Somos animales racionales. Pero ello no significa que todas las decisiones que tomamos sean racionales e informadas. La economía del comportamiento (behavioral economics) analiza la manera en la que los seres humanos tomamos decisiones y nos muestra que no son siempre racionales y, en consecuencia, son erróneas en muchas ocasiones. La economía del comportamiento busca modificar de forma positiva la conducta de las personas, ayudándoles a minimizar los sesgos que les afectan en la toma de decisiones, y hacer el camino más fácil para que de una manera libre tomen la mejor decisión para ellos.
Las personas contamos con dos sistemas de pensamiento. El primero es el automático, y es un sistema con el que se toman decisiones sencillas, intuitivas, rápidas y ágiles. Este sistema automático se encuentra permanentemente activo y está presente en todas nuestras acciones cotidianas. El segundo es el racional, y lleva a cabo un análisis pausado, lógico, metódico, consciente y racional; consume cuantiosos recursos mentales y normalmente se encuentra apagado.
Tomamos miles de pequeñas decisiones en un día. Por ello, vivimos con el sistema automático conectado, ya que es el que toma decisiones de forma rápida y sencilla. Si tuviéramos que tomar todas las decisiones con el sistema racional no se podría ser ágil en esa toma de decisiones. Por ejemplo, una simple decisión de elegir el tipo de café que pedimos (café con leche, cortado, descafeinado, etc.) podría llevarnos horas. Sin embargo, el sistema automático, al ser rápido e intuitivo, comete errores, tomando decisiones que no siempre son las correctas. No es un sistema racional, simplemente es un sistema que reacciona rápido.
Principales sesgos que nos influyen en la toma de decisiones
Nuestro proceso de pensamiento tiene fallos sistémicos, es decir, errores que se repiten de forma constante y que, por lo tanto, son predecibles. Estas inercias equivocadas son denominadas sesgos. Existen casi 200 sesgos que influyen en las decisiones. No obstante, hay algunos que se consideran más relevantes en el ámbito financiero, del ahorro y de la inversión, entre los que destacan:
1.- El Anclaje y ajuste. Las personas tomamos decisiones basándonos en un dato inicial. Tomamos el primer dato mostrado como un punto de referencia inicial (ancla), para evaluar nuestros siguientes puntos de referencia sin alejarnos mucho de la referencia inicial (ajuste). El sesgo del anclaje consiste en tomar como referencia o establecer como base la primera información recibida. Esa primera información nos ancla a un dato, hasta convertirlo en la base del resto de razonamientos. Por ejemplo, muchas personas toman como referencia el precio histórico de una acción, del momento en que entro en su cartera, y lo comparan con su precio actual, para determinar si es o no una buena inversión, cuando realmente no es un indicador adecuado.
2.- Aversión a las pérdidas. A las personas nos duelen más las pérdidas que las ganancias de la misma magnitud. Según los profesores conductualistas David Kahneman y Amos Tversky, una pérdida nos duele 2,5 veces más que el disfrute que experimentamos por una ganancia equivalente. La principal consecuencia en materia de inversiones de este sesgo es la de tender a adoptar un perfil excesivamente conservador para evitar pérdidas, por ejemplo, “invirtiendo” nuestro dinero en cuentas corrientes, depósitos o incluso en fondos de inversión excesivamente conservadores para el horizonte temporal de nuestro objetivo financiero.
3.- Sesgo del presente. Las personas preferimos antes los beneficios inmediatos que las recompensas futuras. No visualizamos reflexivamente nuestro futuro, y nos cuesta mucho vernos a nosotros mismos dentro de 20 o 30 años, pero también en plazos futuros más próximos. Ejemplos de ello son el ahorro a largo plazo frente al consumo presente -es mucho más gratificante irse de vacaciones, comprarse ropa de marca, salir a cenar, y comprar dispositivos tecnológicos hoy, que ahorrar enviando recursos a nuestro futuro- o las dietas alimenticias -nos produce más satisfacción comer un rico plato calórico, que seguir una dieta saludable, baja en grasas saturadas, que nos permita sentirnos mejor físicamente y evitar el exceso de peso-.
El resultado de ello es que tomamos inicialmente decisiones de ahorro, o de cuidarnos más, pero posteriormente no logramos cumplir con nuestros propósitos, procrastinando en el intento. No nos comprometemos con nosotros mismos. ¿Cuántas veces no hemos puesto objetivos para el 1 de enero (apuntarse al gimnasio, salir a correr, perder peso) y posteriormente hemos procrastinado en el intento? Muchas personas, a pesar de que saben que deberían adherirse a algún vehículo de ahorro previsional para la jubilación que complemente su pensión pública, ya que en situación normal pasarán más de 20 años jubilados, no lo hacen.
Qué acciones podemos realizar para vencer el sesgo del presente y tomar mejores decisiones
Richard H. Thaler, economista conductual, ganador del premio Nobel de Economía 2017 apunta en su libro “Nudge” («empujocito») que existen iniciativas que pueden ayudar a las personas a tomar mejores decisiones para ellas, manteniendo siempre la libertad de elegir de la persona. Estos son algunos pequeños empujoncitos (“nudge”) que nos podrían ayudar a ahorrar:
1.- Establecer automáticamente aportaciones periódicas a nuestros productos de ahorro finalista.
2.- Con ocasión de incrementos de sueldo o bajadas de gastos, desviar parte del nuevo excedente a ahorro.
3.- Utilizar huchas digitales, estableciendo transferencias automáticas periódicas desde nuestra cuenta nómina a productos de ahorro asociados.
4.- Utilizar sistemas de generación de ahorro complementario a través del consumo, como el redondeo en el pago con tarjetas, o las compras en establecimientos y marketplaces asociados a programas de fidelización y de pensiones a través del consumo.
5.- Implantar la adscripción automática por defecto de trabajadores en los planes de pensiones de empleo (en España, a través de negociación sectorial), en los que el trabajador, si no quiere participar, tendrá que solicitar expresamente su baja del plan durante una ventana de tiempo.
Afortunadamente la esperanza de vida no deja de aumentar con períodos de jubilación mayores y por ello te agradecerás haber sido previsor y haber reservado una parte de tus ingresos para enviarlos al futuro y así te ayuden a cumplir los objetivos financieros durante esa etapa.