El hecho de que precios y rendimientos (cupones) de los bonos se muevan en direcciones opuestas puede parecer confuso. Ambos factores actúan como un balancín: cuando los rendimientos de los bonos suben, los precios bajan y, viceversa, cuando los rendimientos de los bonos bajan, los precios suben.
Dicho de otro modo, un incremento en el rendimiento del bono a 10 años desde el 2,2% al 2,6% es negativo para el mercado de bonos, porque el tipo de interés del bono se mueve hacia arriba cuando el mercado de bonos tiene tendencia bajista. Esto sucede en gran parte porque el mercado de bonos está impulsado por la oferta y la demanda de dinero para invertir. Si los inversores no están dispuestos a utilizar su dinero para comprar bonos, el precio de estos baja y esto hace que los tipos de interés suban.
El hecho de que los tipos de interés suban puede atraer compradores de bonos de nuevo a este mercado, impulsando los precios de nuevo al alza y, nuevamente, a los tipos de nuevo a la baja. Inversamente, un movimiento a la baja en el tipo de interés del bono del 2,6% al 2,2%, en realidad indica un comportamiento positivo del mercado, hay una elevada demanda. En definitiva, como en cualquier otra transacción, no hay nada gratis en el mundo de la inversión.
Desde el momento en que se emiten los bonos hasta la fecha en que vencen, se negocian en el mercado abierto, donde precios y rendimientos cambian continuamente. Como resultado, los rendimientos convergen hasta el punto en que a los inversores se les paga aproximadamente el mismo rendimiento total por el mismo nivel de riesgo. Esto evita que un inversor pueda comprar un pagaré del Tesoro a 10 años con una rentabilidad al vencimiento del 8%, mientras que otro sólo genere el 3%. Funciona de esta manera por la misma razón por la que una tienda no puede pedir a sus clientes que paguen 3 euros por un litro de leche, cuando en otra tienda de la misma calle puede conseguirse por tanto sólo 1,20 euros.
Los siguientes ejemplos pueden ilustrar la relación entre precios y rendimientos de los bonos en los diferentes escenarios posibles.
1) Los tipos de interés suben
Consideremos un bono corporativo que esté disponible en el mercado en un año determinado con un cupón, o tipo de interés del 4% y que llamaremos bono A. Los tipos de interés vigentes suben durante los próximos 12 meses y, un año después, la misma empresa emite un nuevo bono, llamado bono B, pero este ofrece un cupón del 4,5%. ¿Por qué un inversor compraría el bono A con un rendimiento del 4% cuando podría adquirir el bono B con un rendimiento del 4,5%? Nadie haría eso, por lo que el precio original del bono A necesita ahora ajustarse a la baja para atraer compradores. Pero ¿hasta dónde cae su precio?.
El bono A tiene un precio de 1.000 euros con un pago de cupón del 4%, y su rendimiento inicial al vencimiento es del 4%. En otras palabras, paga 40 euros de intereses cada año. En el transcurso del año siguiente, el rendimiento del bono A se ha movido al 4,5% para ser competitivo con los tipos de interés de referencia, como se refleja en el rendimiento del 4,5% del bono B. Debido a que el cupón, o tipo de interés, no cambia, el precio del bono debe caer a 900 para mantener el rendimiento del bono A igual al del bono B. Si dividimos 40 euros por 900 el resultado nos da a un rendimiento del 4,5%. Posiblemente la relación no será tan exacta en la vida real, pero este ejemplo simplificado ayuda a proporcionar una ilustración de cómo funciona el proceso.
2) Aumentan los precios de los bonos
En este ejemplo, se produce el escenario opuesto. La misma empresa emite un bono A con un cupón del 4%, pero esta vez los tipos de interés bajan. Un año después, la compañía puede emitir nuevos bonos de deuda al 3,5%. ¿Qué pasa con el bono A? En este caso su precio debe ajustarse al alza a medida que su rendimiento cae en línea con la emisión más reciente.
De nuevo, el bono A llegó al mercado a 1.000 euros, con un cupón del 4%, y su rendimiento inicial al vencimiento es del 4%. Al año siguiente, la rentabilidad del bono A se ha movido al 3,5% para igualar el movimiento de los tipos de interés vigentes, tal como se refleja en la rentabilidad de 3,5% del bono B. Debido a que el cupón sigue siendo el mismo, el precio del bono debe subir a 1.142,75 euros y, como consecuencia de este aumento en el precio, el rendimiento del bono o el pago de intereses debe disminuir, porque el cupón de 40 euros dividido por 1.142,75 equivale a 3,5%.
Resumiendo, los bonos que ya han sido emitidos y que continúan cotizando en el mercado secundario deben reajustar continuamente sus precios y rendimientos para mantenerse en línea con los tipos de interés vigentes.
Un descenso de los rendimientos significa que un inversor puede beneficiarse, además del pago del cupón, de la apreciación del capital por su aumento de rentabilidad. Por el contrario, el aumento de los tipos puede conducir a la pérdida de capital, perjudicando el valor de los bonos y los fondos que invierten en estos bonos. Los inversores pueden encontrar varias formas de protegerse contra el aumento de los tipos en sus carteras de bonos, como cubrir su inversión invirtiendo en un fondo de bonos inverso.