Un tercio de la población española es sénior. España es uno de los países con mayor esperanza de vida y a la población mayor de 55 años se le atribuye el 25% del PIB. Su importancia es innegable, hay 4 millones de sénior activos, el 60% del gasto en España en 2019 fue realizado por los mayores de 55 años y un 40% del censo electoral tiene más de 50. Una serie de datos que nos adelantan que la economía senior es una parte sustancial de la economía.
Se trata de una generación con poder adquisitivo alto, que sigue teniendo la intención de vivir muchos años en su hogar, que apenas va al médico y que cada día son más digitales, según se desprende del III Barómetro del Consumidor Sénior, elaborado por la Fundación Mapfre, en colaboración con Google, y en el que se ha entrevistado a 1.125 mayores de 55 años en España. “El objetivo es demostrar que es una generación que supone un motor económico frente a la teoría de que son un lastre”, ha señalado Iñaki Ortega, coordinador del informe, en la presentación del estudio.
Desciende el ahorro
Menos de la mitad de la población sénior española consigue ahorrar a final de mes (43%). Tres de cada diez (32%) ahorran hasta un 10%, mientras que el 44% lo hace entre un 11% y un 30%. Además, la tendencia es decreciente, un dato que ha podido verse influido por la pandemia. A lo largo de los últimos tres años se observa un descenso en el porcentaje los sénior que ahorra a final de mes, pasando de un 56% en 2020, a un 48% en 2021 y un 43% en 2022.
El ahorro se realiza con el fin de obtener seguridad y tranquilidad ante posibles imprevistos, para poder hacer frente a futuras situaciones de enfermedad y dependencia, así como para ayudar a familiares. Entre las principales causas destaca la de estar preparado ante posibles imprevistos económicos (30%).
Ahorrar para la jubilación no se encuentra entre las preferencias y destaca cómo el porcentaje de sénior que cuenta con un plan de pensiones ha disminuido del 24% en 2020 y 2021, al 19% actual. Es decir, solo uno de cada cinco sénior tiene contratado este producto de ahorro para la jubilación. Esta disminución de la contratación de planes de pensiones es una consecuencia directa, según ha explicado Juan Fernández Palacios, director del Centro de Investigación Ageingnomics, del empeoramiento de los incentivos fiscales (han pasado de 8.000 a 1.500 euros).
“El mensaje es que ahorrar a través de planes de pensiones no es algo importante, si no, no se empeorarían las condiciones. Es la prueba de lo que se ha dicho desde la patronal”, añade. Además, el experto ha señalado el error que se ha cometido en los tiempos, mientras la rebaja de los incentivos fiscales ha sido una realidad, la ley de impulso de los planes de empleo no lo es.
Por otro lado, el porcentaje de población sénior con cargas en forma de hipoteca o préstamos se mantiene estable. Según el informe, uno de cada cuatro (25%) paga actualmente algún préstamo y/o hipoteca y en dos de cada tres casos (64%) su pago supone menos del 30% de los ingresos percibidos. Con respecto a los seguros que estas personas contratan, el porcentaje sigue siendo muy alto, 96% (dos puntos menos que en 2021) y la póliza más contratada sigue siendo el seguro de hogar (82%), seguido del de automóviles (73%) y decesos (56%).
Solo el 15% alargaría su vida laboral
Solo 1 de cada 10 (15%) desearía alargar su vida laboral más allá de la edad de jubilación. Así lo refleja el barómetro de este año, que, a pesar de esta cifra, detecta un mayor interés en la prolongación de la vida laboral, especialmente entre las personas de más de 71 años (20%) y entre las que tienen estudios superiores (29%).
Según el estudio, un 30% de la población sénior estaría dispuesta a mudarse a un entorno más rural y aislado para seguir trabajando, una cifra que se aleja de aquellos que estarían dispuestos a reducir su salario a cambio de disminuir su carga de trabajo (18%) y de emprender un nuevo negocio (8%). Ante estos resultados, Fernández señala que la jubilación parcial y la activa necesitan más incentivos.
Pesimismo e inseguridad económica
El informe refleja un aumento del pesimismo y la incertidumbre de los seniors respecto a su situación económica, quizás relacionado con la bajada de su capacidad de ahorro, y pone de manifiesto otras realidades, como que reducir el gasto en sanidad o vivienda limitaría su calidad de vida; que ven la vivienda como una herramienta económica para mejorar su bienestar; que quieren seguir viajando; y que no desean alargar su vida laboral.
En el contexto actual, más de la mitad de la población sénior (55%) se muestra insegura con respecto a su situación económica, un porcentaje especialmente alto entre los sénior entre 55 y 60 años (64%) y las clases activas (61%). El informe también destaca que el precio actual de la energía y el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas representa un riesgo para su estilo de vida (74% y 55%, respectivamente).