Hemos empalmado una serie de años muy complicados, primero un 2020 y 2021 en los que la pandemia lo cambió todo y, después de depositar las esperanzas en un 2022 en el que parecía que iba a ser el año de la recuperación, nos encontramos de bruces con un año marcado por la guerra, la inflación, las subidas de tipos de interés y las caídas generalizadas tanto en renta fija como variable. Toda esta incertidumbre y volatilidad han hecho mella en los ahorradores e inversores y el estrés financiero se ha instalado en los hogares.
Los asesores financieros han jugado un papel fundamental en la gestión de las emociones de sus clientes, ya que dejarse llevar por ellas puede jugar muy malas pasadas. Pero no solo los inversores se han visto afectados, la salud mental de los profesionales también se ha resentido. Para saber cómo han surfeado esta situación, desde Fórmate a Fondo hemos preguntado a expertos de DPM Finanzas EAF, Fortuna Asesores y Cross Capital.
Analizando el año que dejamos atrás
Carlos Farras, socio director y CIO de DPM Finanzas EAF, define 2022 como una montaña rusa e identifica dos o tres fases diferenciadas. “Empezábamos probablemente con demasiado optimismo (en las valoraciones de muchos activos), fruto de la barra libre de liquidez y de una “nueva normalidad” dejando el COVID atrás. Además, en Europa contábamos con los fondos Next Generation, por lo que las perspectivas económicas eran bastante buenas”, recuerda.
Sin embargo, asistimos con sorpresa a la invasión por parte de Rusia de Ucrania. “Esto provocó un shock en el mercado de la energía que en verano alcanzó su pico máximo. La guerra ha ido perdiendo protagonismo ante la trayectoria de la inflación, las subidas de tipos y la desaceleración económica en la que nos encontramos”, añade. “Todo esto ha hecho que los activos hayan tenido uno de los peores comportamientos de las últimas décadas y que los inversores se encuentren en un mar de dudas”, lamenta.
Entre las mayores preocupaciones de los inversores Munesh Melwani, socio fundador de Cross Capital, señala el tope de los tipos de interés, cuándo tocarían suelo los mercados y si entraremos en recesión. “Entramos en un nuevo orden financiero, la era de los tipos cero o negativos se ha terminado y hemos de aprender a convivir con tipos al alza e inflación. Los bancos centrales han llegado tarde, pero ahora han acelerado su política monetaria restrictiva con el objeto de reconducir la inflación hacia los niveles objetivo del 2%, algo que tardará y los mercados serán sensibles a su evolución, introduciendo volatilidad y generando inquietud entre los inversores”, advierte.
Eliminar el ruido del corto plazo
La inflación, los tipos de interés y el crecimiento económico son las principales preocupaciones y miedos de los inversores, ante ello desde DPM Finanzas han recomendado no preocuparse por el corto plazo ni perder el foco de la inversión. “A pesar de que a cualquier inversor le pide hoy el corazón estar más defensivo, les hemos recordado que el mercado descuenta anticipadamente las expectativas y hay un consenso bastante alto de pesimismo, por lo que cuando se materialicen es bastante posible que los activos empiecen a subir. Nuestra recomendación es invertir de manera racional y disciplinada, sabiendo que la inflación erosiona sus ahorros de manera irrefutable y que tenemos que proteger vuestro patrimonio poniéndolo a trabajar con un enfoque a medio/largo plazo”.
“Como dice Bill Miller (presidente y CIO de Legg Mason), es el paso del tiempo y no el market timing lo que lleva a la acumulación de riqueza real. Por lo tanto, la mayoría de los inversores harían bien en ignorar las incertidumbres del corto plazo si quieren disfrutar de los beneficios de la capitalización a largo plazo”, apunta Farras.
Melwani también menciona mantener una visión largoplacista como su principal consejo ante las incertidumbres que brinda el mercado. “Solo concebimos la inversión a largo plazo e intentamos que todos nuestros inversores estén alineados con nuestra filosofía y estilo de inversión, que aplica la disciplina del value investing. Existe una oportunidad histórica única por la dicotomía value vs growth, de forma que son las empresas de negocios algo más aburridos, con menos deuda, bien gestionadas, líderes de nicho, con fuertes ventajas competitivas y con elevadas tasas de reinversión, las que generarán más valor. Estamos hablando de invertir en calidad y de esperar que el tiempo haga su trabajo”.
Para eliminar de la ecuación el ruido a corto plazo, Munesh señala que no conviene seguir diariamente la evolución de sus inversiones, ni de estar expectante ante noticias de mercado ni económicas ni políticas. “Dado que el mercado siempre es alcista a largo plazo, de forma estructural y por naturaleza, aconsejamos mantener la calma, no perder la perspectiva y confiar en profesionales regulados por la CNMV, que tengan una experiencia y trackrecord contrastable”, aconseja.
José Manuel Marín Cebrián, ceo de Fortuna Asesores, también aconseja no olvidar que detrás del dinero siempre hay un para qué y un con quién. Así como reconocer que la estadística es la madre de todas las ciencias. “Se puede estudiar y predecir casi todo comportamiento porque es repetitivo en el tiempo, no se puede conducir un coche mirando por el retrovisor pero sí que se debe mirar para aparcar o estacionar, para evitar darte un golpe con el coche de delante. ¡Tiremos de hemeroteca! Para evitar tirarnos de los pelos…”.
¿Tomamos siempre decisiones racionales? La influencia de los sesgos
Las recomendaciones de los expertos para afrontar este entorno tan cambiante que desgasta a los inversores son básicas, pero aún sabiendo lo que hay que hacer, no somos seres completamente racionales y la mayoría de las decisiones se toman siguiendo procesos intuitivos y automáticos en vez de procesos analíticos y controlados. Este modo de pensar está sometido a la influencia de los sesgos que llevan a las personas a adoptar decisiones que son previsiblemente equivocadas, según explican desde la CNMV.
En la batalla por vencer estos sesgos, el asesor financiero adquiere un papel fundamental actuando de escudo. “El papel del asesor financiero es que el cliente entienda cuál es la decisión correcta en cada momento. En concreto, “la correcta planificación financiera es la que tiene en cuenta las finanzas conductuales y los objetivos de los clientes, y por ende, garantizará que la persona consiga sus objetivos”, destacó Susana Pelegri, Group Manager-Family Banker en Banco Mediolanum, en unas jornadas de EFPA.
En el ámbito de la toma de decisiones de inversión, uno de los sesgos más comunes, es la aversión a las pérdidas, que nos lleva a aferrarnos al corto plazo y, con tal de no incurrir en pérdidas, a que se mantenga una inversión con mínimas perspectivas de recuperación y se acabe perdiendo todo lo invertido.
“En la mayoría de los casos, en momentos de incertidumbre como los actuales, lo que les pide su corazón es minimizar sus preocupaciones y miedos, así como cortar las hemorragia de las caídas de su cartera. Por ello su tendencia es a querer reducir riesgo en su cartera o peor aún irse a liquidez, sin darse cuenta que eso implica vender sus activos a precios atractivos y que cuando no existan los riesgos que les preocupaban los activos que han desinvertido están mucho más arriba”, explica Farras. La forma de combatirlo, según aconseja, es recordándoles cuál es el objetivo de poner su dinero a trabajar (evitar la pérdida de poder adquisitivo) y más aún en un entorno de elevada inflación. “Si espera en una parada de autobús el tiempo suficiente, tiene la garantía de coger un autobús, pero si uno corre de una parada de autobús a otra, es posible que nunca coja el autobús”, apunta.
El experto de Fortuna Asesores, también nombra una serie de sesgos que ha detectado en sus clientes. El primero es la parálisis por el análisis, ante el que es necesario reaccionar: “Tu dinero se está desangrando en la cuenta corriente a razón de 10%, y hay que hacer algo, hay prisa. Como dice el anuncio de la alubias: el ayer es tarde, acción”.
También destaca la infoxicación, demasiada información que procesar con escasos conocimientos y reducido tiempo para su análisis. Así como dejarse llevar por opiniones de terceros sin cualificación. “Para evitar el efecto barra de bar o cuñado, necesitas un partner financiero en el que poder depositar tu confianza y que te ayude en tus tomas de decisiones económicas; al igual que tienes un mecánico, un abogado, un carnicero o un zapatero de confianza, pero con la formación y la trayectoria profesional necesaria que te ayude a comprender todo lo que está pasando y así protegerte”.
Asimismo, destaca la confusión de pérdida materializada por minusvalía momentánea, así como “esperar a las terceras rebajas y quedarte sin talla porque piensas que va a bajar más; frente a ser consciente de que estás comprando con un descuento ya importante; que la última peseta sea para otro”.
Una mirada más optimista al futuro
Según explica Farras, los mercados en general han tardado en poner en precio la determinación de los bancos centrales en priorizar el control de la inflación sobre el crecimiento económico. “Sin querer aventurarnos sobre el tipo terminal que alcanzarán, si podemos intuir que estamos más cerca del final que del principio en las subidas de tipos y esto, unido con la valoración atractiva de muchos activos, son buenas noticias para el inversor. No debemos olvidar que una inflación a la baja en 2023 será bueno para la renta variable y la renta fija”.
De cara a 2023, desde Cross Capital han optado por ofrecer tranquilidad, ya que “estamos aprovechando las oportunidades actuales en renta fija y en renta variable y posicionando las carteras debidamente acordes al contexto actual y venidero”. Según explica, 2023 estará muy marcado inicialmente por la evolución de la inflación y de nuevo por los mensajes de los bancos centrales y el mercado intentará fijar el tipo terminal, no obstante, señala que no tiene por qué ser un mal año para los activos de riesgo.
Marín considera que es “un momento para llenar la saca de caramelos”, pero entrado con prudencia a través de aportaciones periódicas. “Estamos ante una de esas oportunidades únicas que brindan los mercados, pero teniendo un ojo en las acciones y declaraciones de los bancos centrales porque la inflación ha llegado para quedarse una temporada con nosotros; y huyendo aún de la renta fija como de la temática tecnológica; así como valorando el sector financiero dado la mejora de sus márgenes”.
¿Cómo han cuidado su salud mental los profesionales?
Sin negar que el año también ha sido complicado para ellos, Farras considera que la experiencia y la veteranía te dan mucha ventaja. “Esto nos permite tomar distancia y relativizar las cosas. No negaremos que un año complicado como este consume mucho tiempo y supone un desgaste mental el revisar las carteras con los clientes, pero son momentos como este donde se pone en valor nuestra profesionalidad y experiencia”, apunta. “No hay cosa peor para un inversor que tener un asesor veleta cuyas decisiones de inversión las marca el mercado y no la razón”.
Para trabajar la salud mental, Farras nos cuenta que ayuda mucho el ejercicio físico ya que permite eliminar estrés. “Yo personalmente aprovecho para escuchar y releer a grandes inversores de éxito cuyos consejos y reflexiones perdurarán siempre en las tomas de decisión de inversión”.
Al deporte, Melwani le añade la buena alimentación y una correcta organización del tiempo para conciliar debidamente la vida personal y la profesional. “En un sector tan exigente como es el de la banca privada y la gestión de activos, todo esto es vital, así como disfrutar de un buen ambiente profesional y un trato adecuado a los clientes, que estarán siempre agradecidos al recibir un acompañamiento próximo y sincero”.