El término de activo subyacente se refiere en inversión al activo financiero en el que se basa un derivado financiero. Por lo tanto, el valor del activo subyacente es el impulsor del valor del derivado financiero, entendiendo que un derivado es simplemente un valor o instrumento financiero que se deriva de otro valor o activo financiero.
Una característica que distingue los activos financieros subyacentes de los derivados es dónde se negocian. Mientras que la operativa de los activos subyacentes puede casi siempre llevarse a cabo en los mercados de efectivo o ‘spot’, los derivados financieros generalmente se negocian solo en mercados especializadas, como los Mercados o Bolsas de Futuros, de forma privada o al margen de mercados organizados.
Existen diferentes tipos, o clases, de activos subyacentes, cada uno de ellos con características únicas que, a su vez, afectan la naturaleza y estructura de los derivados asociados con cada tipo de activo subyacente.
Por ejemplo, las diferentes clases de activos subyacentes están sujetas a diferentes tipos de riesgo financiero. Las acciones y las materias primas están sujetas al riesgo de mercado y al riesgo económico general. Los bonos y otros instrumentos de deuda están sujetos al riesgo de impago, al riesgo de tipo de interés y al riesgo de contrapartida. Las divisas están sujetas a riesgos políticos y de tipo de interés.
Uno de los valores derivados financieros más conocidos y ampliamente negociados son las opciones sobre acciones. Las opciones sobre acciones son derivados cuyo valor se basa en el activo subyacente: la acción real. Por ejemplo, una opción de compra sobre una acción confiere al comprador el derecho de comprar la acción a un precio específico (el precio de ejercicio de la opción) hasta el momento en que expira la opción.
Obviamente, el valor y el precio de una opción dependen del precio de la acción real. Para una acción que cotice a 60 euros, una opción de compra sobre la acción con un precio de ejercicio de 50 euros valdrá un mínimo de 10 euros por acción, ya que la opción de compra le da al titular de la opción el derecho de comprar una acción de 60 euros por solo 50.
Las acciones, los bonos, las materias primas (como el oro, el petróleo o el algodón), los tipos de interés, los índices de mercado y las divisas son activos subyacentes que influyeron en la creación de muchos derivados financieros. Entre los derivados financieros más populares se encuentran, además de las opciones, los contratos a plazo, los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) y las obligaciones de deuda garantizadas (CDO).
Los derivados financieros se utilizan comúnmente como vehículos para la gestión de riesgos en la inversión. Por ejemplo, un inversor que posee una serie de acciones de una acción determinada puede optar por una estrategia de cobertura sobre su inversión en el activo subyacente, la acción, con el uso de opciones sobre la acción.
El concepto de activos subyacentes es importante para los especuladores que busquen obtener ganancias adicionales a través del arbitraje entre activos subyacentes y derivados, es decir, realizar operaciones diseñadas para generar ganancias a partir de discrepancias temporales del mercado entre el precio de un activo subyacente y el precio de un derivado basado en ese activo.
Los derivados financieros pueden ser de dos tipos, los que estipulan un bloqueo en las condiciones del contrato entre las partes y los de tipo opcional. El primer caso sería el de un contrato a plazo, que bloquea efectivamente las obligaciones de las partes respectivas que crean y acuerdan el contrato. Es decir, una vez que se realiza el contrato, las partes en él están obligadas a cumplir con sus términos durante la duración del contrato.
Por ejemplo, si dos partes crean un contrato a plazo de divisas, están obligadas a cumplir con el tipo de cambio especificado en el contrato, independientemente de cualquier fluctuación en el tipo de cambio que pueda ocurrir en los mercados de efectivo mientras el contrato está en vigor.
Por el contrario, un derivado de opciones, como una opción sobre acciones o sobre materias primas, otorga al titular de la opción el derecho de ejecutar una transacción de mercado si así lo desea, pero no está obligado a ejercer ese derecho. No está ‘bloqueado’ como lo están las partes de un contrato a plazo.