Tarde y con algunos flecos sueltos, así valoran las EAFs la entrada en vigor de MiFID II. Durante el encuentro celebrado hoy en la Bolsa de Madrid, organizado por la Asociación de Empresas de Asesoramiento Financiero (Aseafi), el sector ha destacado que la normativa presentaba al principio grandes horizontes para el negocio del asesoramiento, pero muchas de estas expectativas se han diluido y, finalmente, MiFID II no tendrá el efecto impulsor para el asesoramiento que ellos esperaban.
Quizás un ejemplo de cómo se han desvanecido sus expectativas es que las EAFIs perderán la I de su nombre, para evitar confusiones. Para Gloria Hernández Aller, socia de Finreg360, era algo innecesario y que no cambia mucho el punto en que nos encontramos. “Tengo la sensación de que todo lo que tiene que ver con regulación financiera se ha politizado porque no tiene sentido que una norma técnica que viene de la Unión Europea se tarde tanto en transponer y, en cambio, se aprueben, a través de la fórmula del Decreto Ley, leyes que tienen que ver con otros aspectos financieros, como el pago del impuesto hipotecario”, advierte Hernández.
En su opinión, además de los retos que ya supone MiFID II, ahora las entidades tienen que tener en cuenta este tinte político. “El horizonte para los profesionales del asesoramiento financiero es complejo porque tienen que gestionar estos tiempos convulsos de regulación y las expectativas de los clientes”, añade.
Lo que las entidades tienen claro es que, pese a el reglamento esté incompleto, han tenido que aplicarlo desde el inicio de 2018, fecha que será exigida por parte del regulador. Ahora, habrá que esperar a ver si la previsión de que esté todo transpuesto antes del final del año, se cumple. “En este contexto, para poder seguir en el mercado, las EAFIs tienen que hacer una fuerte inversión en formación y tecnología, que te garantice que vas a poder tener toda operativa y procedimientos que exige MiFID II”, señala Jorge Fernández, socio manager legal de EY.
Estos dos aspectos han sido muy importantes para el sector, en cambio otros han quedado algo más relegado. “No hemos detectado que el hecho de declararse independiente o no independiente afecte al negocio, pero habrá que esperar al desarrollo normativo que quedada para que las EAFIs puedan analizar y enfocar bien su negocio”, apunta Hernández.
Para los expertos del sector, el mayor impacto que ha tenido y seguirá teniendo MiFID II es ver hasta qué punto les merece la pena cambiar su modelo de negocio. La referencia, sin duda, es Reino Unido, donde se produjo una fuerte concentración del sector, lo cual no es del todo descartable que veamos en España. “Las alternativas que hay sobre la mesa es convertirse en una agencia de valores, lo cual es un proceso largo y lento, y que estará sujeta a una gran vigilancia por parte del regulador; o pasar a ser una gestora, para lo que es necesario tener una sociedad de inversión o un fondo propio. Sin duda, otra alternativa es esperar y seguir siendo un EAFs, aprovechando el valor añadido del asesoramiento”, ha resumido Miguel Sánchez Monjo, asociado senior de Cuatrecasas.
En general, los tres expertos reconocen que hay una tendencia clara a que las EAFIs se conviertan en agencias de valores o en gestoras. “En general, observamos un movimiento de las firmas de asesoramiento hacia la gestión discrecional porque el cliente para estar más predispuesto a pagar por ello”, matiza Hernández. Otro aspecto en el que están de acuerdo es en que el sector no debe esperar a implementar la normativa. “Hacer los cambios necesarios ya, sin más dilación, pero teniendo claro el horizonte de hacia dónde quiere irse con el modelo de negocio”, insiste Fernández.
Lo que está claro es que, según advirtió Carlos García Ciriza, presidente de Aseafi, hasta que toda la norma esté completamente transpuesta y desarrollada, queda mucho de lo que hablar. “Al final se nos juntará MiFID II con MiFiD III”, señaló de irónicamente para destacar el riesgo de que el fondo y objetivo de la norma pierda su sentido.