Llegamos a la recta final de un año complicado en el que todas las categorías de activos se han comportado de “una manera inesperada”. Sin embargo, las esperanzas están puestas en 2023 ya que, tal y como ha señalado Fernando Ibáñez, presidente de Aseafi en el evento Aseafi Strategies, 2023 lo tiene fácil para hacerlo mejor.
Sin embargo, no dejará de ser un año difícil en el que nos encontraremos con la estanflación (inflación con estancamiento económico), según han coincidido Gonzalo Cádenas de Santiago, director de análisis macroeconómico y financiero de Mapfre Economics, y Antonio Zamora, socio fundador de Macroyield. En este escenario, advierte Ibáñez, los asesores financieros serán un acompañante imprescindible. “Sin ellos los inversores están desprotegidos y es difícil que se produzca una construcción de carteras adecuada para proteger a nuestros ahorradores e inversores”.
Profundizando en el tema, Zamora destaca que la amenaza del estancamiento comienza a ser una realidad que en 2023 adquirirá claridad, una situación que además aumenta el dilema de los bancos centrales de proteger el crecimiento o evitar un aumento de la inflación. Sin embargo, ya han hecho su elección: “Les preocupa la inflación de segunda ronda (una inflación alta puede acabar contagiando al conjunto de precios y hacerse crónica). Si la subida de costes es estructural el crecimiento potencial se reduce, el daño que hace a corto plazo una política restrictiva evita un daño mayor a largo plazo que derivaría de una inflación sin control”, aclara Zamora.
Respecto a la continuación e intensidad de las futuras subidas, Zamora se atreve a decir que ya se ve el pico de la inflación, lo que permitiría una estabilización de los tipos. Entre otros argumentos, apunta a que en un escenario de recesión es inusual que se produzcan subidas, o a que con los niveles de deuda de las empresas y gobiernos en máximos se tema hacer un daño excesivo.
¿Qué oportunidades encontraremos en 2023?
Según relata el experto, ahora entramos a una fase que puede alargarse hasta el verano y estaría caracterizada por inflación elevada, pero con tendencia ala baja y tipos más o menos estables. En este contexto, Zamora explica que en un primer tramo la renta variable seguirá sufriendo, pero que tres meses antes de que finalice la recesión se generará un buen momento de entrada. Respecto a la deuda pública, considera que ya ha llegado el momento de entrada y que el entorno seguirá siendo favorable, mientras que para las materias primas puede dejar de serlo.
Las buenas perspectivas para la renta fija han llegado después de un año en el que los inversores conservadores han sufrido mucho, pero ¿por qué no ha funcionado? “La renta fija tiene el papel de proveer un cupón de forma recurrente y diversificar ante caídas del mercado, con tires entre el 0 y 1% de los bonos del gobierno, y los niveles de inflación, era imposible que diese ese cupón y diversificase ante esas caídas brutales”, explica Isabel Cánovas del Castillo, ejecutiva de Ventas en JP Morgan AM. Ahora, según explica, las subidas de tipos han provocado esa corrección en la renta fija, con tires que vuelven a su cauce y niveles de entrada más atractivos, «el momento es ahora, buscando calidad y siendo muy selectivos».
Un año en el que la psicología ha sido clave
Con todo cayendo, la inseguridad y las ganas de huir se han instalado en muchos inversores, sobre todo en aquellos más conservadores que se habían visto forzados a aumentar el riego para obtener rentabilidades. Por ello, Cánovas admite que 2022 ha sido un año más de psicología que de hablar de los activos en sí. “Todo lo resumimos a que es prácticamente imposible encontrar el momento perfecto. A esos inversores conservadores que han sufrido mucho este año les decíamos que si salían ahora probablemente se ahorrasen una caída, pero como esperes para entrar a que todo esté solucionado ya vas a perder momentos de entrada. Enfatizamos mucho en la inversión a largo plazo y en permanecer invertido”, señala.
Una oportunidad de crecimiento
En una mesa redonda con varios expertos se ha analizado el aumento de flujos hacia la inversión, un dato que genera diversos sentimientos. Por un lado, Carlos Farras, socio fundador de DPM Finanzas, señala que la gran pregunta que se plantea después de estos años de crecimiento, provocado, en parte, por la falta de tipos en los depósitos y alternativas más conservadoras, es cómo reaccionará el ahorrador que se ha visto forzado a invertir. “Para la industria, años como este ponen más en relieve nuestro papel en materia de asesoramiento. Cuando vienen momentos de incertidumbre y volatilidad hay que ver qué oportunidades hay”, añade.
Samuel-Gómez, presidente de ADAPTA Socios, señala que “debido a la gran la cantidad de dinero que hay en carteras discrecionales hay mucha oportunidad de crecimiento. Creo que cada vez más los inversores buscan esa personalización y servicio que no es café para todos”, apunta.
Por su parte, Ion Zulueta, director de Análisis en iCapital Asesores Financieros y Patrimoniales, considera que los depósitos no son una competencia. “Incluso el día que empiecen a remunerarlos no dejarán de pagar menos que la inflación, la perdida en términos reales de ahorro al cabo de los años puede ser enorme”, advierte. “Debemos asesorar a nuestros clientes para que inviertan y logren vencer la inflación en los próximos 10 años”.