Si nos preguntamos el motivo por el cual, dentro del ámbito financiero, a una burbuja se la llama burbuja, lo más lógico es responder: porque explota. Que las burbujas acaben explotando es algo inevitable y, en el caso de las financieras, no va a ser menos…
La historia de las burbujas financieras re remonta a 1720 cuando las acciones de dos empresas se desplomaron después de haber inflado sus precio de forma extraordinaria. Estas dos empresas, la Compañía de los Mares del Sur en Gran Bretaña por un lado y la Compagne des Indes (Compañía del Misisipi) por otro, gestionaban derechos comerciales y deuda estatal. Tras su desplome y el caos que provocó, el Parlamento Británico, con ánimo de prever situaciones parecidas, aprobó la Bubble Act, la Ley de la Burbuja.
Las burbujas siempre han provocado recelo y temor. En la película «Wall Street: El dinero nunca duerme», Gordon Gekko explica a su pupilo que, “las relaciones personales, como las burbujas, son frágiles” al tiempo que le muestra un cuadro con tulipanes que recuerda otra de las grandes burbujas financieras de la historia.
“Estos tulipanes son el mejor ejemplo de burbujas de todos los tiempos. En el siglo XVII la fiebre especuladora de los holandeses llegó tan lejos que uno se podía comprar una casa preciosa, junto a un canal de Ámsterdam, por el precio de un solo bulbo. Se llamó la tulipomanía. Luego se desplomó y podías comprar 10 bulbos por dos dólares. La gente empobreció, pero ¿quién se acuerda?”, relata Gekko
La fiebre de los tulipanes o tulipomanía a la que hace referencia, fue la primera burbuja registrada de manera oficial en la historia de la economía. El origen de esta burbuja derivó de la pasión de los holandeses por las flores y la dificultad que tenían para predecir los colores que tendrían los tulipanes. Todo ello provocó un “ataque” especulativo sobre los bulbos de la planta. El colapso se produjo en febrero de 1637.
Desde la tulipomanía del siglo XVII, y pasando por la Bubble Act del siglo XVIII, la lista de burbujas financieras es larga: la fiebre del ferrocarril, la burbuja de la economía japonesa de los 80, la burbuja de las Puntocom, la burbuja del té rojo en China o la burbuja inmobiliaria del año 2007…
Pero retrocedamos un momento… ¿qué es exactamente una burbuja? Este fenómeno se produce cuando un grupo de inversores se lanza de forma frenética a la inversión en un determinado activo. La mayor demanda de ese activo se traduce en un incremento del precio del mismo y, como resultado del proceso, el precio del activo se sitúa por encima de su valor, hasta que finalmente explota.
La controversia en torno a si es posible predecir una burbuja siempre ha existido. Existen indicios que se convierten en indicadores y que nos advierten del riesgo. Sin embargo, se encuadra dentro de la denominada economía normativa en la que, a diferencia de la economía positiva, cuentan más los criterios personales y subjetivos.
La burbuja inmobiliaria de España
La historia nos sirve para comprender el presente y poder anticipar el futuro. Un acontecimiento de gran importancia en la historia económica española fue la burbuja inmobiliaria del año 2007 de la que, aún a día de hoy, seguimos sufriendo las consecuencias.
La fiebre especulativa fue tal que en el año 2007 el precio de la vivienda subía a un ritmo del 17%, mientras España construia más viviendas que Italia, Alemania, Francia y Reino Unido juntas. A su vez, resultaba bastante senciilo para un gran número de personas conseguir un crédito hipótecario.
La burbuja estalló desde varios frentes: ciudadanos que no podían hacer frente a sus créditos, bancos con un gran stock de viviendas que no conseguían vender y que les generaban costes añadidos, restricciones de crédito, pérdida de confianza por parte de inversores tanto nacionales como internacionales y unas cifras de paro que no dejaban de crecer.
La explosión de esta burbuja y la dificultad para predecirla la ilustró el que fuera ministro de Industria y director de la Oficina Económica de la Moncloa durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Miguel Sebastián. «Era como si se estuviera celebrando una fiesta en la que todo el mundo se lo estaba pasando bien y, de repente, alguien llega y apaga la música…¿quién querría hacerlo?»
Sobre si se podía haber evitado, parece existir consenso en cuanto a las señales que la advertían, como la subida del 17% anual del precio de las viviendas con una inflación mucho menos elevada. Pero también hay polémica sobre la gestión de las propias burbujas, en especial sobre si es mejor propiciar que estallen o dejar que lo hagan de forma autónoma.
Lo que si es seguro es que el estallido de una burbuja genera crisis, y como dijo Albert Einstein: «La crisis es la mejor bendición que puede sucerle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quién supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar superado».