A menudo, los inversores piensan en la liquidez como un activo refugio en momentos de volatilidad o, incluso, como una fuente de rentas en épocas de volatilidad. Sin embargo, en el actual periodo de tipos de interés ultra bajos, la liquidez ofrece unas rentabilidades prácticamente nulas, lo que expone los ahorros en liquidez a la erosión de la inflación. Este vídeo de JP Morgan AM explica la importancia de mantener bajo control el porcentaje de nuestra inversión que dejamos en liquidez.
Como se observa en el gráfico inferior en el año 2007 un inversor con 100.000 euros en un depósito bancario a 3 meses podía recibir 4.650 euros al año, pero hoy esta cantidad se ha reducido practicamente a 0.
Otro ejemplo de ello es la rentabilidad obtenido por un dólar invertido rtanto en renta variable como en bonos y liquidez desde el año 1899, un período de muy largo plazo. De manera que un dólar invertido en renta variable en 1899 hubieran sido 1.532 dólares en 1999, 12 dólares en el caso de los bonos y 2 dólares en el caso de haber dejado ese dinero en liquidez.
Si observamos el siguiente gráfico, en el período 1899-2015 la renta variable registró un retorno medio del 6,5% mientras que la renta fija obtuvo un 2,2% y la liquidez un 0,6%.
Teniendo en cuenta que se espera que los tipos de interés se mantengan en niveles bajos, JP Morgan AM recomiendan a los inversores que se aseguren de que sus asignaciones a liquidez no perjudicarán a sus objetivos de inversión a largo plazo.
A largo plazo, la liquidez ofrece peores resultados
La liquidez que no se invierte obtiene una rentabilidad muy escasa en el largo plazo. Tanto es así que aquellos inversores que depositaron su liquidez en el banco han dejado pasar las excelentes rentabilidades a largo plazo que han proporcionado la renta variable y la renta fija.