Cuando se establecieron los ODS se calculó que se necesitarían 2,5 billones de dólares anuales para cumplirlos. Con el retraso que hemos acumulado, la suma ha ascendido a 4 billones, según ha comentado Tim Radjy, fudador y managing partner AlphaMundi Group, durante Fi Gathering, un evento de Social Nest Foundation.
Con estos datos, se hace más patente que nunca la necesidad de contar con inversión privada, que puede canalizar el capital privado a través de todo el espectro de la inversión sostenible. Margarita Albors, fundadora y presidenta ejecutiva de Social Nest Fountation, ha señalado que “la sociedad necesita nuevas soluciones, nuevas herramientas para solucionar los retos que se presentan, pero también precisa de nuevas vías de apoyo a esas soluciones”.
Es fácil perderse en el mar de conceptos que engloba la inversión sostenible y a priori parecen significar lo mismo, pero los matices son importantes. Para ilustrar el tema, Rachida Justo, profesora del IE Business School, ha explicado la diferencia entre la inversión de impacto y los fondos ESG (enviroment, social and governance) o ISR (inversión socialmente responsable).
La primera diferencia tiene que ver con la intencionalidad, la inversión de impacto selecciona organizaciones que tienen la intención de tener un impacto social. Además, usa métricas de impacto, frente a los estándares ESG de la inversión socialmente responsable o ESG. Asimismo, la inversión de impacto se centra en lo que podría ser, frente a la ESG que piensa en lo que ya es. Por último, la inversión de impacto se enfoca más en los mercados privados.
“La ESG es más un marco de actuación, mientras que la inversión de impacto es una estrategia. Además, la ESG es, por lo general, un marco que da prioridad a las finanzas. La inversión de impacto suele ponderar el impacto financiero, social y medioambiental. Los fondos de impacto suelen cumplir con los criterios ESG, pero no todos los fondos ESG son de impacto”, aclara la experta.
La importancia de contar con todo el espectro
Este espectro va desde las formas más puristas de financiación como es la filantropía, hasta la inversión tradicional. Entre medias, y por orden de mayor intencionalidad de impacto, se encuentra la venture philantrophy, la inversión de impacto, la inversión sostenible y la inversión responsable, según ha explicado Alejandro Álvarez, cofundador y miembro de la junta en Latimpacto.
“Necesitamos diferentes tipos de inversiones para intervenir, necesitas una combinación de todos, cada uno tiene su papel”, ha completado el experto. Sin embargo, hay una brecha de financiación, sobre todo en la parte de venture philanthropy y la inversión de impacto y, según explica, cuesta hacer que el capital fluya en esa dirección. “Se necesita la colaboración entre todo el ecosistema”, añade Benito.
En este punto, los expertos han aprovechado para recordar la importancia de la divulgación y el papel del mundo académico en la búsqueda de rigor.