Santiago Casal Pereira y David Núñez Longueira son dos militares españoles destinados en el Eurocuerpo y en la Brilat (Pontevedra), respectivamente, que comparten un gran interés por las finanzas y la inversión. Esa fue la razón por la que crearon su blog Quiet Investment, en el que tratan de enseñar a la sociedad cómo conseguir la independencia financiera a través de la creación de un patrimonio a largo plazo.
Pero lo más novedoso es su forma de explicar los diferentes conceptos del mundo de la inversión utilizando metáforas bélicas. En su intervención reciente en Value School, han asegurado que los ciudadanos inversores partimos de una desventaja total, pues nos enfrentamos a un rival que es muy superior en medios tecnológicos, económicos y financieros.
En su opinión, la inversión es una guerra en la que los ciudadanos partimos con una absoluta desventaja, por eso han denominado a su libro “La guerra asimétrica”. “Tanto en la guerra como en la inversión hay objetivos, enemigos, estrategias y tácticas para implementarlas”, han afirmado estos militares españoles que han estado destinados en Afganistán, Pakistán, Líbano y Bosnia.
Para estos militares, “los principales enemigos de esos ciudadanos inversores son los impuestos y la inflación”, derivados de la dinámica política y de la preferencia temporal. En ese sentido, explicaron que el inversor tiene una preferencia temporal baja, “porque piensa en el futuro a muy largo plazo, en el de sus hijos y en el día de mañana. Por el contrario, el político tiene un plazo de cuatro años, porque su primer objetivo es ganar las elecciones y ser reelegido·.
Casal y Núñez han señalado en Value School que en su libro explican cómo vencer en esa guerra a través de la inversión indexada en fondos de gestión pasiva. La indexación es lo que llaman el AK-47 del inversor, el famoso rifle de asalto diseñado por Mijail Kalashnikov, que es barato, eficiente, no se atasca y su relación calidad-precio es inmejorable.
La indexación “es el arma más efectiva y letal para crear riqueza e incrementar paulatinamente el patrimonio”, afirman. Lo definen como un método técnicamente sencillo, pero que requiere disciplina, constancia y paciencia.
Además, es necesario tener mucha resistencia psicológica para desentenderse del ruido, que es el peor enemigo. Es decir, distinguir la información de lo que es opinión o sentimiento. Respecto a esto, han añadido que en el mundo de la inversión hay soplones, colaboracionistas y traidores varios. “Son personajes que operan en tu contra, incluso a veces de buena fe. Por ejemplo, tu propia familia o los amigos, porque su cultura financiera no coincide con la tuya. Los medios de comunicación y sus recomendaciones de compra quizá sean los principales. En estos casos hay que echar cuerpo a tierra. El pequeño inversor tiene que deshacerse de aquellos que no le aportan nada, sólo ruido”, han precisado.
Por otro lado, para estos dos militares, los gestores que realizan la gestión activa son los “francotiradores”, unos “soldados con un mayor adiestramiento que la media y sobre todo con una psicología superior. Tienen que esperar mucho tiempo y, de vez en cuando, aprietan el gatillo y hacen mucho daño”.
Para describir la relación del ciudadano inversor con su banco, los dos militares acuden al término coloquial “pagafantas”, y lo definen de la siguiente manera: “El pagafantas financiero es el ciudadano que va al banco y cree, o quiere, que esa entidad sea su novia, pero el banco sólo quiere asumir el papel de amigo que paga las copas. El ciudadano inversor se engaña a sí mismo, y en lugar de ir a buscar a otro lado, continúa en esa dinámica que lo hunde en la miseria”.
“Por regla general, los bancos no ofrecen productos rentables muy interesantes, aunque haya excepciones. Lo mejor es ir a gestoras o a la inversión indexada, porque si no tienes los mismos intereses que el banco, estás perdiendo el tiempo”, aseguran.
El factor tiempo es lo que determina, señalan, gran parte de nuestro comportamiento y de nuestros incentivos. “Si el inversor no tiene en cuenta eso, cometerá los mismos errores que los países occidentales hemos cometido a la hora de librar estas desafortunadas guerras. Hay que aprender de las tácticas de la gente que nos han hecho morder el polvo, pero no compartir sus ideas”.
Por último, se refieren a los mercenarios como aquellos a los que se les paga una comisión, pero que pueden estar en tu bando o en el contrario. “Un mercenario típico es el banco o el mercado de los fondos de inversión. Si eliges bien estarán en tu bando, si te equivocas ellos trabajarán en tu contra. A diferencia de los verdaderos mercenarios, aunque estén en tu bando pueden estar robándote, según los resultados de los fondos y de la bancarización del ahorro”, concluyen.