La educación financiera es fundamental para que como ciudadanos podamos desarrollar una relación sana y próspera con las finanzas. Sin embargo, pese a su importancia y presencia en nuestro día a día, es una rama de la educación que apenas se potencia. Desde la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros (AEPF) detectan patrones que se repiten a través del ciclo vital e impiden que gocemos de buena salud financiera.
Por ejemplo, en todo el ciclo educativo, Dositeo Amoedo González, presidente de la AEPF (Asociación de Educadores y Planificadores Financieros) y educador financiero, señala que se echa en falta una asignatura que año tras año asiente en los alumnos unos conocimientos y habilidades relacionados con la economía personal y el dinero.
Una vez superada la niñez, detecta que los jóvenes carecen, sobre todo, de conocimientos y herramientas hacia el emprendimiento. “Eso les obliga a estar bastantes años en precario, con contratos o trabajos que generan poco margen para el ahorro”, observa.
A mediana edad consideran que es la planificación la que falta porque, según explica, se gestiona el dinero de la familia en el día a día y para la mayoría el ahorro es casi un lujo. “A partir de los 50 años es cuando ya tenemos un patrimonio financiero creado con muchos sacrificios y las carencias están más relacionadas con la gestión y en saber cómo invertir los ahorros. Finalmente, las mayores carencias en los jubilados vienen de lo que hicieron o no hicieron en su vida laboral”, analiza.
Por otro lado, localizan grupos específicos como pueden ser los autónomos, los deportistas de alto nivel, o personas con situaciones específicas, como pueden ser afrontar un divorcio o el fallecimiento prematuro de un miembro de la familia, que genera unos gastos imprevistos.
“Para hacer frente a este tipo de situaciones y saber gestionar de forma correcta el dinero, es importante disponer de una educación financiera de calidad, con herramientas para llevarla a cabo, y con la ayuda de profesionales de la educación financiera”, explica. “Cada día las personas tomamos un gran número de decisiones relacionadas con las finanzas personales o familiares, y por ello dotar a los ciudadanos de educación financiera de calidad debería ser una prioridad para la sociedad en general”, alerta.
La figura del educador financiero
Para acabar con estos niveles de cultura financiera tan bajos, entidades públicas y privadas han puesto en marcha numerosas iniciativas en las que, a través de blogs, cursos, guías, webs o programas, intentan alfabetizar a la población. Sin embargo, desde la AEPF echaron en falta un modelo más sólido y hoy es la única institución en España que ofrece educación financiera en la modalidad “asesoría objetiva”.
“Sentíamos que se podía hacer algo más que alfabetización. Y efectivamente descubrimos que en otros países como Italia estaban obteniendo resultados en educación financiera mejores que los nuestros: ciudadanos más satisfechos o soluciones que de verdad mejoran la calidad de vida de las personas, porque detrás está un modelo basado en normas técnicas de calidad sobre educación financiera y sobre planificación financiera personal y una figura clave, el educador financiero de calidad”, explica Dositeo Amoedo González.
Este educador financiero es un profesional especializado que utiliza estas normas técnicas para prestar un servicio que ayuda a las familias a adquirir conocimientos y habilidades para realizar su planificación financiera personal, para implementarla y hacerle un seguimiento que consigue cambios de hábitos y mejora de resultados de forma permanente en el tiempo, explica el presidente de la asociación.
Presente y futuro de la educación financiera en España
El presidente de la asociación es claro y asegura que la educación financiera sigue siendo la asignatura pendiente de España. Pero también observa algunos brotes verdes, aunque insiste en que no a los niveles ni en la medida que desearíamos.
“El ejemplo más cercano lo tenemos en la pandemia, que ha dejado al descubierto la debilidad de las cuentas familiares, y en particular del ahorro. Familias que a la vuelta de tres meses se quedaron sin dinero para hacer la compra o pagar la hipoteca; autónomos que no han podido pagar los alquileres o a sus empleados, etc. Situaciones que con una educación financiera de calidad se hubiesen afrontado mejor”, analiza.
Sin embargo, también admite que fomentar la educación financiera de calidad no es una tarea fácil. “Nuestra sociedad vive de rutinas por lo que cambiar de hábitos nos cuesta. Además, vivimos en una sociedad acostumbrada en la inmediatez: queremos resultados inmediatos, respuestas al momento y precisamente la educación financiera de calidad se basa en tener una planificación; en el ciclo de vida de la persona y de su familia; en tener un consumo responsable y una cultura de ahorro, de optimización de los recursos presentes y futuros”, analiza.
Todo ello, según explica, requiere de un trabajo previo con el ciudadano, prepararle, formarle, acompañarle y facilitarle unas herramientas técnicas para hacerlo. “Para todo ello es necesario tener a profesionales de la educación financiera que les ayuden en el camino”, advierte.
¿Por qué España se ha quedado atrás?
Según explica el experto, la dificultad reside en pasar de la teoría a la práctica. Hasta ahora, la educación financiera que se ha realizado en España está centrada exclusivamente en la alfabetización, y la alfabetización, según expresa, no produce cambio de hábitos. “Muchos de los miembros de nuestra asociación realizaban cursos, seminarios, talleres, escribían libros y artículos, ofrecían servicios de educación financiera a través de sus webs, y todos nosotros llegamos a la misma conclusión: el esfuerzo realizado no obtenía los resultados esperados en términos de cambios de hábitos en los participantes, en términos de mejora en la calidad de vida de las personas a las que nos dirigimos”, recuerda.
Un aspecto que también ha llamado su atención gracias a su experiencia en su programa YoWelfare es la desconfianza que han adquirido los ciudadanos debido, entre otros factores, a las malas experiencias con entidades financieras. El experto, cita, por ejemplo, charlas de una hora sobre educación y planificación financiera que al final eran argumentos de venta de bancos y compañías de seguros, de los libros; cursos y seminarios sobre educación financiera que no pasaban de simples consejos sin fundamentos, etc.
Quiénes son los educadores financieros
El título es “Educador Financiero de Calidad”, y es una certificación profesional que cualifica y habilita al titulado para prestar el servicio de educación financiera y de realización de planes financieros personales cumpliendo las normas técnicas UNI 11.402 de educación financiera del ciudadano, e ISO 22.222 de planificación financiera personal. En la asociación cuentan básicamente tres perfiles. En primer lugar, aquellos que buscan ofrecer garantías a sus clientes, entendiendo por garantías la seguridad jurídica, la responsabilidad y la profesionalidad.
El segundo perfil es el de profesional de banca, sobre todo los que tienen la responsabilidad de asesorar o planificar las inversiones de sus clientes. “Estos buscan en la certificación un método científico y una herramienta técnica para hacerle a sus clientes el plan financiero personal de forma objetiva y ayudarles con la educación financiera necesaria para implementarlo y tener éxito, sobre todo a largo plazo”, explica el presidente de la AEPF.
El tercer y último perfil es el del mercado asegurador, compañías que se ponen en contacto con la AEPF para certificar a sus redes de mediadores y dotarlos de conocimientos y herramientas que les permita realizar las planificaciones financieras personales antes de vender los productos que comercializan las aseguradoras.