La forma más adecuada de invertir en fondos de inversión es construir una cartera. Una cartera que incluya varios fondos que le ayuden a alcanzar sus objetivos de inversión y en la que lo que importe sea el retorno total del conjunto de fondos.
¿Por qué una cartera de fondos es la opción más conveniente? Porque invertir a través de una cartera supone diversificar y con la diversificación se reduce el riesgo, permitiendo generar retornos más elevados con el mismo riesgo. Permite diversificar no sólo en cuanto a los fondos a incluir, sino también en cuanto a los gestores de fondos y a los tipos de activo, o categorías.
Podemos preguntarnos a continuación, cuáles son los mejores fondos de inversión. La respuesta a esta pregunta difícilmente será precisa. En realidad, entre la gran variedad de fondos, se pueden elegir los que mejor comportamiento pasado exhiben, pero esto no garantizará su evolución futura. Sólo podemos estimar que, en similares circunstancias y asumiendo la continuidad del gestor, el fondo continuará evolucionando de forma similar.
El primer requisito para crear una cartera de fondos de inversión es definir el propósito de la inversión y el nivel de riesgo que se está dispuesto a asumir. En base a esto, se seleccionarán los fondos de inversión asignándole a cada uno un peso en la cartera. Así de sencillo. El objetivo de la inversión varía en cada caso. Puede ser la adquisición de una vivienda, ahorrar para la educación de los hijos o jubilarse confortablemente.
O también se puede definir el retorno que se espera obtener a partir de una inversión: por ejemplo, una tasa de rentabilidad anual compuesta de 15 por ciento durante los próximos tres años. En el proceso para definir este objetivo se debe tener en cuenta el horizonte temporal de la inversión (o duración de la inversión), la cantidad de riesgo que se está dispuesto a asumir y el volumen de capital del que se dispone para invertir.
Los fondos de renta variable, de cualquier capitalización de mercado, son una buena opción de inversión. La flexibilidad para invertir en cualquier tipo de compañía, sin tener en cuenta su tamaño, permite al gestor generar mejores retornos ajustados por riesgo.
Otra opción para incluir en una cartera diversificada de bonos y acciones son los fondos mixtos, con sus diferentes variaciones en base al porcentaje de asignación a renta variable y renta fija. De este grupo, los mixtos flexibles suponen una alternativa especialmente interesante, ya que son fondos en los que el gestor cuenta con la flexibilidad de cambiar los porcentajes de bonos y acciones de acuerdo con la situación del mercado.
Si el objetivo es ahorrar durante aproximadamente un año, para objetivos muy a corto plazo como pueden ser unas vacaciones o la compra de un automóvil, los fondos más adecuados serían los Monetarios. Incluso se puede dejar el capital aparcado en uno de estos fondos hasta asegurarse sobre dónde invertir. Por el contrario, si el objetivo de inversión es a largo plazo, los fondos que siguen un estilo value de inversión son una buena opción. Similares a los fondos de renta variable de cualquier capitalización de mercado, se diferencian de ellos en que su filosofía de selección se centra en valores infravalorados por el mercado.
Para horizontes de inversión de 1 a 3 años, como puede ser comprar una casa o la celebración de una boda, con un nivel de riesgo moderado, se pueden considerar los Fondos de Renta Fija a Corto Plazo. De forma similar, se puede invertir en otras categorías de fondos de renta variable de pequeña/mediana capitalización o de deuda a largo plazo, si se siguen otras estrategias de inversión.
Una vez conocido el propósito de cada categoría, se pueden seleccionar las categorías de acuerdo con el objetivo y horizonte de inversión. Por ejemplo, para una cartera de fondos de bajo riesgo a tres años, se podría invertir un 80 por ciento en fondos a corto plazo, para mantener un nivel de riesgo moderado, y un 20 por ciento en fondos mixtos flexibles, que permitan participar de las subidas del mercado de renta variable, pero manteniendo el nivel de riesgo bajo.
Para una inversión a un año, se puede asignar un 70% a fondos de muy corta duración y un 30 por ciento en fondos que inviertan en depósitos o en liquidez. Si se trata de una cartera para la jubilación y aún queda un largo periodo de más de 10 años, se puede tomar el riesgo de incluir un 80 por ciento en renta variable y un 20 por ciento en renta fija, invirtiendo un 60 por ciento en un fondo mixto flexible y un 40 por ciento en uno de renta variable de cualquier capitalización.
En cualquier caso, estos son solo algunos ejemplos. La asignación de porcentajes a cada tipo de fondo es el paso más importante en la construcción de la cartera, por lo que sería aconsejable solicitar la ayuda de un asesor financiero.
Una vez definidas las categorías en las que se va a invertir, el siguiente paso es elegir los fondos. En este punto es necesario tener en cuenta que, para analizar los fondos e identificar los mejores, solo disponemos de datos históricos, mientras que los retornos esperados dependerán del comportamiento futuro de estos fondos, por lo que parece una tarea imposible. Por lo tanto, no tiene sentido intentar estimar cual va a ser el fondo con mejor comportamiento, pero sí tratar de limitar el riesgo de la cartera, teniendo en cuenta los tres factores más importantes al seleccionar un fondo.
En primer lugar, el retorno ajustado por el riesgo, considerando que un fondo de elevado retorno y mayor riesgo no tiene por qué ser mejor que un fondo de retornos medio con muy bajo riesgo. El segundo factor, la evolución histórica de rentabilidades del fondo; es importante conocer el periodo de vida del fondo y la consistencia en sus resultados. Y, por último, los costes y comisiones del fondo; si tiene comisión de suscripción/reembolso y cuál es el coste total por comisiones.
Una vez construida la cartera, es importante hacer un seguimiento de la inversión. Al contrario de lo que sucede en la inversión a través de acciones, no es necesario comprobar la evolución de la cartera diariamente. Debería ser suficiente con hacer comprobaciones mensuales para modificarla si observamos que se desvía de los objetivos marcados. El reequilibrado de una cartera es un proceso por el que se revisan las inversiones y se hacen cambios, si se han variado los objetivos o el comportamiento de los fondos incluidos en la cartera. Podría resultar conveniente solicitar la ayuda de un asesor financiero para reequilibrar la cartera.
Paula Mercado, directora de análisis de VDOS Stochastics y quefondos.com