El proceso de gestión de inversiones está plagado de obstáculos que pueden mermar drásticamente la rentabilidad de una cartera en el largo plazo. Tomando como base la investigación académica, la evidencia empírica, los avances de una rama financiera conocida como behavioral finance (finanzas del comportamiento emocional) y la experiencia, Borja Durán, autor del libro El arte de invertir, ha recopilado una lista de los errores habituales que cometen los inversores. Conocerlos de antemano puede ayudar a mejorar el resultado de las inversiones: caer en estos errores podría suponer una merma del 1% al 3 % de rentabilidad anual.
1.– No definir una política de inversión. La política de inversión aporta la coherencia entre los objetivos personales, los mercados financieros y la cartera. De este proceso emana la distribución que se lleva a cabo del patrimonio en las distintas categorías de activos (mercados monetarios, rentas fija y variable, inversión alternativa, inmobiliario, bienes tangibles, etc.) y zonas geográficas. No garantiza el éxito, pero proporciona la disciplina necesaria para evitar decisiones inapropiadas que, en muchas ocasiones, están promovidos por nuestros propios sesgos cognitivos y emociones.
2.–Dar más importancia a la rentabilidad que a los riesgos. En muchos casos, fijarse en la rentabilidad distrae enormemente de los riesgos a la hora de tomar decisiones. Dejarse llevar por rentabilidades atractivas, conlleva no se realizar un riguroso análisis de los riesgos potenciales que entrañan las inversiones. El conocimiento de las alternativas de inversión y la gestión de los riesgos son más importantes que la rentabilidad esperada.
3.– No diversificar las carteras. No todo el riesgo en las carteras está remunerado por el mercado. Las inversiones solo son compensadas por asumir riesgo sistemático no diversificable, esto es, el riesgo que queda después de diversificar una cartera.
4.– Intentar adelantarse al mercado (exceso de decisiones tácticas). Todos sabemos cómo ganar dinero: comprar antes de que suban los mercados y vender antes de que bajen. Pero este proceso de anticipación es una de las mayores fuentes de riesgo de una cartera. En la medida en la que los mercados tienden a subir a largo plazo, resulta más recomendable seguir una estrategia de comprar y mantener que de querer acertar día tras día cuál será el próximo movimiento a corto.
5.– Dejarte llevar por modas. Este error puede poner en peligro un plan a largo plazo, pues distraen de los objetivos al hacer que compres activos a precios altos y que los acabes vendiendo a precios bajos. La mejor manera de evitar estas situaciones es tener bien definida la política de inversión.
6.– Vender posiciones con plusvalías y mantener las que tienen minusvalías. Es habitual ver a inversores particulares mantener posiciones indeseadas en sus carteras, pero como están en pérdidas, las aguantan a la espera de que recuperen para venderlas entonces. Esto sucede porque vender una posición con pérdida produce un agravio emocional. Al mantener una posición con pérdidas, perdemos el coste de oportunidad de invertir en otra que vaya mejor en términos comparativos.
7.– Ignorar los costes. Sin duda, los costes son el mayor drenaje de la rentabilidad de la cartera. Hay dos problemas: suelen ser injustificadamente altos y muchos no se ven a primera vista (como en el caso de los productos garantizados). Una cartera prudentemente diversificada puede ofrecer a largo plazo rentabilidades reales, después del impacto de la inflación. Además de las comisiones explícitas de gestión, están los costes de custodia, las comisiones de los brokers, los costes de los productos financieros que subyacen a los productos estructurados o garantizados y los dividendos no percibidos.
8.– Creerte muy listo. El mercado es un juego de suma cero. No basta con ser listo; hay que estar mejor informado y saber actuar rápidamente en función de dicha información.
9.– Preocuparte mucho. Una vez estructurada la cartera de inversión de acuerdo con tus objetivos y restricciones, no hay que preocuparte en exceso con las subidas y bajadas semanales o mensuales porque esas variaciones no son más que ruido que no te deja oír lo importante. Las oscilaciones a corto plazo son normales; han ocurrido en el pasado y seguirán ocurriendo en el futuro. No hay nada que podamos hacer para evitarlas; debes aprender a vivir con ellas para tener éxito en tus inversiones.
10.– No dejarte asesorar. La salud y el dinero son factores que preocupan mucho en la vida diaria. No hay duda en ir al médico ante cualquier malestar, pero cuesta un gran esfuerzo buscar asesoramiento para cuidar la integridad del patrimonio. De manera general, se rechaza la ayuda de profesionales que ayuden, cuando menos, a evitar cometer errores como los anteriormente citados.