Si este año se ha repetido algo en el mundo de la inversión, a parte de coronavirus, han sido estas tres siglas: ESG. Sin embargo, a este tipo de inversiones le acompañan numerosos adjetivos: responsable, sostenible, de impacto, inversión socialmente responsable… y, a pesar de haberlos oído durante todo el año, muchas veces cometemos errores al no diferenciarlos entre sí, ya que no siempre es acertado usarlos indistintamente, como es en el caso de la inversión de impacto y la inversión ESG.
Según explican desde Arcano, la diferencia entre estos dos conceptos se puede aclarar usando dos palabras: procesos y producto. La inversión de impacto es la inversión en una empresa o proyecto concebido para dar respuesta a un determinado reto social o medioambiental. El sello distintivo de este tipo de inversión es que tienen que medir el impacto.
Mientras que la inversión ESG hace referencia al proceso. Es decir, se trata de incorporar al proceso de análisis de inversión las preocupaciones ESG (medioambiente, social y gobierno).
Los criterios ESG se pueden aplicar en distintos niveles. El nivel básico son los criterios de exclusión, donde se excluyen de las carteras ciertos sectores controvertidos, como, por ejemplo, tabacaleras.
El nivel intermedio de integración de criterios ESG se denomina “best-in-class” y trata de incluir en la cartera solo a los mejores de la clase o dar mayor peso en la construcción de la cartera a los mejores.
El último nivel es la integración ESG, en la que se analizan cuestiones ESG en la selección inicial, due diligence, monitoreo y reporting.
El nivel de compromiso con una inversión responsable dependerá del objetivo del inversor que puede ser puramente financiero o social y medioambiental, o una mezcla de los dos. Dependiendo de su nivel de compromiso con un tipo de objetivo u otro se realizará un tipo de inversión: convencional, de impacto o filantropía.
¿Por qué tiene sentido la inversión de impacto ahora?
Desde Arcano consideran que nos encontramos en un entorno propicio para la inversión de impacto. Entre los factores que favorecen a su éxito se encuentra la existencia de un entorno sociopolítico favorable, ya que existe una creciente preocupación generalizada tratando de dar solución a los problemas sociales y medioambientales.
Otro de los factores que benefician a la inversión de impacto son las rentabilidades más atractivas y con menor riesgo que otorga. Según relatan desde Arcano, las empresas están redefiniendo sus estrategias corporativas, enfocándolas hacia la sostenibilidad, reduciendo riesgos y aumentando su valor.
Por último, se está produciendo una movilización creciente del capital privado, ya que los principales inversores demandan de una manera creciente la integración de la sostenibilidad en cualquier tipo de inversión.