En los últimos años la gestión de estilo value, o valor, ha ganado una gran popularidad en España. Tras el éxito inicial de Bestinver, ya en su etapa de Paramés, se han ido creando nuevas gestoras, como Magallanes, Azvalor o Cobas AM, que beben de las estrategias value que Warren Buffet ha popularizado en todo el mundo.
En esencia, la inversión value supone la búsqueda de «diamantes en bruto», de aquellas compañías cuyo valor no está correctamente reflejado en su cotización de mercado. Aunque la aplicación de los principios de inversión value depende de cada gestor, hay algunos principios que son de aplicación general.
Si en algo están de acuerdo todos los inversores value es en que deben comprarse negocios, no acciones. Esto significa ignorar las tendencias de mercado, analizando en detalle los fundamentales de la compañía que la acción representa. Se puede ganar dinero siguiendo las tendencias, pero eso significa una actividad operativa mucho mayor. La búsqueda de buenos negocios que se vendan a un buen precio, en base a un comportamiento futuro superior, supone dedicar una gran cantidad de tiempo a analizar ese negocio, pero se consagra menor tiempo a comprar/vender y se reducen los costes por comisiones.
Otra importante estrategia de la inversión value es invertir en negocios bien conocidos y que apasionen al inversor, de tal forma que no suponga un sacrificio conocer todo sobre el negocio de la compañía en cuestión, yendo más allá de los datos financieros y profundizando en la verdadera ‘alma’ de la compañía. Muchas de ellas parecen mucho mejores cuando se va más allá de su ratio PER (Precio/Beneficios) o de su Precio/Valor contable y se profundiza en la calidad que hay tras esas cifras.
Si se mantiene un nivel de calidad alto y se asegura de que los datos financieros de la compañía continúan teniendo buen aspecto tras esta radiografía más profunda, es bastante probable que el inversor la mantenga en su cartera durante un largo periodo de tiempo. Si algo cambiara, el inversor lo percibiría y, considerando que el negocio que ha adquirido le apasiona, hacer un seguimiento continuado de sus ensayos y errores será más una afición que una obligación.
Son también negocios que el inversor entiende porque tiene que proyectar en en el futuro los posibles beneficios que la compañía pueda obtener. Pueden adquirirse negocios que gusten al inversor, pero que no entienda bien. En este caso la incertidumbre añadida incrementará el riesgo de la inversión, aumentando el margen de seguridad, lo que supone un mayor descuento del verdadero valor intrínseco calculado para esa compañía.
Los inversores value buscan compañías bien gestionadas. Un buen equipo directivo añade valor a los activos de una empresa, del mismo modo que una mala gestión puede destruir los datos financieros más sólidos. Hasta tal punto esto es así, que ha habido inversores value que han basado su estrategia en encontrar directivos que son honestos y capaces.
Según aconseja Warren Buffett, los inversores deben buscar tres importantes cualidades en el equipo directivo: integridad, inteligencia y energía, añadiendo además que, si no tienen la primera, las otras dos pueden hundirte. Se puede adquirir una impresión de la honestidad del equipo directivo leyendo los datos financieros de varios años. Así puede averiguarse si cumplieron promesas pasadas y, si no fuera así, si aceptaron la responsabilidad o lo dejaron pasar.
En definitiva, los inversores value buscan directivos que actúan como dueños. Los mejores directivos ignoran el valor de mercado de su compañía y se concentran en hacer crecer el negocio, creando así valor para el accionista a largo plazo. Los directivos que actúan como empleados con frecuencia carecen de esta visión a largo plazo, más interesados en generar beneficios a corto plazo para asegurarse su bonus. Aunque esto es difícil de juzgar, el tamaño y la forma de medir la compensación al directivo es un buen indicador.
Una de las áreas en las que la inversión Value actúa de forma contraria a los principios de inversión comunmente aceptados es en la diversificación. Como consecuencia de los estándares de la inversión value, habrá largos periodos en que el inversor permanecerá inactivo. Por ejemplo, al final de un periodo alcista, en el que todo es caro.
Siempre que el inversor dispone de capital para invertir, su objetivo no debería ser diversificar, sino encontrar una inversión que sea mejor que cualquiera de las que tiene en cartera. Si ninguna reuniera esa condición, se podría optar por comprar más acciones de las compañías que ya se tienen en cartera, que se conocen bien, o bien esperar tiempos mejores. Lo que si puede hacerse en estas etapas es identificar las acciones que se quieren incluir en la cartera y el precio al que merece la pena su adquisición. Si se mantiene una lista de posibles candidatas, el inversor podrá tomar decisiones muy rápidamente en una etapa de corrección de mercado.
Con estos principios de inversión, el mercado solo importa cuando se compra o se vende una posición, el resto del tiempo debe ser ignorado. Si se enfoca la compra de acciones como la compra de una participación en el negocio que representan, se deseará mantener la posición tanto tiempo como sus datos fundamentales se mantengan fuertes.
Puede concluirse que la inversión value es una mezcla de sentido común y pensamiento divergente o contrario. Si bien la mayoría de los inversores están de acuerdo en la importancia del examen detallado de una compañía, permanecer inactivo en un mercado alcista parece contrario al sentido común. Pero no puede negarse que los fondos que se mantienen en el mercado han tenido un comportamiento superior al de la liquidez, a la espera de que la tendencia bajista se agote. Esto es un hecho, aunque engañoso, ya que los datos en que se basa esta conclusión están derivados de seguir el comportamiento de referentes de mercado como el S&P 500 durante un número de años. Aquí es donde surge la confusión entre inversión pasiva e inversión value.
En ambos tipos de inversión, el inversor evita compras/ventas innecesarias y mantiene la inversión durante un periodo largo. Pero la inversión pasiva se beneficia de los retornos medios de un fondo indexado o de otro instrumento diversificado, mientras que un inversor value busca compañías de calidad superior a la media para su cartera. Su rango de retorno probable es por tanto mucho mayor.
Paula Mercado, directora de análisis deVDOS Stochastics y quefondos.com