Las emisiones de deuda corporativa llevan superando a las de la deuda soberana en los mercados emergentes desde 2003. Para el director de deuda corporativa emergente de Aberdeen Standard Investments (ASI), Siddarth Dahiya, uno de los motivos principales para que esto ocurra es que los inversores que apuestan por este producto tienen la oportunidad de generar mejores retornos “sin asumir un riesgo significativamente mayor”.
“Estos bonos no solo ofrecen un potencial de rendimiento atractivo, sino que también proporcionan diversificación de carteras”, afirma en una entrevista con Funds Society. También destaca que este tipo de activo ofrece yield adicional frente a los bonos gubernamentales y la deuda privada con grado de inversión, y se comporta de forma distinta en una cartera. “Puede servir como un complemento atractivo en una cartera que ya incluya bonos con grado de inversión y high-yield”, apunta.
Los bonos corporativos emergentes suponen un universo de 2,2 billones de dólares y están denominados en esta moneda. “Constituyen una parte sustancial de los mercados de renta fija global e incluye a los bonos high-yield y con grado de inversión”, señala Dahiya. Muchas instituciones ya tienen asignaciones a high yield estadounidense y corporaciones con grado de inversión, activos que, a su juicio, se han convertido en asignaciones “mainstream”.
“Los inversores deberían considerar expandir su horizonte con bonos corporativos de mercados emergentes”, apunta antes de señalar que, pese a que los rendimientos son ligeramente más bajos que con el high-yield estadounidense y la duración es algo más alta, este activo tiene, de media, mejor calidad crediticia, con la mayor parte BBB. Además, ha mostrado resistencia durante los últimos años, generando estabilidad y funcionando como activo defensivo en carteras de renta fija en épocas de incertidumbre.
Todos los productos de deuda emergente registraron retornos negativos en 2018, perjudicados por el contexto de incertidumbre y volatilidad generado por factores geopolíticos como la guerra comercial. Pero, como apunta Dahiya, hubo una clara diferencia entre sub-tipos de activos y, motivados por su mayor calidad crediticia, su menor duración relativa y su rendimiento atractivo, la deuda corporativa fue la que mejor se desempeñó, seguida por los bonos soberanos en moneda fuerte.
En el primer trimestre de 2019, se ha desempeñado bien, como la mayoría de los mercados crediticios globales, gracias a la recuperación de la actividad en los mercados. Además, la subida de tipos de la Fed parece estar fuera de la mesa para este año, lo que, unido a la aparente pausa del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, va a seguir beneficiando a este activo.
Pese a la mejora generalizada de las condiciones del mercado, el nivel de emisiones de deuda corporativa emergente sigue bajo, como ya preveía Aberdeen Standard Investments, dada la falta de planes de gasto de capital o una financiación local más favorable para las empresas. “De aquí en adelante, creemos que es probable cierta corrección en las letras del Tesoro estadounidense tras el repunte de marzo, lo que podría contrarrestarse con la compresión de los spreads, ya que el panorama técnico y de los fundamentales permanece positivo”, asegura Dahiya.
Asimismo, hace hincapié en que los mercados emergentes han seguido siendo rentables con menor apalancamiento que sus pares estadounidenses. “Al mismo tiempo, el análisis y la inversión en este activo han sido limitados, lo que sugiere que hay oportunidades sin descubrir que podrían aprovechar los inversores”, declara.
Actualmente, ASI cuenta con dos estrategias de Emerging Market Debt – Corporate Bond: una que engloba todos los vencimientos y otra que solo abarca los de 1 a 3 años. La duración es de aproximadamente 4,5 años y busca generar oportunidades en una gran variedad de países y sectores. Actualmente, están ligeramente sobreponderados el industrial, el del real estate y el sanitario, mientras que, geográficamente, destacan Guatemala, Emiratos Árabes Unidos, Brasil, México y Georgia.
A la hora de manejar riesgo, invierten en empresas con un perfil riesgo-retorno atractivo. “Tenemos un sólido historial de evitar defaults y centrarnos en el tamaño de las posiciones y agregar fuentes de riesgo diversificadas utilizando análisis internos y externos de riesgos ”, señala Dahiya.
La gestora está convencida que sus fondos pueden ser buenas herramientas de diversificación para sus clientes en Latinoamérica, ya que no tienen que asumir ningún riesgo divisa, su duración es corta, el rendimiento mensual es de un 6% de media, y, con un 40% en América Latina, el cliente tiene un 60% de exposición adicional.
Además, según los datos proporcionados por ASI, en un entorno de subida de tipos, este activo se desempeña mejor que otros como el high yield asiático o el estadounidense, es menos sensible a los productos básicos en épocas de precios débiles y tiene un desempeño “excepcional” a largo plazo, significativamente por encima del high yield y el grado de inversión estadounidense y de incluso la renta variable emergente.