El proceso de repartir su dinero en diferentes tipos de inversión se denomina diversificación. Diversificar puede contribuir a amortiguar los inevitables altibajos de nuestras inversiones hasta un nivel que nos resulte asumible, ya que cuando determinadas inversiones registran malos resultados, otras puede comportarse de forma más positiva.
Invertir en diferentes acciones y bonos es una manera habitual de diversificar si bien los inversores más experimentados a menudo incrementan su diversificación incorporando otros activos a sus carteras.
Este tipo de inversiones de llaman inversiones alternativas y, ejemplo de ella son los fondos de inversión libre o el capital riesgo. Sin embargo, una inversión alternativa puede girar entorno a cualquier cosa que no sean acciones, bonos o activos líquidos. Por ejemplo, vinos de crianza, vehículos clásicos u obras de arte.
Las inversiones alternativas pueden resultar más difíciles de comprender que las acciones y los bonos y la inversión mínima que se exige es habitualmente mayor. Esto significa que no suelen ser aptas para personas no familiarizadas con el mundo de la inversión.
Dos de las inversiones alternativas más habituales son los activos inmobiliarios y las materias primas, como el azúcar o el oro.