Mejorar la educación financiera es una tarea necesaria para garantizar la toma de decisiones informadas, dentro del ámbito de las finanzas. Lo dejó muy claro, recientemente, Alejandra Kindelán, presidenta de la Asociación Española de Banca (AEB), en el acto de entrega de premios premios Titanes de las Finanzas y los Premios Imagen de España de Ecofin, al reivindicar en su discurso la necesidad de «potenciar la educación financiera», así como «que las niñas se dediquen a las finanzas para que haya más mujeres banqueras».
En realidad, la situación de la educación financiera en España, «está mejorando gradualmente» a juicio de Ramiro Iglesias, CEO y cofundador de Crescenta, firma muy implicada en la educación financiera especializada en mercados privados a través del portal «Aprende y Crece». Con todo, el experto matiza que «si queremos llegar al nivel de otros países europeos debemos hacer un esfuerzo conjunto». En este punto, el experto da cifras ilustrativas, como que el Monitor de Cultura Financiera de la Unión Europea, elaborado por la Comisión Europea, sitúa a España en el puesto 27 de 30 países analizados, o un estudio reciente de Cetelem, que señala que el 59% de los españoles solo tiene conocimientos financieros básicos, limitados a operaciones sencillas como gestionar cuentas bancarias, sin abordar temas más complejos como ahorro, inversiones o el mercado bursátil.
Para Tali Salomon, directora regional de eToro para Latam e Iberia, «el panorama de la inversión minorista ha cambiado mucho» desde hace hace cinco años, cuando la firma lanzó la primera edición del barómetro digital. Por entonces, alrededor del 80% de los españoles afirmaba no tener suficientes conocimientos para invertir,según la experta, y cerca del 70% veía esta falta de conocimientos como una barrera para mejorar su nivel de vida. Además, casi un 90% consideraba que «sería necesario o muy necesario incluir la educación financiera como una asignatura obligatoria en colegios e institutos».
Aunque todavía queda mucho por hacer, Salomon apunta que la pandemia aceleró un proceso que revolucionó la forma en que los españoles interactúan con las finanzas. Y durante este tiempo, la firma ha querido contribuir a incrementar el conocimiento de los inversores minoristas acerca de los mercados financieros, con, por ejemplo, el lanzamiento de la eToro Academy, con guías, cursos online y otros recursos sobre diversas temáticas para todos los niveles, disponibles en español y de manera gratuita.
Pero, ¿qué pasos hay que dar en este sentido?
Iglesias lo tiene claro: «Un primer paso crucial es incluirla en el currículo escolar», porque es importante que los niños adquieran nociones básicas «desde una edad temprana», para que en el futuro «puedan gestionar correctamente sus primeros ingresos». Esto implica, según Iglesias, aprender a administrar sus finanzas personales, ahorrar y, cuando sea el momento, invertir y gestionar el patrimonio de manera eficiente.
Pero el experto también apunta que una de las grandes palancas que está impulsando la formación y debe seguir alimentándose es «la ola de contenido online y accesible para todo el mundo». Iglesias explica que con Internet se abre un mundo de posibilidades para formarse con calidad y de la mano de profesionales que antes eran inaccesibles para la mayoría. Eso sí, «lo ideal es que la formación esté de alguna manera apoyada por adultos o docentes que guíen y motiven a los más pequeños», concluye.
Para Blanca Narváez, directora general de Fundación Mutualidad, «es imprescindible que contemos con un currículum oficial de educación financiera, accesible a todos los centros educativos y no limitado a materias optativas», que «establezca los conocimientos, habilidades y actitudes financieras que nuestros jóvenes deben adquirir antes de llegar a la edad adulta es clave para prepararles para el futuro» y considera que a estas acciones se le deben sumar iniciativas educativas gratuitas y accesibles que cuenten con el respaldo de instituciones públicas y privadas, y que garanticen que todos tengan la oportunidad de acceder a esta formación «tan necesaria».
También asegura que incluir la educación financiera como una asignatura obligatoria en los colegios «es un paso fundamental y estratégico, aunque no suficiente por sí solo». Actualmente, recuerda la experta, aunque hay esfuerzos para introducir conceptos de economía y finanzas, «se necesita una estructura más coherente y universal que se adapte a cada etapa educativa. «Es crucial motivar no solo a los alumnos, sino también a los profesores y a la comunidad educativa en su conjunto, para garantizar que la enseñanza de estas habilidades sea efectiva y relevante», concluye.
Incluso, Jordi Martínez, director de Educación Financiera en IEF y BFS, asegura que potenciar la educación financiera requiere una «estrategia integral». Es decir, introducir una asignatura específica en los colegios sería un paso positivo, pero no suficiente por sí solo. «Es importante incorporar conceptos financieros en diferentes materias y promover actividades prácticas que permitan a los niños aplicar lo aprendido» y esto habría que hacerlo desde la escuela primaria, «donde los más pequeños ya son capaces de entender conceptos básicos». La colaboración público privada creo que es esencial para tener éxito. Existen proyectos como el juego de mesa Finnelis para primaria o los talleres de EFEC y Finanzas para Jóvenes en secundaria que contribuyen muy positivamente a la difusión de los conocimientos financieros.
No en vano, Martínez recuerda que una sólida educación financiera capacita a los ciudadanos para gestionar eficazmente sus recursos económicos, lo que conduce a una «mayor estabilidad y bienestar personal», ya que «permite tomar decisiones informadas sobre ahorro, inversión y consumo, evitando endeudamientos excesivos y potenciando la seguridad financiera a largo plazo. Tener buena salud financiera ayuda a tener mejor bienestar físico y emocional».
El papel de la tecnología
El lema del Día de la Educación 2024 fue “Finanzas digitales: Aprende, Innova, Avanza” y, precisamente, Iglesias cree que la tecnología es positiva en el camino hacia una mejor educación financiera. Las razones radican en que se puede filtrar el contenido según la capacidad de entendimiento del ahorrador, así como configurar un plan o navegar desde conceptos básicos a términos más sofisticados. «Las oportunidades son infinitas», asegura.
Además, desde el punto de vista de las firmas, el experto valora positivamente que las herramientas digitales han facilitado «como nunca antes» la posibilidad de llegar «a una audiencia amplia, adaptando los contenidos a las necesidades de diferentes públicos». En definitiva, para Iglesias, la tecnología ayuda a las entidades «a crear y difundir información de manera más atractiva y accesible para todos» y gracias a ella, «el acceso a activos financieros se ha democratizado, por ejemplo, Crescenta demuestra cómo la tecnología permite a los inversores acceder a nuevas estrategias de inversión, brindando oportunidades en activos de mayor calidad con
un mejor potencial de rentabilidad».
Salomon, por su parte, tiene claro que «la tecnología ha sido un pilar clave en el proceso de transformación, tanto del sistema financiero como de la forma en la que los españoles interactúan con las finanzas» y ha abierto la puerta a un amplio espectro de formatos difícilmente accesibles «de otra forma», como «información en profundidad sobre las estrategias de inversores reconocidos, cursos de inversión, medios de comunicación internacionales o libros especializados». Además, la experta observa que los inversores minoristas han demostrado «ser ágiles» en la adopción de nuevas tecnologías, tal y como han demostrado con la inteligencia artificial, ya que «según la última edición de «El Pulso del inversor minorista» de eToro, más de la mitad -un 57%- de los inversores particulares españoles ya utiliza o está dispuesto a probar herramientas del estilo de ChatGPT para ayudar a elegir inversiones».
Narváez, si bien considera que la tecnología puede ser un gran aliado para la educación financiera, «ya que facilita el acceso a información y recursos formativos», matiza que su uso debe ser «cuidadoso», puesto la facilidad de acceso también puede dar entrada a desinformación. En este punto, resalta que es importante que la tecnología se utilice de forma ética y responsable, «ofreciendo recursos fiables y adaptando el contenido a las necesidades de diferentes grupos de la población».
También Martínez observa riesgos relacionados con la tecnología en la educación financiera, en el sentido de que la sobreabundancia de información y la presencia de fuentes no confiables «pueden generar confusión y desinformación», por lo que ve esencial que los usuarios aprendan a discernir y utilicen herramientas y fuentes de información fiables para aprovechar al máximo los beneficios tecnológicos. De la misma forma, «las nuevas tecnologías sofistican los fraudes, por lo que es imprescindible ofrecer educación financiera y educación digital para no caer en ellos».