El rebalanceo o reajuste de una cartera es el proceso mediante el cual un inversor restaura su cartera al objetivo de asignación definido al trazar su plan de inversión. Por medio de este reajuste, la cartera recupera la combinación de activos deseada. Esto se consigue reinvirtiendo los beneficios que se obtienen de algunas de las inversiones de rendimiento superior y asignándolos a activos de bajo rendimiento, pero con potencial de recuperación.
El objetivo principal del reajuste de la cartera es establecer un mejor control de riesgos, buscando que la cartera no dependa únicamente del éxito o fracaso de una inversión, tipo de activos o categoría de fondo en particular.
Supongamos que invirtió 1.000 euros en el fondo A y otros 1.000 euros en el fondo B en enero de 2019. A finales de año, su inversión de 2.000 euros se ha duplicado y se ha convertido en un patrimonio de 4.100 euros. Debido a las fuerzas del mercado, puede suceder que ambos fondos no funcionen por igual. Así, mientras que sus participaciones en el fondo A ahora suman 1.700 euros al final del año, el fondo B le devuelve 2.400 euros.
Cuando comenzó su inversión, ambos fondos tenían el mismo peso, pero después de un año, uno de los fondos dominó su cartera con aproximadamente un 60% de participación. Si en los próximos años este fondo funcionara mal, sus inversiones verían un giro a la baja en muy poco tiempo.
El rebalanceo, o reajuste, funciona como una estrategia que minimiza el riesgo para el inversor. Le permite alinear su inversión con sus objetivos, reequilibrando periódicamente su cartera. Si su tolerancia al riesgo o sus estrategias de inversión cambian, puede volver a ajustar la ponderación de la clase de activos fijos en su cartera reequilibrando y diseñando una nueva asignación de activos.
Cuando se invierte en fondos, básicamente se está invirtiendo para lograr un único objetivo a través de varios vehículos. Así que cuando se reajusta, el cambio debe afectar a todos estos fondos al mismo tiempo.
Cinco pasos para reajustar la cartera
Paso 1: En primer lugar, es importante tener un plan de asignación de activos teniendo en cuenta ingresos, situación familiar, patrimonio o el tiempo que estima que le queda hasta su jubilación, entre otros factores. De acuerdo con este marco, se crea un marco de asignación de activos. En esta tarea puede pedir ayuda a un asesor financiero que le oriente teniendo en cuenta su situación personal.
Paso 2: Debe evaluar su asignación actual de activos identificando dónde y cómo se colocan sus inversiones actuales en acciones, efectivo, bonos o cualquier otra forma de inversión. Después de este análisis, realice un análisis comparativo del objetivo de asignación de activos y su estado actual y, en consecuencia, realice ajustes.
Paso 3: Trace un plan de rebalanceo o reajuste si su objetivo de asignación de activos no se alinea con su cartera actual. Este paso del proceso de reequilibrio puede parecer un poco intimidante, puesto que es necesario decidir qué valores mantener y en qué porcentajes. Puede también necesitar el consejo de un asesor financiero experto para tomar esta decisión.
Paso 4: Tenga en cuenta las implicaciones fiscales, especialmente en las ganancias de capital. Esto aplicaría especialmente a los valores individuales, pero no al traspaso entre fondos de inversión, ya que no se tributará por las plusvalías generadas a menos que se reembolsen todas o una parte de las participaciones.
Paso 5: Revise su cartera al menos una vez al año o incluso cada seis meses para evaluar su posición, pero no efectúe reajustes a menos que observe que las asignaciones se están desviando del objetivo marcado de forma significativa.
El rebalanceo o reajuste de cartera puede conllevar algunos costes,en el caso de fondos de inversión, asegúrese de que no hay ningún coste por traspasos entre distintos fondos.
El reajuste de una cartera consiste básicamente en identificar y aplicar un sistema que funcione mejor para usted como inversor. Por eso no debe adoptarse una solución que funciona bien para otra persona. Al mismo tiempo, también implica revisar y realizar ajustes informados, teniendo en cuenta impuestos y otras posibles consecuencias de su decisión de inversión.