Los fondos de rentabilidad absoluta pretenden ofrecer al inversor un rendimiento positivo (“absoluto”) con independencia de si el mercado en el que más invierten sube o baja, aunque sin garantizarlo. La rentabilidad se verá afectada por los movimientos del mercado y las decisiones de inversión tomadas por el gestor del fondo.
La inversión de rendimiento absoluto puede aplicarse a muchas clases de activos y a una serie de técnicas, pero aquí nos centraremos en los fondos invertidos en acciones de empresas (“renta variable”) utilizando un enfoque “largo/corto”. Al hablar con un asesor financiero podrá debatir si invertir en fondos de rentabilidad absoluta puede ser una opción adecuada para usted.
¿En qué se diferencia la inversión de rentabilidad absoluta de la inversión tradicional?
Los fondos de inversión tradicional adquieren acciones en empresas cuyo valor subirá a juicio del gestor del fondo. Su éxito (o no) se mide habitualmente en relación con un índice de empresas de la región en la que se invierte, conocido como “índice de referencia”.
Por ejemplo, un índice de renta variable británica puede medirse con el FTSE All-Share Index y un fondo de renta variable europea con el MSCI Europe Index. Se dice que estos fondos se gestionan sobre una base de “rendimiento absoluto”, lo que quiere decir que buscan ofrecer rendimientos por encima de, o en relación a, su índice de referencia.
¿Cómo funciona un fondo de rentabilidad absoluta?
Los gestores de fondos de rentabilidad absoluta pueden ganar dinero invirtiendo en acciones tanto cuando éstas suben como cuando bajan. A menudo esto se denomina una estrategia “larga/corta” o “long/short”.
Una posición “larga” es cuando un gestor adquiere acciones en una empresa (o índice de empresas), esperando que suba su valor. Así es como invierte un fondo de inversión tradicional. Una posición “corta” es cuando un gestor adopta una posición en lo que creen que puede ser una empresa sobrevalorada (o en un índice de empresas), lo que permite obtener beneficios si el precio de las acciones cae. El riesgo es que, si el gestor se equivoca al predecir una caída de los precios, la posición perderá dinero.
Así que el rendimiento depende de la capacidad de un gestor para escoger correctamente los valores cuyo precio suba y baje. Al utilizar una estrategia de rendimiento absoluto, un gestor tiene una gama de herramientas más amplia a su disposición que un gestor tradicional con una estrategia “solo larga”. Esto incluye derivados, que son instrumentos financieros cuyo precio se deriva de uno o más activos subyacentes; en este caso, acciones. Son instrumentos más complejos y el gestor puede utilizarlos para aumentar o reducir el riesgo asumido. Así pues, los inversores en fondos de rendimiento absoluto deben asegurarse de estar cómodos con las herramientas extra que el gestor puede utilizar.
¿Cuáles son sus pros y contras?
Los fondos de rentabilidad absoluta pueden ayudar a contribuir a diversificar una cartera de fondos de inversión tradicionales. Mezclar varios tipos de fondos puede aumentar el riesgo, generando rentabilidades diferentes tanto en el modo como en el momento. Esto quiere decir que mientras un enfoque puede funcionar mal, otro podría funcionar bien; por lo que el resultado neto puede ser un rendimiento general más estable, con una menor volatilidad.
Una importante desventaja es que cuando el valor de un mercado en el que un fondo de rendimiento absoluto invierte se incrementa rápidamente durante un período prolongado de tiempo, es improbable que el fondo proporcione el mismo rendimiento elevado que un fondo de rendimiento relativo. Pueden, sin embargo, ofrecer una tasa de rendimiento más sólida a largo plazo.
¿Qué buscar a la hora de escoger un fondo de rentabilidad absoluta?
Dado que los fondos de rentabilidad absoluta tienen unos objetivos de inversión distintos a los fondos tradicionales, requieren que sus gestores tengan más habilidades si quieren tener éxito. Es importante que valore la capacidad del gestor del fondo para ofrecer rendimientos absolutos en diferentes condiciones de mercado y de controlar el riesgo de forma efectiva. Al hacerlo, los gestores deberían ser capaces de mejorar las características de riesgo- rendimiento de una cartera (la cantidad de rendimiento esperado para un determinado nivel de riesgo).