Hoy comienza en Bakú, capital de Azerbaiyán, la COP29 sobre el cambio climático. Según las gestoras internacionales, estamos ante una nueva oportunidad para volver a poner el foco en la financiación climática, ya que se tendrá que dar seguimiento al primer balance de la acción climática mundial y al llamado a alejarse gradualmente de los combustibles fósiles que se acordó en la COP28 del año pasado. Además, el evento llega en un momento único, después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos y mientras el mundo se enfrenta a fenómenos meteorológicos cada vez más extremos, así como a conflictos en Oriente Próximo y Ucrania.
Desde Columbia Threadneedle explican que el objetivo principal es acordar un nuevo objetivo para la financiación de la lucha contra el cambio climático en los países en desarrollo, que sustituya al objetivo de 2009 de aportar 100.000 millones de dólares anuales hasta 2030. Desde que se fijó ese objetivo, las estimaciones de la financiación necesaria se han disparado, sobre todo porque los riesgos climáticos físicos han golpeado más fuerte y más rápido de lo previsto. Las estimaciones varían mucho, pero un análisis del Grupo de Expertos Independientes sobre Financiación Climática sugiere que los países en desarrollo (excluida China) necesitarán alrededor de 2,4 billones de dólares anuales hasta 2030. Estas necesidades financieras cubren el apoyo a la transición hacia energías limpias, la adaptación al cambio climático y la compensación por pérdidas y daños derivados de fenómenos meteorológicos cada vez más extremos
“Los debates sobre este objetivo, el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado para la Financiación Climática (NCQG), se centrarán no sólo en la escala global de la financiación climática necesaria, sino también en la medida en que debería contribuir el sector privado. Las perspectivas de un aumento significativo de las transferencias de fondos públicos de los países desarrollados a los países en desarrollo parecen difíciles, dadas las actuales condiciones fiscales. El FMI estimó recientemente que la deuda pública mundial superará los 100 billones de dólares por primera vez en la historia a finales de 2024, y muchos países desarrollados se enfrentan a los costes de una frecuencia cada vez mayor de fenómenos meteorológicos extremos dentro de sus propias fronteras, lo que deja aún menos margen para la financiación exterior”, subraya Vicki Bakhshi, directora de Inversión responsable de Columbia Threadneedle Investments.
Para Bakhshi es importante que esta reunión vaya a tener lugar mientras los países ultiman sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), actualizadas en el tercer ciclo quinquenal desde el Acuerdo de París sobre el Clima de 2015. “Estos planes climáticos nacionales, que se presentarán a principios de 2025, ampliarán por primera vez el calendario actual de 2030 hasta 2035. Los representantes debatirán en Bakú tanto el contenido como el nivel de ambición de estos planes. Además de los NDC, por primera vez se exige a los países que presenten Informes Bienales de Transparencia (BTR, por sus siglas en inglés), que realizan un seguimiento de los avances en los compromisos”, destaca el experto Columbia Threadneedle.
Grandes expectativas
Desde AXA IM, tiene grandes expectativas. “En nuestra opinión, es probable que la ambición climática se limite a abogar por una mayor contribución determinada a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y avanzar en los objetivos de energía renovable y eficiencia energética para 2030 anunciados en la COP28”, afirma Virginie Derue, jefa de Análisis de Inversión Responsable de AXA IM.
En este sentido señala que, más allá de las mayores ambiciones climáticas, esperamos que la COP29 se centre en el fortalecimiento de la financiación climática. “La promesa de los países desarrollados de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para 2020 para apoyar la acción climática en los países en desarrollo no se cumplió hasta 2022, todavía con críticas relacionadas con una alta proporción de préstamos. Se asumió el compromiso de establecer un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) para el período posterior a 2025, un punto que la COP29 pretende abordar. Si bien no se ha presentado un número preciso durante las negociaciones, las solicitudes han tendido a rondar la marca de 1 billón de dólares, lo que indica el alto nivel de presión. Esto no debería sorprendernos: los fondos necesarios para la adaptación en los países de ingresos bajos y medios se estiman entre 215.000 y 387.000 millones de dólares al año en esta década, mientras que las necesidades de acción climática más amplias en los países en desarrollo se estiman en casi 6 billones de dólares para 2030.
Para Dereu uno de los aspectos más relevantes es que la presidencia de la COP29 anunció la creación de un Fondo de Acción para la Financiación Climática (CFAF, por sus siglas en inglés), que se capitalizaría con al menos 1.000 millones de dólares en contribuciones voluntarias de países y empresas productoras de combustibles fósiles con el objetivo de catalizar los sectores público y privado en materia de mitigación y adaptación para hacer frente a las consecuencias de los desastres naturales en los países en desarrollo.
Según explica, las contribuciones voluntarias no alcanzan el gravamen regulatorio sobre los combustibles fósiles que algunos activistas han estado pidiendo, así como las cantidades globales que deben ponerse sobre la mesa.Por lo tanto, es crucial que esas contribuciones voluntarias no sirvan de excusa para posponer continuamente la transición efectiva del abandono de los combustibles fósiles acordada en la COP28.
“Es poco probable que el polémico tema de un gravamen internacional mínimo sobre los multimillonarios mundiales sea el tema de la financiación climática el próximo mes, pero esperamos que las discusiones continúen entre bastidores. El tema ha atraído la atención de la presidencia brasileña del G20 bajo el liderazgo de Gabriel Zucman, economista francés y profesor asociado de Políticas Públicas y Economía en la Universidad de California. Según Zucman, algunos de los 3.000 multimillonarios del mundo actualmente no pagan ningún impuesto sobre sus ganancias anuales”, afirma la jefa de Análisis de Inversión Responsable de AXA IM.
Según los cálculos publicados, un impuesto mínimo que llevaría sus pagos de impuestos personales al 2% de su riqueza podría generar 214.000 millones de dólares en ingresos gubernamentales anuales a nivel mundial, una cantidad decente en un momento de importantes déficits presupuestarios en todo el mundo. Aun así, incluso si dicho impuesto se materializara, Derue considera que queda por ver si los ingresos podrían destinarse a la adaptación al cambio climático, dada la presión que pesa sobre las finanzas públicas nacionales en todo el mundo.
“Si bien a los más pesimistas les parecerá ingenuo creer que esa cooperación internacional pueda ocurrir, no podemos negar que la cooperación fiscal internacional ha logrado avances significativos en los últimos 15 años, desde el intercambio automático de información bancaria hasta el fin del secreto bancario y un impuesto mínimo para las empresas multinacionales. Sin duda, la COP29 no cambiará las reglas del juego en ese frente, pero esperamos que allane el camino para futuros avances. Ambiciones sin financiación son solo palabras. La COP 29 debe cumplir con la financiación”, concluye desde AXA IM.
Apuesta por la colaboración internacional
Además, durante la COP29, los bancos multilaterales de desarrollo presentarán una cooperación y una cofinanciación reforzadas a nivel nacional y el primer enfoque común para medir los resultados de la acción por el clima. Según adelantan, tienen previsto publicar un informe conjunto sobre el impulso de una economía circular en todo el mundo. En 2023, la financiación en favor del clima por parte de los bancos multilaterales de desarrollo alcanzó la cifra récord de 125 000 millones de dólares, mientras que la financiación privada captada en todo el mundo casi se duplicó con respecto a 2022, hasta alcanzar los 101 000 millones de dólares. Por su parte, el Grupo BEI, que también incluye al Fondo Europeo de Inversiones, anunciará nuevas iniciativas en la COP29, entre las que se incluyen ayudas adicionales para transporte sostenible, reforestación y eficiencia energética para las pequeñas y medianas empresas.
«El cambio climático es el reto de nuestra generación y necesitamos más que nunca un liderazgo mundial para una acción por el clima urgente y ambiciosa. Como brazo financiero de la Unión Europea y uno de los mayores bancos multilaterales de desarrollo del mundo, el Grupo BEI está tomando la iniciativa con soluciones concretas. Nuestras inversiones suministran energía limpia y asequible a los hogares, la industria y los vehículos. Apoyan la biodiversidad y la resiliencia frente al cambio climático. Financiaremos las grandes tecnologías de vanguardia que marcarán la diferencia en la lucha contra el cambio climático. No solo es lo correcto, es también una medida económica inteligente», ha afirmado la presidenta del BEI, Nadia Calviño.
Por su parte, Ambroise Fayolle, vicepresidente del BEI y responsable de acción por el clima y transición justa, ha añadido: «Estamos colaborando estrechamente con la próxima presidencia de la COP29, la Comisión Europea, los gobiernos y otros bancos multilaterales de desarrollo para contribuir a la consecución de unos resultados ambiciosos. Debemos adoptar una perspectiva original y ampliar las soluciones que podemos ofrecer. Esto significa apoyar a los países para que liberen recursos financieros destinados a la acción por el clima, aumentar la financiación y los servicios de asesoramiento para la adaptación al cambio climático y trabajar en soluciones innovadoras con el fin de movilizar capital privado en favor de la acción por el clima».