Los españoles no han sido, tradicionalmente, los europeos que más y mejor han ahorrado. Históricamente, se han orientado a la compra de viviendas o, si sobraba liquidez, a la contratación de depósitos de ahorro. Esto se ha debido, en gran parte, a la escasa cultura financiera, bastante menor en comparación con la de nuestros vecinos de continente.
Pero se tenga la edad que sea, lo importante es entender que el ahorro debe comenzar cuanto antes. Ahorrar no es gestionar el efectivo sobrante, sino que se trata de una planificación más cuidadosa de las finanzas personales que debe convertirse en un hábito y formar parte del presupuesto familiar mensual y que debe incentivarse y educarse desde la infancia con el objetivo de vivir una jubilación plena en el futuro. Pero los tiempos cambian y no es lo mismo comenzar a ahorrar cuando se tiene 50 o 20 años. Lo que sí está claro es que ahorrar para complementar la pensión pública y garantizar una buena jubilación se puede hacer en cualquier momento de la vida. Desde Caser comparten las claves de ahorro en función de la generación, sus circunstancias e intereses:
Cómo ahorrar… si eres Generación Z
La generación Z, nacidos entre 1995 y 2015, están caracterizados por ser nativos digitales y por estar acostumbrados a lo inmediato y al corto plazo. Por lo general, están enfocados a las nuevas tecnologías y dejan a un lado todo lo que sea tradicional, lo que les ha influido en la forma en que perciben el ahorro y cómo deben hacerlo, sobre todo si se tiene en cuenta que puede que sean la generación que más educación financiera ha recibido.
Uno de los principales factores que deben tener en cuenta a la hora de ahorrar es el tiempo. Si el objetivo es obtener resultados a corto plazo hay que valorar opciones más conservadoras, mientras que, si buscan una rentabilidad más a largo plazo, y, por tanto, con mejores beneficios, la inversión tendrá un carácter más dinámico. Los jóvenes, por su corta edad, pueden asumir mayor riesgo en la inversión a cambio de conseguir una rentabilidad más alta. Para conseguirlo conviene escoger un buen vehículo para el camino que diversifique la inversión o bien, apostar por un plan que conlleve un mayor riesgo al principio y que descienda progresivamente según se acerque el final del mismo.
Un aspecto muy importante es evitar el ahorrar “lo que me sobre”. Lo ideal para obligarse a guardar parte del dinero es hacer el proceso a la inversa, es decir, sobre el sueldo primero restar la cantidad a ahorrar y después ya sí, gastar lo que sobra tras haber retirado dicho porcentaje. En este sentido resulta útil abrir una cuenta a la que mover automáticamente la parte correspondiente al ahorro en cuanto se dispone del sueldo, de esta forma se sabrá desde el comienzo de cada mes el dinero que queda disponible para gastos.
Cómo ahorrar… si eres millennial
Los millennials fueron los pioneros de internet, los primeros en hacer uso de él y todavía recuerdan el sonido característico cuando se conectaban a la red a través del teléfono fijo. Nacidos entre 1980 y el 2000, para los menos estrictos, y 1982 y 1995 para los más acotadores, es la generación que vio la gran transformación digital del mundo.
Sin embargo, los millennials pueden ser la generación que más complicado lo ha tenido en décadas: han sobrevivido a varias crisis económicas, una pandemia, y una alta tasa de paro juvenil. Esto hace que haya que reflexionar sobre las claves de ahorro que se presentan para este grupo. La primera puede ser un sistema de inversión cambiante, en el que se ha visto el nacimiento de planes automatizados de ahorro pensados por y para ellos. En este sentido, las entidades financieras han entendido la necesidad de digitalizar sus productos para favorecer este vínculo entre un cliente totalmente conectado y sus productos. Para ello, han proliferado las aplicaciones para ahorrar y las han dotado de unos parámetros que favorecen el alcanzar el objetivo gracias a la gestión pasiva.
Cómo ahorrar… a partir de los 40 años
El objetivo del ahorro es variado: caprichos, imprevistos… Pero si hay un objetivo común entre muchos es la jubilación. Los expertos llevan años avisando de que el sistema público de pensiones no es sostenible y que, en algún momento, sus prestaciones tendrán que revisarse a la baja. Por ello, es recomendable pensar en planes de ahorros privados que ayuden a complementar la pensión. En esa línea, los planes de pensiones de empleo, grandes desconocidos en España, se posicionan como una formula complementaria atractiva y necesaria para su futura jubilación.
Asimismo, los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS), que tienen una alta liquidez y una rentabilidad asegurada, aunque sea baja son otra opción. En concreto, los PIAS son seguros individuales de ahorro de largo plazo cuya finalidad es constituir una renta vitalicia asegurada que podrá percibirse a partir del momento señalado en el contrato. Otra alternativa son los planes de previsión asegurados (PPAs), que además ofrece las ventajas de un seguro de vida.
Cómo ahorrar… a partir de los 60 años
Los 60 son los nuevos 50, pero no para el ahorro. Aunque difícil, no es imposible. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el ahorrador se encuentra en los últimos años de su vida laboral, por lo que el foco debería estar en la contención de gasto, ya que las pretensiones de ahorro, llegado este momento, son menores.
En ese aspecto, es mejor tener un perfil más conservador, que permita asegurar lo ya ganado. Es mejor optar por planes a largo plazo, conservadores, que permita tener un beneficio asegurado. Otro factor a tener en cuenta son las herramientas de ahorro que se pueden encontrar para aquellas personas mayores de 65 años, como puede ser la hipoteca inversa. Este producto está diseñado para aquellos ahorradores que cuenten con una vivienda en propiedad y que quieran completar sus ingresos en periodo de jubilación. Responde al objetivo de convertir en liquidez el ahorro inmobiliario, contando además con una regulación que protege al usuario con medidas como el asesoramiento obligatorio independiente suministrado y le favorece con importantes exenciones fiscales como que los importes percibidos no tributan en el IRPF.