Construir una cartera de fondos de inversión es similar a construir una casa. Hay muchos tipos diferentes de estrategias, diseños, herramientas y materiales de construcción; pero todas comparten algunas características básicas. Para construir la mejor cartera de fondos, debe irse más allá del sabio consejo, «no ponga todos sus huevos en la misma cesta». Debe construirse una estructura que pueda soportar la prueba del tiempo, lo que requiere un diseño inteligente, una base sólida y una combinación simple de fondos adaptados a sus necesidades.
Diseñar una cartera de núcleo y satélite. Antes de que comenzar a construir el edificio se necesita un diseño básico, un plano, que sirva de guía en la construcción. Un diseño de cartera común y probado en el tiempo es el de núcleo y satélite. Esta estructura, tal como sugiere su nombre, consiste en comenzar con el núcleo, un fondo de renta variable de compañías de gran capitalización, que represente la mayor parte de su cartera, complementado con varios fondos satélite, representando cada uno de ellos porcentajes menores.
Utilizar diferentes tipos de categorías de fondos para la estructura. Con un fondo de acciones de gran capitalización como núcleo, los fondos satélite pueden invertir en acciones de mediana capitalización, acciones de pequeña capitalización, acciones cotizadas en divisas distintas del euro, renta fija (bonos), fondos sectoriales o fondos del mercado monetario.
Conocer la tolerancia al riesgo de cada inversor. Antes de elegir sus fondos, es necesario tener una idea clara de cuánto riesgo es capaz de tolerar. La tolerancia al riesgo es una medida de cuánta fluctuación (también conocida como volatilidad, altibajos) o riesgo de mercado es capaz de soportar sin desviarse de su plan de inversión. Por ejemplo, un inversor que se siente muy ansioso cuando el valor de su cartera de 10.000 euros cae en un 10% (hasta 9.000 euros) en un período de un año, puede decirse que tiene una tolerancia al riesgo relativamente baja, no debe pues embarcarse en inversiones de alto riesgo.
Determinar la asignación de activos. Una vez definido el nivel de tolerancia al riesgo, lo siguiente sería establecer la asignación de activos para su cartera, que no es otra cosa que la combinación de activos de inversión (acciones, bonos y efectivo) que van a conformar la cartera. La asignación adecuada de activos ha de reflejar el nivel de tolerancia al riesgo, que puede describirse como agresivo (alta tolerancia al riesgo), moderado (tolerancia media al riesgo) o conservador (baja tolerancia al riesgo). Cuanto mayor sea su tolerancia al riesgo, mayor será el porcentaje de acciones en su cartera respecto a bonos y efectivo; e inversamente, cuanto menor sea su tolerancia al riesgo, menor será su porcentaje de acciones en relación con bonos y efectivo.
Aprenda a elegir los mejores fondos. Ahora que ha se ha definido la estructura de asignación de activos, es momento de elegir los mejores fondos. Para esta tarea se puede hacer uso de herramientas disponibles gratuitamente en las webs financieras de fondos de inversión (www.quefondos.com por ejemplo) como buscadores y comparadores que permiten identificar fondos por tipo de activo o categoria, ordenarlos por criterios como rentabilidad o volatilidad, en diferentes periodos temporales, e incluso compararlos con fondos de similares características o con índices de sus categorías, que sirven de referente para conocer hasta qué punto el gestor del fondo ha conseguido batir por rentabilidad a la media del mercado. Adicionalmente, conviene también conocer otros aspectos importantes de los fondos, como las comisiones y gastos y cómo ha evolucionado el fondo desde que comenzó a estar gestionado por el actual gestor.
Algunas precauciones más antes de crear una cartera de fondos. Si es un principiante, es posible que no disponga de un gran capital inicial. Si fuera así, puede comenzar con el «núcleo», con un fondo de bajo coste que replique un índice de gran capitalización o con un fondo mixto. Una vez que haya comprado el primer fondo para su cartera, puede ahorrar dinero para comprar su próximo fondo y continuar construyendo su cartera.
La antigua forma de asignación de activos era «invertir de acuerdo con su edad», donde la edad es el porcentaje de bonos en cartera. Por ejemplo, a los 40 años, la asignación de activos sería de 40% en bonos y 60% en acciones. Pero la longevidad ha cambiado esto y esta estrategia de asignación de activos no es ya tan válida como antes.