¿Quién iba a pensar que un niño de 5 años tendría que estar aprendiendo a leer a través de una pantalla? ¿O que todos los niños españoles adaptarían su aprendizaje a un universo virtual? El COVID-19 ha provocado una revolución en la educación que alterará para siempre el mundo educativo, en todas sus etapas, sin importar la situación en la que se encuentre la pandemia.
El reciente contexto de innovación y cambios vividos nos lleva a pensar más allá y reinventar la educación con el objetivo de ofrecer un aprendizaje de calidad a todos los estudiantes. Y uno de los puntos clave en esta reestructuración y capacidad de innovación es el papel que juega el emprendimiento en las escuelas. Este fue uno de los principales debates de la última edición de South Summit, el encuentro omnicanal líder para la conexión del ecosistema emprendedor y de la innovación.
Durante esta edición de South Summit, destacó la intervención de Ana Botín, presidenta del Banco Santander, y Wendy Kopp, fundadora de Teach For All, una red global de organizaciones independientes sin fines de lucro que trabaja para expandir las oportunidades educativas en diferentes países. La presidenta del Banco Santander expuso el gran reto que ha supuesto la pandemia para todos, pero sobre todo para los niños, afirmando que “la educación no lo es todo, pero es casi todo y no puedo pensar en una crisis de educación tan grave como esta”. Por su parte, Wendy apuntó que “uno de los factores más importantes en el que nos debemos centrar en esta renovación del sector educativo es en cumplir las necesidades reales de los estudiantes”.
Ahora bien, ¿cuál es el futuro de esta educación virtual que ha marcado gran parte del curso anterior y el actual? ¿La educación online ha llegado para quedarse? Entre los principales argumentos compartidos durante South Summit destacó la conclusión de Diego del Alcázar Benjumea, vicepresidente ejecutivo de IE University, quien afirmó “este terrible virus ha infligido mucho dolor a nuestra sociedad en general y obviamente al sector educativo. Pero también ha sido una enorme fuente de transformación. Los humanos somos diferentes y aprendemos de diferentes maneras. La tecnología nos permite ofrecer modularidad en el aprendizaje para adaptar la velocidad, el formato, la evaluación, la localización, la metodología… nuestra respuesta a la disrupción en educación es el aprendizaje líquido».
En paralelo, durante la última edición de South Summit se hizo especial hincapié en la necesidad de transformar la educación para adaptarla al momento actual, reto para el que las startups y la innovación son ejes clave. Así como el papel que juegan los profesores en este contexto de innovaciones. En este sentido, la ponencia de Alper Utku, presidente del European Leadership University, fue muy reveladora ya que apuntó que “los profesores se están dando cuenta de que se tienen que adaptar a las nuevas tecnologías y formas de aprendizaje. Ahora, uno de los grandes retos de la educación, y de todas las industrias, es el paso de lo físico a lo digital, sin dejar de ser social; permitir aprender desde cualquier lugar y mejorar las experiencias de aprendizaje de los estudiantes”.
Pero, ¿se puede enseñar a emprender en los colegios? Ser un emprendedor no significa tener un ADN especial, es una actitud que se puede aprender y enseñar. Sin embargo, tradicionalmente, la cultura del emprendimiento se ha establecido a partir de la etapa universitaria. Una tendencia que ahora se pretende reorientar para impulsar estas habilidades emprendedoras de manera gradual desde que los niños entran en el colegio.
Así, numerosos expertos que debatieron en el marco de South Summit sobre educación coincidieron en que el emprendimiento y la innovación son imprescindibles para transformar y hacer avanzar a la sociedad. Y los niños son la base de esa sociedad, por lo que promover este pensamiento desde pequeños es de gran importancia. Por este motivo, desde el año 2014, South Summit, junto con la Fundación Créate, llevan a cabo la iniciativa «South Summit Kids», para fomentar el emprendimiento entre alumnos con edades comprendidas entre los 9 y los 15 años.
De hecho, todos coincidieron también que el concepto de crear, emprender, arriesgar e innovar se aprende en las aulas y se debe incorporar en todas las fases educativas. Es más, la actual normativa europea, estatal y autonómica afirma que el espíritu emprendedor es una competencia clave que debería integrarse en el currículum, mantenerse y reforzarse con el paso de los años.
En resumen, durante el pasado South Summit, los expertos participantes en el ámbito de la educación coincidieron en la necesidad de reforzar la capacidad para crear y alcanzar metas como primer paso para fomentar el espíritu emprendedor en los alumnos. Y recordaron a los estudiantes, de cualquier etapa, que ser creativo implica pensar diferente y ser innovador es sinónimo de arriesgar y llevar las ideas a la práctica. Por tanto, formar a jóvenes más activos, capaces de crear proyectos y llevarlos a cabo no solo beneficia a su propio éxito, sino que ayuda a crear una sociedad más emprendedora e innovadora.