La crisis del COVID-19 ha supuesto todo un desafío para las personas, las familias, las compañías, los gobiernos y los mercados de inversión en todo el mundo. Se trata de un acontecimiento que podría reconfigurar de manera fundamental el comportamiento corporativo y los patrones de consumo, así como los mercados financieros. Con esto en mente, Pauline Grange, gestora de carteras de renta variable global en Columbia Threadneedle Investors, muestra a continuación las 10 tendencias que se derivarán de la crisis del COVID-19 y que, en su opinión, cambiarán las economías y los mercados para siempre.
La globalización alcanza su apogeo. Tanto en términos de consumo como de cadenas de suministro, los países comenzarán a prestar más atención a la procedencia de los productos, así como a la excesiva dependencia de determinados países. Esto ejercerá presión sobre las compañías para que diversifiquen las cadenas de suministro. También se podría asistir a una avalancha de apoyo a las pequeñas empresas locales, conforme los consumidores se alejen de las consolidadas marcas tradicionales.
La transición del efectivo a las tarjetas se acelera. Puesto que un mayor número de personas se está viendo obligado a optar por la compra electrónica, en lugar de visitar las tiendas físicas, y muchos establecimientos ya no aceptan efectivo por motivos de higiene, la transición del efectivo a las tarjetas de pago podría experimentar una aceleración.
Salud e higiene. Se redoblarán los esfuerzos normativos y reglamentarios, sobre todo en China, donde aumentará la presión sobre las autoridades para formalizar la industria alimentaria, en vista del origen de los brotes de virus.
Avance de la comunidad médica. La gente se sorprenderá del rápido progreso, gracias a los avances en el ámbito de la genética, para poner freno a la enfermedad y la rapidez con la que se obtendrán los resultados de los ensayos clínicos. La secuenciación del genoma del coronavirus se logró a mediados de enero; el mecanismo de unión de proteínas se identificó hace dos semanas; el virus se replicó en un laboratorio canadiense hace una semana; y la compañía biotecnológica estadounidense Moderna lleva dos semanas realizando ensayos de vacunas. Esta velocidad resulta impresionante si se compara con “los viejos tiempos”, cuando estos ensayos habrían tardado años, en lugar de semanas. La gente podría estar subestimando la evolución de la ciencia y su impacto. Si pronto se vislumbra la promesa de detener la enfermedad antes de lo previsto, entonces en Columbia Threadneedle Investors prevén una positiva recuperación.
El trabajo inteligente gana en aceptación. Puesto que las compañías se han visto obligadas a habilitar el trabajo desde casa, esto podría convertirse en una forma de trabajo cada vez más aceptable. Esto repercute en segmentos como la inversión en la nube, dado el acelerado alejamiento de la tradicional infraestructura tecnológica.
Se modera el ataque a los gigantes tecnológicos, al considerarse ahora un servicio de utilidad pública. Lo que queda claro de este periodo de aislamiento es la enorme dependencia de las plataformas tecnológicas, incluidas las redes sociales. Aunque, a corto plazo, las plataformas en línea, como Google Search, YouTube y Facebook/Instagram, podrían ver reducidos sus ingresos por publicidad, a largo plazo podrían beneficiarse de un crecimiento más sólido del número de usuarios y de una mayor participación. Las personas que anteriormente habrían dado la espalda a estas plataformas por motivos de privacidad ahora podrían volver a conectarse; al mismo tiempo, los gobiernos podrían moderar sus ataques, dada la función clave que las firmas tecnológicas han desempeñado en esta crisis a la hora de apoyar las comunidades.
Crecimiento del consumo online. El consumo a través de Internet, ya sea para hacer la compra, buscar material educativo u otros usos minoristas, ha experimentado un crecimiento, puesto que una mayor base de usuarios se siente ahora más cómoda utilizando estos servicios. Lo que comenzó para muchos como una necesidad, podría convertirse en la norma. También se será testigos de una nueva aceleración de la inversión en línea por parte de servicios y minoristas tradicionales.
Aceleración de las tendencias tecnológicas clave. Ya se ha observado un rápido crecimiento de las “fábricas de IA”, que emplean algoritmos basados en datos para la automatización del proceso de toma de decisiones, en lugar de recurrir a procesos que exigen un elevada mano de obra y dependen de una comunicación cara a cara. Estas firmas se adaptan a la perfección a un mundo caracterizado por una menor interacción humana que, como mencion más arriba, podría acelerar la inversión en las nubes públicas.
El auge de los programas “verdes”. Dado que los países se están dando cuenta de las ventajas de unas vías aéreas y fluviales más limpias (los canales de Venecia lucen aguas cristalinas y se avistan incluso bancos de peces), ¿podrían tratar de mantenerlas así? Con el respaldo de los estímulos fiscales, se podría observar un mayor impulso de los programas ecológicos y un aumento de la inversión en energías renovables, infraestructuras para vehículos eléctricos, etc.
El auge del capitalismo moral. ¿Deberían las compañías pulsar el botón de reinicio y centrarse más en sus fines fundamentales, por ejemplo, su impacto en el medioambiente y los consumidores, la comunidad, los empleados y la cadena de suministro? En el contexto de una creciente desigualdad social, en los mercados occidentales las compañías están siendo objeto de un mayor escrutinio con respecto a la utilización de programas de recompras de acciones para impulsar las cotizaciones a expensas de la inversión y los balances. Ahora bien, ¿podría este escrutinio corporativo acelerarse en la era post-COVID-19? Por lo que respecta a los consumidores, esta crisis podría suponer un cambio fundamental de lo que se valora en la vida, ya que se les ha privado efectivamente de libertad. De manera repentina, las “cosas” ya no tienen tanta importancia, mientras que las experiencias, la salud o el ejercicio físico y el compromiso social cobran prioridad en la agenda de los consumidores.
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