La incertidumbre económica continúa en varios frentes: guerra comercial entre Estados Unidos o China (o entre E.E. U.U. y el resto del mundo), Brexit, ralentización en el crecimiento económico. Ninguno de ellos termina de definirse y los inversores, tras los episodios de fuerte volatilidad vividos durante el pasado año, han comenzado a buscar activos refugio, primando la conservación del capital sobre la rentabilidad. Y en el reino de los activos refugio, el oro es el rey.
Si bien se ha especulado sobre su utilidad en la economía moderna, donde el papel moneda es ampliamente utilizado para las transacciones comerciales, lo cierto es que el oro continúa manteniendo su valor. Así lo demuestra la escalada de su cotización durante el año, de un 17%, llegando a los 1.500 dólares la onza, un nivel no alcanzado desde abril de 2013.
Las razones por las que el oro continúa siendo importante en la economía moderna se centran en el hecho de que el oro ha conseguido preservar la riqueza a lo largo de miles de generaciones, desde que los antiguos egipcios comenzaron a utilizarlo en joyería. Cuando los mercaderes quisieron crear una forma de dinero estándar y transferible, que facilitara el comercio, la solución que pareció satisfacerles fue la creación de una moneda de oro estampada con un sello, ampliamente aceptada y reconocida, por serlo ya las joyas de oro.
Los bancos centrales de todo el mundo lo utilizan como almacén de valor, considerando que un cierto porcentaje de oro es una forma de diversificar las reservas de divisas, reduciendo así el riesgo de su balance financiero. El oro tiende a mantener su valor con el tiempo, lo que es otra forma de decir que es una cobertura contra la inflación. El precio sube porque el valor de las divisas de referencia está bajando lentamente. Si bien el oro ha conservado su poder adquisitivo en los últimos 100 años, no puede decirse lo mismo de las divisas.
A veces se dice que el oro no sirve para ganar dinero, pero ese realmente depende del número de participantes en este mercado. En el periodo entre 2001 y 2011 el oro pasó de 275 dólares a 1.800 dólares la onza. La naturaleza inherente del oro no cambió, pero el número de participantes en el mercado sí lo hizo. Al igual que cualquier bien que es escaso y que tiene una gran demanda, el oro reaccionó y su valor se disparó. Hasta el día de hoy ha conservado aproximadamente un 80 de esas ganancias.
Estas características del oro no lo hacen inmediatamente recomendable como inversión a corto plazo. Su verdadero valor se construye con el tiempo, por lo que podría resultar conveniente asignar al menos un 10% de los ahorros a invertir en el metal precioso por excelencia.
Se puede acceder a la inversión en oro de varias formas: monedas de oro, joyas o barras de oro, que pueden adquirirse en ocasiones especiales como cumpleaños y aniversarios cada año. Una adquisición que aportará diversificación a su cartera de inversiones. Otras alternativas son la adquisición de acciones de compañías cuya actividad principal esté relacionada con la prospección, extracción, tratamiento y comercialización de este metal precioso. O bien de fondos de inversión que incluyan en su cartera acciones de estas compañías.
La ventaja de las monedas de oro respecto al resto es que se consideran activos líquidos que pueden ser intercambiados por dinero en efectivo en cualquier momento. Las joyas y las barras de oro son difíciles de vender. La venta de joyas puede incurrir en alguna pérdida (cargos de rotura), mientras que las barras de oro son caras y no todos los joyeros pueden estar interesados en abonar una cantidad tan grande en efectivo.
A través de la historia han caído imperios, ha habido golpes políticos y divisas que han colapsado. Durante esas etapas, los inversores que poseían oro fueron capaces de proteger con éxito su riqueza y, en algunos casos, incluso utilizarlo para escapar de toda la agitación. En consecuencia, cada vez que hay noticias que insinúan algún tipo de incertidumbre económica global, los inversores adquirirán oro.