíz de la polémica figura de Musk, sino también por una política monetaria menos expansiva y por las tensiones internas dentro del “trumpismo”.
Para Bienvenu, el desencanto no proviene únicamente de los temores vinculados a la política económica del futuro presidente; también se origina en la postura menos expansiva adoptada por el banco central estadounidense. “Basta recordar que la Fed recortó su tipo de referencia 25 puntos básicos al término de su reunión del 18 de diciembre, pero acompañó este gesto con un mensaje prudente en relación con las próximas rebajas de tipos, que ahora no ascenderían más que a dos hasta finales de 2025, de acuerdo con las proyecciones del consejo de gobierno. Lejos de aportar al tipo de referencia una perspectiva de normalización rápida hacia su objetivo a largo plazo, la Fed ve cómo aquel se sitúa en torno al 3,9% a finales de 2025, debido en parte a que la inflación prevista en 2025 es superior a la que se preveía durante la reunión de septiembre. La reacción de los mercados solo podía ser negativa”, explica el gestor de LFDE.
En su opinión cabe preguntarse por qué esta proyección de inflación es más elevada, si en verdad los últimos datos de inflación no apuntan de forma manifiesta a una inflación especialmente perjudicial en 2025, sino que existen varios factores que deberían contribuir a contenerla, sobre todo la moderación de los precios inmobiliarios, la progresiva relajación del mercado laboral o la moderación actual —que se prevé duradera— del precio del petróleo.
Por lo tanto, sostiene que hay motivos para suponer que esta revisión desfavorable de las previsiones de inflación proviene, al menos en parte, de hipótesis relativas a la política económica futura del próximo presidente. “Lo cierto es que el presidente de la Fed, Jerome Powell, rehúye las especulaciones en torno a esta cuestión, pero el mero hecho de que exista en el programa del presidente un riesgo alcista para la inflación se deja sentir inevitablemente en las previsiones de política monetaria. De este modo, una de las consecuencias inquietantes del programa de Trump puede preocupar al mercado”, afirma Bienvenu.
En opinión de Eoin Walsh, socio de gestión de carteras de TwentyFour AM (boutique de Vontobel), con la nueva administración Trump empezando a tomar forma, tratar de distinguir la retórica o las tácticas de negociación de la política real es difícil, pero considera que hay numerosas medidas propuestas que podrían tener un gran impacto en el próximo año.
“Los recortes de impuestos, los frenos a la inmigración y la desregulación están en la agenda junto con los aranceles, y todos tendrán implicaciones nacionales y mundiales. Dado el abanico de incógnitas, la senda de los tipos básicos generó mucho debate entre el equipo, pero hubo consenso en que los tipos podrían reducirse hasta el 3,75-4,0% a lo largo de 2025”, señala Walsh.
El experto de TwentyFour espera que, a medida que se aclaren las políticas de Trump y se disponga de nuevos datos sobre la senda de la inflación y el desempleo, los mercados empiecen a valorar los tipos básicos terminales para el ciclo. “En nuestra opinión, contribuirá a normalizar la curva y a que los rendimientos de los bonos del tesoro a 10 años vuelvan a situarse por encima de los tipos básicos. Por lo tanto, no esperamos un repunte sostenido de los treasuries en 2025. En última instancia, creemos que los rendimientos variarán poco a lo largo del año, pero esperamos más volatilidad y, dado el rango de negociación que hemos visto en 2024, no serían sorprendentes mínimos por debajo del 4% y máximos hacia el 5%”, concluye Walsh.
El ‘trumpismo’
El gestor añade que otros aspectos sombríos del poder trumpista han podido tener algo que ver en este desencanto de los mercados. “Es el caso, sobre todo, de las profundas disensiones, ya exteriorizadas, que están haciendo mella en el bando del presidente y que auguran una gran inestabilidad en las políticas futuras. El primer episodio de la gran tensión que anida en el bando republicano lo vivimos el 19 de diciembre, cuando la Cámara de Representantes de mayoría republicana rechazó un proyecto de presupuestos presentado por Trump que fue teledirigido explícitamente por Musk. Este rechazo dejó al país al borde del cierre de la administración federal. Se aprobó in extremis una versión modificada, a costa de realizar concesiones importantes en los aspectos más «muskianos» de los presupuestos, pero este hecho no cerró la brecha en el partido, que se manifestó posteriormente en la cuestión de la inmigración. Algunas figuras trumpistas reclamaron que se prohibiera el acceso a los visados de tipo H-1B, que se conceden para facilitar la inmigración de extranjeros que poseen competencias profesionales poco frecuentes. Esta iniciativa desató la ira de Elon Musk, que declaró estar dispuesto a luchar a brazo partido para blindar su utilización, vital para la economía de la innovación, mientras que Steve Bannon, un trumpista histórico recién salido de prisión, invitó a Elon Musk ‘a sentarse al fondo de la clase’ el tiempo necesario para entender correctamente el trumpismo”, explica Bienvenu.
Según el gestor, estas profundas disensiones podrían perdurar mientras Trump intenta conjugar los intereses de los milmillonarios de Silicon Valley y los rednecks del Medio Oeste. “La votación de medidas cruciales, en especial los presupuestos, podría enfrentarse a impases, lo que el mercado no dejará de castigar. Conviene no perder de vista los choques parlamentarios a bordo del Tesla trumpista”, concluye.