La mayoría de las campañas de gestoras de fondos dirigidas a inversores incluyen grandes dosis de jerga financiera como interés compuesto, deuda, acciones, híbridos. Términos que, por lo general, le resultan completamente desconocidos al inversor individual, tanto como los buenos propósitos de ser un inversor disciplinado y alcanzar los objetivos marcados.
Estudios realizados han demostrado que lo único que recuerdan los inversores que se aventuran en el mundo de los fondos por primera vez es la advertencia «los fondos de inversión están sujetos a riesgos de mercado, lea detenidamente los documentos antes de invertir», aun cuando no entiendan realmente lo que significa. Aparte del reto intelectual que supone elegir un fondo de entre miles, ni siquiera tienen claro en lo que consiste un fondo de inversión.
Para aproximarnos a la inversión de un modo que nos resulte más familiar, podemos apoyarnos en las finanzas conductuales. Según este campo de estudio, las personas no actúan de forma tan racional a la hora de invertir como la teoría tradicional lo presentaba.
Para los inversores que sientan curiosidad sobre la influencia de las emociones y los sesgos en las cotizaciones de las acciones, las finanzas conductuales ofrecen algunas descripciones y explicaciones interesantes.
Según esta teoría, los sesgos pueden clasificarse como emocionales o cognitivos, dependiendo de que estén motivados por sentimientos y emociones, o bien por diferentes fallos derivados de deficiencias al interpretar la información. Algunos de los sesgos emocionales más frecuentes son exceso de confianza, autocontrol, status quo, dotación, aversión al remordimiento y afinidad.
Cuando el inversor sobreestima su habilidad para predecir, para valorar activos y para tomar decisiones se está dejando llevar por el sesgo de exceso de confianza. Si infravalora sus objetivos a largo plazo, por falta de disciplina, prefiriendo consumir hoy antes que ahorrar para el futuro, incurre en el denominado sesgo de Autocontrol. El inversor que elige no salir de su zona de confort y no considera modificar su cartera para obtener mejores rentabilidades, se ve afectado por el sesgo de status quo.
A los que heredan una cartera y les cuesta desprenderse de ella, aún si su riesgo no es el adecuado para su perfil, se dejan llevar por el riesgo de dotación. Otros, por excesivo conservadurismo, obtienen una menor rentabilidad a largo plazo basándose en el argumento de «hasta que no vendo, no pierdo» incurriendo en el sesgo de aversión al remordimiento. Y uno de los sesgos más comunes, el riesgo de afinidad, se refiere a la tendencia de invertir en activos que resulten más familiares o conocidos.
Un principio de la ciencia conductual de gran interés es el de sobrecarga cognitiva, que muestra que un exceso de opciones y de información tiene como resultado la indecisión. Según un experimento realizado en un supermercado, se colocó un stand que ofrecía 24 variedades de mermeladas de un solo fabricante y otro que presentaba 6 tipos de mermeladas diferentes. El resultado fue que sólo un 3% de los que se acercaron al de 24 compraron una mermelada, mientras que fueron un 30% de los que se acercaron al stand con sólo 6 variedades los que decidieron comprar.
De forma similar, otro experimento realizado en Estados Unidos entre una población de 800.000 trabajadores y los planes de jubilación que su empresa ponía a su disposición demostraba que la participación era de alrededor del 75 por ciento, si las opciones eran únicamente 2, mientras que cuando se podía optar por 59 fondos diferentes, la participación se reducía hasta el 60%. Sería pues recomendable que el concepto de fondos de inversión se hiciera sencillo y fácil de entender, sin utilizar jerga técnica que suponga una sobrecarga cognitiva para los inversores principiantes.
C. Pero hasta ahora no han conseguido aún desarrollar un modelo que prediga el futuro, simplemente explicando lo que hizo el mercado en el pasado, con ayuda de la retrospectiva.
La lección que sí se puede extraer, sin embargo, es que si bien esta teoría no puede decir a los inversores cómo batir al mercado, sí indica claramente que la sicología es la causante de que las cotizaciones del mercado y sus fundamentales puedan divergir durante un largo periodo de tiempo.
Las finanzas conductuales no ofrecen milagros, pero tal vez pueden ayudar al inversor a auto enseñarse para tener en cuenta sus propios sesgos y evitar así errores que disminuyan la rentabilidad de sus inversiones.
Paula Mercado, directora de análisis de VDOS Stochastics y quefondos.com