Cada vez son más los inversores que reconocen que los activos digitales presentan características únicas que los distinguen como una nueva clase de activo, y es precisamente esa condición de activo incipiente lo que hace necesario que se comprendan bien los riesgos inherentes a las criptomonedas.
Según una encuesta de inversores institucionales realizada en 2023 por Fidelity Digital Assets (filial de Fidelity Investments en Estados Unidos), la volatilidad de los precios y la seguridad son consideraciones esenciales para los inversores.
Riesgo de capital: invertir nunca es gratis
La inversión en criptomonedas, incluido el bitcoin, entraña riesgos similares a los de las finanzas tradicionales, como el potencial de pérdida de capital permanente y volatilidad de los activos, entre otros. En su condición de clase de activo relativamente joven, el bitcoin empezó exhibiendo una volatilidad considerable y llegó a un nivel anualizado de más del 200%. En los últimos años, la volatilidad anualizada ha descendido hasta un rango del 40%-70%.
Aun así, la inversión en esta criptomoneda comporta una volatilidad elevada tanto en términos absolutos como en comparación con activos de riesgo tradicionales como las acciones. Si observamos los datos de los últimos cinco años, el bitcoin ha sido entre tres y cuatro veces más volátil y ha registrado descensos más pronunciados que los activos tradicionales.
Pese a la volatilidad, en términos históricos el bitcoin ha ofrecido rentabilidades sustanciales que han compensado la asunción del riesgo por los inversores. De hecho, en los últimos cinco años, esta moneda digital ha registrado unas rentabilidades ajustadas al riesgo más altas que las de los activos tradicionales, lo que significa que, si bien la volatilidad es más alta, los inversores se han visto sustancialmente recompensados por el riesgo asumido.
Resulta especialmente interesante comprobar que, si solo tenemos en cuenta el riesgo de pérdidas, como el ratio de Sortino -métrica empleada para determinar la rentabilidad adicional por cada unidad de riesgo bajista-, el ratio del bitcoin ha mejorado y superado al de los activos tradicionales. Este dato proporciona a los inversores una perspectiva sobre la cantidad de riesgo bajista que están aceptando en relación con el potencial de rentabilidad.
Al observar más detenidamente los resultados obtenidos por el bitcoin, identificamos una distribución bimodal en comparación con la renta variable. Ocasionalmente, el bitcoin experimenta movimientos alcistas significativos que imprimen un sesgo positivo a sus rentabilidades. Aunque también ha registrado una alta volatilidad a la baja, a lo largo del tiempo ha habido más casos de subidas rápidas de precios.
A medida que el bitcoin sigue evolucionando y ganando más adeptos como clase de activo, su volatilidad va disminuyendo. Si la comparamos con la de títulos individuales prominentes que suelen estar presentes en las carteras de los inversores tradicionales, vemos que la volatilidad del bitcoin se asemeja a la de algunos de esos valores de renta variable.
Por ejemplo, si se observan los datos de volatilidad histórica realizada en 360 días de todos los componentes del S&P 500, la volatilidad del bitcoin está dentro del rango de la de 48 empresas del S&P 500, cuando no es inferior. Además, si nos fijamos en la volatilidad a un año de los “Siete Magníficos”, un grupo de títulos destacados y muy influyentes, la volatilidad del bitcoin no sale mal parada de la comparación.
En sus 15 años de existencia, el bitcoin ha registrado un crecimiento resiliente y ha dado señales de madurar en paralelo con las novedades de la regulación y el acceso al mercado mejorado. Lo que esto significa es que el impacto de nuevas entradas de capital será menos relevante debido al aumento del tamaño del mercado.
En general, la volatilidad del bitcoin ha disminuido y se prevé que continúe haciéndolo. Este dato también apunta a que el riesgo de que esta criptomoneda pierda valor va disminuyendo con el tiempo.
Riesgo tecnológico: la importancia de una infraestructura de nivel institucional
A pesar de las noticias publicadas sobre fondos robados en mercados de criptomonedas tradicionales, el total de sustracciones en plataformas de criptomonedas descendió un 54% en 2023 en comparación con 2022. Sin embargo, teniendo en cuenta el dato de más de 1.700 millones de dólares en valor de activos robados – según Chainalysis Crypto Crime Report 2024-, el riesgo de seguridad sigue estando ahí. La ausencia de regulación exhaustiva y de acceso seguro al mercado del bitcoin implica un reto significativo a las instituciones que se plantean entrar en oportunidades de inversión en activos digitales.
Existen dos tipos principales de soluciones de custodia en criptomonedas: la autocustodia y la custodia por terceros, que a su vez puede dividirse en custodia completa y semicustodia.
1.- Autocustodia: Permite a las personas físicas gestionar sus criptomonedas de forma autónoma, sin intervención de terceros. Los usuarios tienen todo el control de sus claves y sus activos digitales. Sin embargo, ellos son los únicos responsables de mantener sus saldos de criptomonedas seguros y vigilados. Si las claves no se guardan adecuadamente, o si alguien accede a ellas, la consecuencia puede ser la pérdida irreversible de los activos. En un contexto institucional, eso significa que la institución tendrá que realizar una inversión sustancial en hardware para mantener seguras las claves privadas, lo que puede generar costes altos y un tiempo de implementación prolongado.
2.- Semicustodia por un tercero: En este caso, los usuarios mantienen el control de sus claves privadas, que comparten con el custodio, lo que equivale a un control total de los activos. Las operaciones deben ser autorizadas tanto por el custodio como por el usuario. Esta modalidad reduce los riesgos asociados a la existencia de un solo punto de fallo y exposición de claves privadas, aunque puede añadir carga operativa debido a unos plazos de firma más largos y unas comisiones por operación más altas.
3.- Custodia completa por un tercero: En este caso, las claves privadas se confían a un custodio profesional. La ventaja de esta solución es que suele traducirse en mejores medidas de seguridad; las limitaciones pueden ser las restricciones de acceso y el control de los activos.
¿Son los instrumentos cotizados regulados la respuesta?
Invertir en productos cotizados / fondos cotizados (ETP / ETF) de criptomonedas ofrece a aquellos inversores que deseen acceder a esta clase de activos una solución de custodia completa de un tercero que reduce las barreras de regulación e infraestructura. Aunque la inversión en bitcoin se ha generalizado aún más con el reciente lanzamiento de ETFs al contado de bitcoin en Estados Unidos, los inversores no deben ignorar totalmente el riesgo asociado y es conveniente examinar las funciones respectivas de emisores y custodios.
Es crucial seleccionar emisores que cuenten con un buen historial en el mercado de criptomonedas y gestión de activos. De este modo, se garantiza que el emisor tiene los conocimientos y la experiencia necesarios para orientarse entre las complejidades del mercado.
Al mismo tiempo, no hay que subestimar la función de un custodio regulado especializado en activos digitales. Dentro de su proceso de diligencia debida, los inversores deben entender los matices de las distintas medidas de custodia disponibles en el mercado. Por ejemplo, las medidas de seguridad aplicadas para proteger los activos, lo que incluye salvaguardas adecuadas y cumplimiento normativo, proceso de gestión y segregación de activos, etc.
La política de seguros es otro elemento crítico cuando hablamos de custodiar activos digitales. Aunque existen varias soluciones de seguros para la custodia de estos activos, no todas las compañías tratan la gestión o la transferencia del riesgo del mismo modo, y la cobertura de seguros puede diferir.
A medida que los inversores van reconociendo los activos digitales cada vez más como una nueva clase de activo, se hace imprescindible entender cabalmente los riesgos asociados a la inversión en bitcoin. El riesgo de capital, caracterizado por la volatilidad y la pérdida potencial de capital, y el riesgo tecnológico, relacionado con cuestiones de infraestructura y seguridad, son aspectos que los inversores sin duda deberán tener en cuenta. Si evalúan esos riesgos y toman decisiones informadas en la selección de inversiones y soluciones de custodia, los inversores podrán operar en el mercado de bitcoin con más confianza.
Análisis realizado por Giselle Lai, Digital Assets, Fixed Income, Investment Management en Fidelity International.