La inflación es el gran riesgo que corre el inversor si deja sus ahorros debajo del colchón o, lo que es lo mismo, en vehículos de ahorro que no le ofrezcan ninguna rentabilidad. Se podría decir que, si no ponemos a trabajar nuestros ahorros, literalmente los iremos perdiendo como consecuencia de la subida de los precios. Además, los expertos recuerdan que el escenario de los últimos años no es lo normal y, más al contrario, el objetivo que persiguen los bancos centrales es mantener una inflación en el entorno del 2%.
Puede que en un año el efecto no sea determinante, máxime cuando en los últimos tiempos la inflación ha estado en niveles muy bajos, pero si tomamos como referencia un período de tiempo más largo, el efecto sobre nuestro patrimonio puede ser devastador.
Para verlo de una manera más gráfica podemos utilizar esta herramienta diseñada por JP Morgan en la que, al elegir un período de tiempo determinado, podemos apreciar el efecto de la inflación sobre nuestros ahorros. Si en un año perdemos un 2% (siempre y cuando la inflación no supere ese porcentaje), en 10 años habremos perdido el 18% del patrimonio y en 30 años un 44,8%.
¿Qué podemos hacer para combatir la inflación?
El primer objetivo de cualquier inversión debe ser la preservación del patrimonio, es decir, mantener el poder adquisitivo de nuestros ahorros combatiendo los efectos de la inflación en cada momento. Existen diferentes clases de activos financieros en los que podemos invertir, pero no todos nos ayudarán en este objetivo.
Así, en el siguiente gráfico de la web Fund your future de JP Morgan podemos comprobar cómo, en el contexto actual, la renta fija gubernamental ofrece una rentabilidad del 0,2% que no consigue amortiguar el efecto de una inflación al 2%. Otros activos, como la renta variable de mercados emergentes, ofrece una rentabilidad media del 2,8%, que nos permitiría un rendimiento neto del 0,8% mientras que la de mercados desarrollados eleva la rentabilidad al 3,7%. El mayor retorno lo encontraríamos en los activos de mayor riesgo o high yield.
Con independencia del activo financiero que consideremos más adecuado para nuestro perfil de riesgo, la clave estará siempre es batir a la inflación y analizar la rentabilidad de cualquier inversión descontando el efecto de la misma.