¿Viene una recesión? El contexto económico es confuso y esta es una de las principales preguntas que se plantea el pequeño ahorrador e inversor. Un indicador al que mirar es la curva de tipos de interés, que según se comporte puede darnos señales de que se avecina una recesión.
La curva de tipos es la representación gráfica de la línea que une los rendimientos de bonos con diferentes vencimientos pertenecientes a un mismo emisor, que puede pedir prestado a muchos plazos diferentes: un mes, dos, tres, hasta llegar a 30 años o más.
Normalmente, los que prestan exigen una rentabilidad más alta a medida que el plazo aumenta, explica Francisco Quintana, director de estrategia de inversión de ING. De esta forma, en condiciones normales la curva de rendimiento tiene una pendiente positiva.
La de bonos de gobierno es la más común, pero existen para cualquier producto en el que haya un préstamo de dinero con varios plazos: mercado interbancario, bonos de empresas, etc.
¿Qué nos dicen los movimientos en la curva?
Como hemos visto, lo normal es que la curva tenga una pendiente ascendente, ya que a más plazo, tipos más altos. Sin embargo, si los inversores comienzan a desconfiar del entorno económico y barajan el riesgo de no cobrar, pedirán tipos más altos, por lo que la curva perderá su forma «natural».
Cuando se habla de “aplanamiento de la curva” se hace referencia a que en el mercado de bonos los tipos de interés a corto y medio plazo están al mismo nivel que los de largo plazo. “Lo normal es que financiar la deuda a largo plazo sea más rentable porque, a más tiempo se posponga un cobro, más riesgo de no se produzca. Cuando vemos la curva “aplanada” significa que el mercado le tiene miedo al corto plazo porque piensa que aumentan las expectativas de que se aproxime una recesión”, explica Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de Nextep Finance.
Pero hay que considerar algunos matices importantes. “Primero, que estamos hablando de un indicador de expectativas, no de una ley física o una regla matemática. Esto quiere decir que, aunque los operadores del mercado anticipen una mayor probabilidad de recesión, también pueden estar equivocados”, advierte Alvargonzález.
Quintana también considera que su poder de predecir recesiones “está siendo exagerado”. Para empezar, argumenta que cada analista usa un indicador diferente de inversión. “Comparan dos puntos (3 meses versus 10 años; 2 años vs 30 años, etc.) y unos funcionan y otros no. Además, no nos dice nada del timing. Cuando ha predicho una recesión correctamente, a veces se ha materializado 3 meses más tarde, a veces dos años después. Además, en algunas ocasiones, no hubo recesión. Por todo esto, es un indicador de utilidad limitada”, advierte.
Por otro lado, la curva invertida implica que los inversores están viendo un futuro difícil, explica Quintana. “Tipos altos en el corto plazo, que probablemente acabarán provocando una recesión, y, por lo tanto, tipos más bajos en el medio plazo. Sin duda, cuando ocurre hay tensiones en el corto plazo y nubes de tormenta en el largo”, añade.
Fuente: Edufinet
¿Por qué es tan importante la curva de tipos como indicador?
“Una curva cuenta historias diferentes”, adelanta Quintana. La parte “corta”—la que muestra las rentabilidades a corto plazo—responde a lo que hacen los bancos centrales. “Si suben tipos, están encareciendo los préstamos a corto plazo que se dan al sistema bancario. Esto encarece toda la financiación a corto plazo, incluyendo la de los gobiernos que tendrán que ofrecer un tipo de interés mayor para que le presten dinero”, explica.
En cambio, la parte “larga”, la que recoge los tipos de interés de bonos a 10 o más años, refleja la expectativa de los inversores sobre la evolución macroeconómica del país, nos habla de la macro. “Lo que haga el banco central hoy da igual dentro de 20 años. Si el país tiene riesgo de inflación crónica, los tipos a largo plazo (la parte final de la curva) estará alta. Si se espera crecimiento débil, estarán bajos”, añade.
La posibilidad de entrar en recesión
Suenan campanas de recesión. Según explica Quintana, la tesis es que la inflación y los tipos altos perdurarán y acabarán ahogando el crecimiento, algo que ya está pasando, y que está provocando recortes en las previsiones de crecimiento en todo el mundo.
Otra cosa, según advierte el experto de ING, es que provoque una recesión—que normalmente se define como dos trimestres de crecimiento secuencial negativo—o que, en caso de provocarla, ésta sea duradera. “Eso no es nuestro escenario central ahora mismo. Pero el riesgo está ahí. Bloomberg lo estima en casi un 40% para finales de 2023 en EE. UU. y lo más peligroso es que este tipo de previsiones pueden convertirse en profecías autocumplidas. El ruido acerca de recesión puede paralizar el consumo y la inversión y, por tanto, provocar esa recesión”, alerta.
Ante este escenario en el que reina la incertidumbre y que ha sido muy difícil para los inversores, sobre todo para los conservadores, Quintana señala que, como en toda crisis, es buen momento para reflexionar sobre nuestro perfil de riesgo.
“Si somos muy conservadores o estamos invirtiendo para el corto plazo, podría ser que lo mejor fuera no estar invertido ahora mismo, a pesar de que la inflación se come el 8% del poder de compra de ese ahorro aparcado. Si estamos dispuestos a quedarnos años en el mercado, ésta es una oportunidad de comprar esas empresas y bonos que a principios de año nos parecían caras”, aconseja.
“Como todas, esta crisis no va a ser eterna”, concluye.