El comienzo de un nuevo año es un buen momento para pensar en nuevos proyectos, de esos que incluimos en la lista de buenos propósitos que tanto nos cuesta cumplir. En lo que respecta a la planificación económico-financiera, estaría bien que uno de estos propósitos se refiriera a la asignación de una cantidad mensual a una inversión, de acuerdo con un plan personal de inversión que cada uno puede desarrollar individualmente, o con la ayuda de un asesor financiero.
¿Por qué la asignación de una cantidad mensual a una inversión es importante? Porque además de suponer un compromiso para la consecución de un objetivo concreto en el futuro, se beneficia de la magia del interés compuesto. Cuando invertimos en un producto financiero, nuestro objetivo es rentabilizar el capital invertido, gracias a los intereses generados por el préstamo de ese capital. Y cuando se trata de calcular el interés de una inversión se puede hacer de dos formas: interés simple e interés compuesto.
El interés simple es un porcentaje definido sobre el capital que se genera periódicamente, habitualmente cada año, y que raramente se pone en práctica. Por otro lado, el interés compuesto se aplica tanto a préstamos como a depósitos y, en esencia, representa «el interés sobre el interés», la razón del éxito de muchos gestores de fondos y de muchos inversores.
Supongamos que invertimos 10.000 euros a un interés simple de 8%. Esto significaría obtener 800 euros más después del primer año, 800 más en el segundo y lo mismo sucedería año tras año. Según la fórmula simplificada de Cf = Ci x (1+rt) el capital resultante al final de la inversión sería Cf = 10.000 x (1+8%x30) que nos daría 34.000 euros al final de 30 años.
Sin embargo, si la inversión fuera a un interés compuesto anual de 8%, no se percibiría diferencia alguna durante el primer año, en que se recibirían los mismos 800 euros por pago de intereses que en el caso del interés simple. Pero, a partir del segundo año comenzaría a percibirse un cambio, ya que el interés se calcularía en base al capital acumulado durante el primer año, 10.800 euros, lo que produciría un pago de interés de 864 euros, que a su vez sería considerado para el cálculo del interés del tercer año.
Es sorprendente lo rápidamente que puede hacer aumentar el capital este método a lo largo del tiempo. Con el interés simple del 8%, como hemos visto, la inversión inicial de 10.000 euros se convertiría en 34.000 después de 30 años. Sin embargo, con el interés compuesto, el valor final de la inversión después de 30 años superaría los 100.000 euros.
Pueden hacerse los cálculos de forma sencilla en una hoja de Excel o se pueden aplicar las fórmulas de cálculo, que en el caso del interés compuesto sería Cf = Ci (1+r) t que para este ejemplo sería Cf = 10.000 (1+8%) 30 resultando un capital final de 100.627 euros. Según muestra el gráfico, el resultado es verdaderamente sorprendente y apoya de forma imbatible la tesis de la inversión con aportaciones periódicas que tan beneficiosa puede ser para un objetivo de inversión tan importante como puede ser la jubilación.
Paula Mercado, directora de análisis de VDOS Stochastics y quefondos.com