China está a punto de conseguir uno de sus mayores logros económicos en el escenario internacional. La decisión del FMI de incluir el renminbi en la cesta de divisas de referencia coloca al gigante asiático al nivel de economías como la de Estados Unidos, Reino Unido, Europa o Japón. Pero no será hasta octubre de 2016 cuando la medida entre vigor y la segunda economía del mundo vea cumplida una de sus más viejas aspiraciones.
Aunque varios analistas estiman que con la medida, el organismo que preside Christine Lagarde quiere presionar a las autoridades chinas para que lleve a cabo reformas económicas y ganen en transparencia, lo cierto es que los mercados llevan desde el lunes tratando de descifrar las consecuencias de este movimiento con los nervios de punta ante otra posible devaluación del yuan.
No será tal. En una rueda de prensa celebrada ayer, el vicegobernador del Banco Popular de China, Yi Gang, despejó las dudas con contundencia: «Si el temor es que el renminbi se deprecie con fuerza tras su inclusión en los SDR, no hay necesidad de ello. No hay base para una continuada depreciación del yuan y China es capaz de mantener la moneda básicamente estable y en un nivel razonable», sentenció en referencia al férreo control que mantiene Pekín sobre su divisa.
“La decisión del FMI de incluir el renminbi entre las divisas con derechos especiales de giro es un gran impulso para la moneda china en aras de convertirse en una de las principales divisas de reserva del mundo. También acelera la apertura de la cuenta de capital de la segunda economía del mundo y señala una significativa oportunidad de mercado para los activos denominados en renminbi en los próximos años”, explica Chia Woon Khien, senior portfolio manager de renta fija en Nikko AM.
Es previsible que los bancos centrales utilicen, de cara al futuro, cada vez más la divisa china, mientras que los inversores globales asignarán cada vez más a activos denominados en renminbi. La implicación a más largo plazo es el enorme recorrido de apreciación que tiene la divisa china, prosigue Woon.
En una línea similar opina Fidelity: la inclusión es un win-win tanto para el FMI como para China. “Las implicaciones directas a corto plazo serán limitadas, al menos para los mercados de renta variable. Los bancos centrales y los fondos soberanos ya han comenzado a aumentar el interés por los activos denominados en yuanes, asi que es probable que a medio plazo se generalice el uso de la divisa china en los mercados financieros”, estima la gestora internacional.
Será positivo para aquellos, incluyendo a China, que están preocupados por las reservas y los flujos de salida. Una vez que un país puede imprimir una moneda que es aceptada internacionalmente como depósito de valor, sus tenencias en monedas de reserva de otros países caerá, explican desde Fidelity.
Desde el punto de vista de la renta variable, este paso hacia la internacionalización del renminbi puede aumentar la confianza de los inversores hacia las bolsas chinas. Pero lo que es realmente importante para Mike Shiao, CIO de la región de Gran China en Invesco, es que este paso podría reforzar las aspiraciones del gigante asiático de mejorar su sistema financiero para alinearlo estrechamente con el de los demás países que forman parte de la cesta de divisas del FMI.
“Creemos que la suma de los tres grupos de inversores más importantes- FMI, Inversores institucionales y del sector privado- supondrá una entrada de capital de 600.000 millones de dólares en activos denominados en yuanes en los próximos cinco años”, estiman los expertos de Axa IM.