Una calificación crediticia es una opinión sobre la capacidad y la voluntad de un emisor de pagar sus obligaciones financieras futuras en su totalidad y a tiempo. Estas ayudan a los inversores a tomar una decisión de inversión más informada con respecto al riesgo de crédito que están asumiendo. Lo más importante que un inversor debe tener en cuenta es que las calificaciones son comparaciones relativas más que declaraciones absolutas de solvencia crediticia. Es decir, un emisor con calificación triple B (BBB) tiene menos probabilidads de incumplir sus obligaciones de pago que un emisor con calificación doble B (BB) y estadísticamente estos incumplimientos se producirán más tarde, si es que se producen.
Una calificación puede ser obligatoria y pagada por el emisor o por un inversor. Para evaluar el riesgo de crédito, las agencias de calificación aplican sus propias metodologías, pero pueden utilizar la información pública, así como cualquier otra información que el cliente proporcione de forma confidencial.
Una calificación corporativa típica, por ejemplo, examina los aspectos financieros de una empresa (análisis de riesgo financiero), su posición relativa dentro de la industria en la que opera (análisis de riesgo empresarial) y los factores y riesgos fundamentales del sector. Aunque cada agencia de calificación publica sus expectativas de sub puntuación en cada una de las áreas de una calificación determinada, el resultado final no es mecánico como suma de estas puntuaciones, sino más bien el resultado de la discusión entre un grupo de expertos de la agencia (comité de calificación).
El analista principal responsable publicará un informe de calificación que explicará los factores de calificación, los factores de riesgo y las conclusiones para mitigar el riesgo. De esta manera, proporcionará a los mercados una visión de cómo la agencia de calificación espera que se desarrolle la calificación en un futuro previsible (declaración de perspectivas). Una vez publicada, la calificación será objeto de un seguimiento continuo y cualquier cambio necesario deberá publicarse inmediatamente después de una nueva decisión del comité.
El papel de las agencias de calificación en la crisis financiera
Al comienzo de la última crisis financiera, las agencias de calificación se situaron en el «ojo del huracán» por no haber anticipado el riesgo de crédito de algunos países, una cuestión que, más de una década después, sigue siendo objeto de gran debate. Según explica Torsten Hinrichs, COO de Scope Group, «las calificaciones de las agencias son, en última instancia, opiniones con visión de futuro que tienen por objeto ayudar a un inversor a tomar sus propias decisiones con conocimiento de causa. En el período previo a la crisis, las agencias de calificación no se dieron cuenta con suficiente antelación del comportamiento cambiante de muchos participantes del mercado y muchos inversores se habían vuelto demasiado dependientes de las calificaciones».
Tras la crisis, las autoridades europeas introdujeron numerosas modificaciones en la forma en que se permite el funcionamiento de las agencias de calificación crediticia. «Proporcionamos total transparencia sobre las metodologías aplicadas y revelamos todos los supuestos que entran en una calificación. Sin embargo, al final, las calificaciones son opiniones sobre la evolución futura. Reflejan juicios basados en la experiencia y la pericia», explica Hinrichs a Futuro a Fondo.
Las agencias de calificación tienen, además que protegerse contra cualquier intento de influir en la decisión de calificación. En opinión de Hinrichs, «los recientes cambios en la regulación han hecho prácticamente imposible que los intereses comerciales influyan en las decisiones analíticas».
El «status quo» de las tres grandes se rompe
Muchas personas culparon a las agencias de rating de la crisis de 2008. Los llamamientos a la reforma y a la creación de una alternativa europea a las «tres grandes» agencias de calificación estaodunidenses (Fitch, Standard & Poors y Moody’s) fueron casi inmediatos. Sin embargo, en Europa cada país respondió a la crisis de 2008 con una regulación diferente y esto significa que se observan diferencias en los reglamentos impuestos por el BCE, Estados Unidos o Suiza. «Por ejemplo, una agencia de calificación crediticia que ya haya cumplido con las exigencias en Suiza, puede que todavía no lo haga en el resto de Europa porque los requisitos son similares, pero no los mismos. Esto ralentiza la capacidad de las agencias de calificación crediticia más pequeñas de crecer como alternativas competitivas a las «tres grandes».
Un ejemplo de agencia de calificación nacida al calor de la crisis financiera es Scope Ratings que, en 2012 se especializó en el análisis de empresas automotrices alemanas de tamaño medio y obtuvo en 2013 una licencia ECAI (Institución Externa de Evaluación de Crédito). «Desde entonces, hemos crecido tanto en alcance como en reputación hasta incluir ahora a emisores corporativos y sus bonos, transacciones estructuradas y bancos, así como bonos basados en activos en los sectores de aviación, inmobiliario y energías renovables, entre otros», destaca Hinrichs.
De hecho, actualmente se está observando la entrada de nuevos accionistas en las agencias de calificación más pequeñas para hacer frente a las tres grandes. «La demanda de una alternativa es real, y seguirá ganando importancia a medida que la gente se dé cuenta de que ya existen otras opciones», concluye.