El nivel de conocimientos financieros de los españoles es bajo, concretamente aprobamos con un 6. Un resultado calculado en el documento de trabajo de la CNMV “Educación financiera y decisiones de ahorro e inversión: un análisis de la Encuesta de Competencias Financieras (ECF)”.
Pero la CNMV no es la única entidad que extrae datos demoledores acerca del nivel de los españoles. Según una investigación de ING, sólo el 12% de los encuestados declara tener bastantes conocimientos financieros, mientras que el 87% tiene ciertas o pocas nociones. Además, un 30% de los que declaran tener pocos conocimientos financieros invierten sin el apoyo de ningún profesional.
Esto demuestra que la educación financiera en España es una clara asignatura pendiente. El último informe PISA (2015) sobre conocimientos financieros en el que se evaluaron niños de entre 13 y 15 años, sitúa a España en la décima posición de los 15 países de la OCDE analizados. El promedio español está lejos de países europeos como Países Bajos o Bélgica.
Pero este problema no sólo existe entre los niños y adolescentes, a medida que crecemos tampoco somos capaces de entender conceptos financieros básicos. Según el estudio realizado en 2015 por el Banco Mundial y Standard & Poor’s entre personas mayores de 15 años, sólo el 49% de los españoles fueron capaces de responder al menos tres de las cuatro preguntas sobre la diversificación del riesgo, la inflación y el tipo de interés simple y compuesto. España ocupó el puesto 24 de 140 países encuestados.
La educación financiera, la asignatura de la que nos examinará la vida
Estos resultados chocan con la importancia que tiene la educación financiera como pieza clave en el desarrollo de una sociedad, una disciplina que “aporta independencia potenciando la autoestima y ambición y mejorando en consecuencia la inclusión social y calidad de vida de los ciudadanos», explica Santiago Barrenechea, presidente de la Fundación PwC, en un estudio de la entidad realizado en conjunto con la Fundación Contea en 2019. «La formación financiera se debe ver como una herramienta básica para el progreso y crecimiento inclusivo y económico de los países tanto a nivel individual como empresarial”, añade.
De hecho, Leandro Cañibano, presidente de Fundación Contea, complementa estas afirmaciones recordando que fueron los países con mejor formación económica-financiera los que tuvieron repercusiones más leves frente a la gran recesión del 2008, con caídas acumuladas del PIB inferiores al 4%. Un hecho que refuerza la idea de que la educación financiera no es una disciplina que solo nos beneficia a nivel individual, sino que se trata de un bien colectivo que hay que cultivar para protegernos y mejorar como sociedad. Los datos de los diversos estudios dejan claro que no le estamos prestando el interés que merece, a pesar de que queda claro que la importancia de manejar conceptos financieros, aunque sean básicos, es incuestionable.
A lo largo de nuestra vida, aplicamos nuestros conocimientos financieros en la mayoría de las decisiones que tomamos, desde las más simples, como pagar recibos, hasta otras más vitales como comprar una vivienda. “La educación financiera y económica es la asignatura, como decimos en algunas de nuestras campañas, ‘de la que nos examinará la vida’: cuando queramos ahorrar o decidamos invertir para evitar la inflación o apoyar proyectos sostenibles o cuando, sencillamente, tengamos que decidir si podemos independizarnos teniendo en cuenta el dinero que entra y sale en casa”, explica María Jesús Soto, presidenta de la fundación que lleva su nombre y se dedica a difundir cultura económica-financiera y emprendedora básica.
Sin embargo, a diferencia del colegio, el instituto o la universidad, María Jesús Soto advierte de que en la vida real no hay posibilidad de recuperar la asignatura. “Los niños y jóvenes de hoy tendrán que enfrentarse a ese ‘examen’ de la vida en el futuro. Por eso es importante adquirir esa formación ya, porque no habrá posibilidad de recuperarla».
¿Cómo se enseña la educación financiera en los colegios?
Una de las principales conclusiones del informe de la Fundación PwC y la Fundación Contea mencionado antes, es que fomentar en las escuelas la cultura del ahorro, el uso responsable de los productos financieros y la planificación económica es esencial para que las futuras generaciones sepan gestionar la economía tanto personal como empresarial. “El apoyo del gobierno, tanto económico como formal, así como la introducción de la educación financiera como materia curricular, tal y como vienen aconsejando las autoridades europeas, debería ser un objetivo principal para todos los países”, insisten los autores.
A pesar de los malos resultados y la importancia de estos conocimientos, parece que las soluciones tardan en llegar y el espacio de la educación financiera en el currículo escolar es reducido. “Hay algo ya incluido en materias como Matemáticas o Ciencias Sociales, y existen algunas asignaturas optativas en Secundaria y Bachillerato. Veremos si ese espacio se mantiene o si, incluso, pudiera llegar a reducirse con la nueva ley educativa”, lamenta María Jesús Soto.
La experta insiste en que la educación financiera debería tener más protagonismo ya desde la etapa de Primaria, cuando es más fácil adquirir hábitos financieros saludables como elaborar presupuestos personales. “En algunos países de nuestro entorno existe una asignatura relacionada con la economía doméstica, algo que falta en la mayor parte de las comunidades españolas. Una asignatura similar sería fundamental para no llegar a Secundaria y Bachillerato sin una base sólida y con tanto desconocimiento, y queriendo abarcar un contenido que, en algunas optativas, como nos indican los docentes, tiene casi nivel universitario”, explica.
“Al no haber asignaturas obligatorias que permitan a todos los estudiantes adquirir unos mínimos relacionados con esta materia, la mayoría son materias optativas y muchos alumnos llegan, y algunos salen de la Universidad, sin esa mínima base”, alertan desde la fundación. “También convendría olvidarse del cliché de que se estudia finanzas con vistas al enriquecimiento, y no por ser conocimientos totalmente necesarios para el futuro de las personas”, invita María Jesús Soto.
Si eres de aquellos que salió del sistema educativo si ninguna noción en finanzas, nunca es tarde para formarse. Los expertos recomiendan ir poco a poco, familiarizándose con conceptos más simples para después tocar algunos más complejos. Con un mayor conocimiento en finanzas nos será más fácil establecer una planificación financiera que nos permita ahorrar y en el futuro dar el ansiado paso de ahorrador a inversor y, quién sabe, quizás hasta conseguir la libertad financiera.