La globalización es una megatendencia que estuvo en apogeo durante décadas. China fue el principal país beneficiado al ofrecer menores costos laborales, y en poco tiempo se convirtió en el hub1 mundial de manufactura. Hoy esta tendencia se está revirtiendo.
Las disrupciones en las cadenas de suministro que observamos durante la pandemia detonaron la necesidad –tanto de empresas como de naciones– de repensar la configuración de sus cadenas productivas globales. El mundo dependía de China, y cuando más lo necesitaba, se dio cuenta de que no tenía control ni seguridad sobre el abasto de materias primas e insumos clave.
Esta necesidad de buscar la autonomía productiva se volvió aún más evidente cuando estalló la guerra de Rusia-Ucrania, dada la importancia de ambos países en la producción y exportación de materias primas clave como petróleo, gas natural, granos y fertilizantes. Europa y Estados Unidos boicotearon a Rusia por sus actos bélicos, pero a cambio se quedaron sin petróleo ni gas natural ruso. Meses después, la conciencia sobre la vulnerabilidad en las cadenas de suministro se acentuó cuando resurgieron conflictos en Oriente Medio que provocaron disrupciones en las rutas comerciales.
El nearshoring2 surge como la solución estratégica para reducir la dependencia de China y diversificar la base productiva, buscando autosuficiencia en las cadenas de suministro. El costo laboral ya no es el principal factor de decisión para instalar capacidad productiva en el extranjero; hoy la seguridad del acceso a los insumos clave y la autonomía son los factores más importantes.
El costo laboral ya no es el principal factor de decisión para instalar capacidad productiva en el extranjero; hoy la seguridad del acceso a los insumos clave y la autonomía son los factores más importantes
Por su parte, Estados Unidos y China han dado pocas señales tangibles de resolver sus diferencias comerciales, y, en realidad, ambas potencias luchan por la hegemonía económica mundial. Por ende, el mundo se dividió en dos grandes bloques comerciales: China y sus aliados, como Rusia e India, y Estados Unidos con sus vecinos de Norteamérica.
La evidencia es contundente: México hoy es líder en cuota de importaciones de Estados Unidos con el 15,9% del total, mientras que China perdió el liderato en 2023 y ha caído del 21,2% en 2018 al 12,7% en 2024. Gracias al nearshoring, México mantiene una amplia ventaja que parece difícil de revertir en el mediano-largo plazo.
Además de su envidiable ubicación colindante con Estados Unidos, México es un destino natural de la manufactura norteamericana porque ofrece múltiples cualidades, tales como: costos laborales competitivos, menores tiempos y costos de distribución, huso horario similar y un tratado de libre comercio vigente.
El nearshoring es una megatendencia apartidista que llegó para quedarse; hoy sólo vemos la punta del iceberg. El nearshoring puede llegar a desarrollarse en 3 etapas: 1) expansión en la capacidad instalada de manufactura, incrementando la demanda por naves industriales, construcción y servicios de transporte; 2) incremento en actividad industrial que permea en la economía regional (por ejemplo, estados fronterizos) y se crean empleos que fortalecen el consumo y los servicios; 3) incremento en inversión y actividad regional que gradualmente permea en la economía nacional (generación de empleo, disponibilidad de crédito y mayor consumo), mostrando un beneficio tangible en el PIB de México, estimulando demanda por infraestructura, educación y salud; surgen nuevos subsectores como semiconductores y los mercados de capitales muestran mayor dinamismo.
México es un destino natural de la manufactura norteamericana por sus costos laborales competitivos, menores tiempos y costos de distribución, huso horario similar y un tratado de libre comercio vigente
Por su parte, el reshoring3 – la relocalización de cadenas productivas hacia territorio nacional – es una realidad en Estados Unidos. Según el Reshoring Initiative*, desde la pandemia los empleos relacionados al reshoring han crecido de manera sustancial; adicionalmente, el gasto en construcción de manufactura también se ha acelerado en los últimos años —mostrando notables incrementos anuales del 52% en 2022 y 55% en 2023. Serán beneficiados sectores como Industriales y Materiales, junto con toda la infraestructura necesaria para apoyar el ecosistema manufacturero –energía tradicional y renovable, generación de electricidad, tratamiento de aguas, gases industriales, transporte y logística-.
En paralelo, la tecnología será clave para lograr el reshoring, primero por la gran importancia hegemónica de desarrollar una industria nacional capaz de producir los chips más avanzados del mundo, y segundo para habilitar la automatización y robotización de procesos productivos para compensar los mayores costos laborales de Estados Unidos. A esta visión de recuperar la hegemonía mundial en la manufactura se le ha denominado como el “Renacimiento manufacturero de Estados Unidos”. Por último, el reshoring contará con el apoyo político y económico del gobierno de EUA, ya que este último ha publicado leyes** para desarrollar infraestructura, mitigar riesgos inflacionarios e incentivar la producción de chips. La mayor parte de estos programas y estímulos deberán mostrar continuidad sin importar el partido político reinante.
En Santander Asset Management (a nivel global) y en SAM Asset Management (México) estamos convencidos de que esta megatendencia llegó para quedarse. Por ello, estamos trabajando para diseñar estrategias de inversión activas, innovadoras y diferenciadas para capturar las oportunidades que ofrecen el nearshoring y el reshoring en todas sus fases.