Nos enfrentamos a un reto mayúsculo como sociedad: el envejecimiento poblacional. Sin embargo, a pesar de su trascendencia no nos estamos preparando para él, al menos en materia de previsión social complementaria. Según destacan desde la Fundación de Estudios Financieros (FEF), las estimaciones de evolución de la esperanza de vida, unida a una disminución de la población en edad de trabajar van a suponer un aumento importante del gasto público destinado a las pensiones en un futuro cercano.
Estas previsiones permiten concluir que es importante favorecer el ahorro destinado a previsión social tanto en forma de fondos de pensiones como en planes asegurados privados, como complemento de las pensiones públicas en el futuro. “Aumentar el ahorro previsión se hace ahora más necesario que nunca y para ello las aportaciones a los sistemas complementarios deben realizarse tanto por parte del empresario como por parte del trabajador y encontrarse incentivadas fiscalmente”, demandan desde la entidad. Asimismo, Jorge Yzaguirre, presidente de la FEF, insiste en que la mejora permitiría un mayor desarrollo de los mercados capitales lo que impulsaría el crecimiento económico.
Estas declaraciones surgen a raíz de la publicación del estudio “Reformas en el Tratamiento Fiscal del Ahorro Destinado a Previsión Social”, dirigido por Carlos Contreras, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y publicado por la FEF, con el objetivo de aportar reflexiones para el debate de mejorar el ahorro previsional y el sistema fiscal que lo estimule. Según se detalla, las reformas que se han hecho para tratar de solventar el problema de las pensiones y la necesidad de impulsar el ahorro previsión en nuestra sociedad han sido numerosas, pero seguimos estando lejos de una solución satisfactoria.
La última reforma en materia de fiscalidad ha sido el traslado de los incentivos fiscales de los planes de pensiones individuales a los planes de empleo. En los pertenecientes al tercer pilar (planes individuales) el máximo desgravable ha pasado a ser de 1.500 euros, frente a los 8.000 de 2019. Según destaca Contreras, desde 2007 la reducción de los límites desgravables está en torno al 90%. Ante las numerosas reformas que ha experimentado la fiscalidad del ahorro para la jubilación, Contreras insiste en que “los impulsos fiscales deberán ser estables y atractivos, y en el caso español no se cumple estos rasgos”.
Según destaca Ángel Martínez-Aldama, presidente de Inverco, esta reducción “drástica” e “injustificada” ya ha tenido un reflejo negativo en el ahorro con un 40% menos de aportaciones en 2021. “Por primera vez desde el año 87, hemos visto prestaciones netas negativas en los planes individuales. Esta situación se ve agravada por no venir precedida de un nuevo marco regulatorio y fiscal de verdadera promoción del segundo. Hemos desmontado el primero a una velocidad sorprendente sin estructurar los cimientos del segundo”, alerta.
En el estudio se analiza la evolución del tratamiento fiscal del ahorro destinado a previsión y las diversas reformas que se han llevado a cabo en nuestro país en los últimos años a este respecto. La evidencia aportada en el estudio demuestra que la utilización de los incentivos fiscales al ahorro en nuestro país ha sido parcial e inferior a los máximos legalmente establecidos, lo que podría indicarnos dos cuestiones importantes: su escaso atractivo y un bajo nivel de educación financiera que identifique la necesidad de ahorro como una necesidad apremiante para complementar las pensiones del futuro.
Además de los efectos positivos que tendría un desarrollo más efectivo del ahorro previsión en las cuentas públicas del futuro, su mejora permitiría un mayor desarrollo de los mercados de capitales en nuestro país que favorecería la financiación de la inversión productiva y como consecuencia impulsaría el crecimiento económico.
Una apuesta bipilar al margen de las recomendaciones
El sistema de pensiones está sostenido, o se recomienda que lo esté, por tres pilares. En primer lugar, las pensiones públicas (primer pilar), seguido de las pensiones de empleo (segundo pilar) y el ahorro individual a través de planes de pensiones (tercer pilar). Sin embargo, este traslado de incentivos del tercer al segundo pilar invita a pensar que España quiere sustentarse en solo dos pilares.
“En los dos últimos años se ha tratado de superar el esquema de tres pilares del Banco Mundial, se ha optado por ir a un sistema bipilar, dejando que el tercero se extinga por inanición. Una apuesta que, a mi juicio, es injustificada a nivel público, además arbitraria y que no se ha explicado, lo que hace pensar que el cambio tiene que ver con la necesidad de ajustar los gastos fiscales y esa no puede ser la justificación”, valora Elisa Chuliá, profesora del Departamento de Sociología II de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Por su parte, José Antonio Herce, socio fundador de LoRIS (Longevity & Retirement Income Solutions), insiste en la neutralidad. “La extendería al máximo. Todo lo previsional debería tener el mismo tratamiento fiscal. Las aportaciones a planes de pensiones sean del pilar que sean, deben de ser tan deducibles como las cotizaciones a la seguridad social y las prestaciones. La neutralidad hay que entenderla así”, explica. “Necesitamos democratizar la previsión social complementaria”, completa.
Según explica Elisa Chuliá, un sistema neutral con respecto a los tres pilares implica una concepción de que los pilares deben desarrollarse de manera equitativa. “La opción que se ha tomado ha sido la de mejorar el pilar de las empresas en detrimento del pilar de los hogares y esto tiene su importancia desde el punto de vista de la filosofía social. A las familias se les priva de un espacio de decisión que era importante e injustificadamente no se han expuesto las razones. De esta forma, se ligan las pensiones al mercado de trabajo y a la empresa”, señala. “Cuantas más patas tenga un sistema, más sostenible será en este entorno de longevidad que cuestionará la viabilidad en términos de sostenibilidad y prestación de las pensiones”, añade el presidente de Inverco.
Además, Chuliá señala que la respuesta a la evidencia de la AIReF de que los incentivos no están bien diseñados no tenía por qué desembocar en una eliminación o reducción de estos.
Sin embargo, estas críticas no implican que los expertos no estén de acuerdo en impulsar los planes de empleo. Según insiste Yzaguirre: “Es importante que los fondos de empleo salgan, pero es importante que sea con un consenso social para que calen”. Quien además recuerda el atractivo de los adscripción automática.
Principales recomendaciones: ¿cómo hacer fiscalmente más atractivo el ahorro?
El estudio aporta varias recomendaciones de tipo fiscal para hacer más atractivo el ahorro destinado a previsión social. En primer lugar, invita a recuperar el nivel nominal de aportaciones desgravables, así como los límites incrementados de deducibilidad para contribuyentes de mayores de 50 años.
Asimismo, insiste en que no se debe discriminar en contra de los planes individuales (neutralidad de incentivos en los pilares), y apuesta por pasar a gravar los rendimientos de los fondos y seguros como rentas del capital, recuperar la deducción en cuota de las aportaciones empresariales a fondos de empleo, y la no sujeción a cotizaciones de la seguridad social a las aportaciones empresariales a fondos de empleo.
También se aportan recomendaciones para actuar en diferentes marcos que no solo alcanzan a cuestiones de tipo fiscal, entre la que se destaca la conveniencia de continuar mejorando en nivel de educación financiera del conjunto de la población para hacer un uso más amplio de los estímulos fiscales disponibles al ahorro previsión. A esta recomendación, Elisa Chuliá añade que no es tanto un problema de educación como de cultura: “Existe el ahorro, pero no hay cultura de ahorro previsional”.