La expresión «asignación de activos» se refiere a la diversificación de inversiones entre una variedad de diferentes tipos de activos. Puede servir de ayuda para proteger la cartera de un inversor de grandes pérdidas.
Un activo puede ser cualquier cosa, desde la casa en la que vivimos hasta los derechos de autor por un libro que hayamos escrito. Sin embargo, en el entorno inversor la asignación de activos se refiere generalmente a efectivo invertido directamente en los mercados de capitales. Veamos por qué la asignación de activos desempeña un papel clave en la estrategia de inversión.
¿Qué es la asignación de activos?
Asignar activos significa distribuir el dinero a invertir entre diferentes activos financieros como acciones, bonos y efectivo o equivalente. Cada uno de estos activos responde de manera diferente a las diferentes tendencias en el mercado, por lo que tener una combinación de ellos en la cartera puede ayudar a minimizar las pérdidas durante una etapa de recesión del mercado.
En general, cuanto más joven sea el inversor, mayor será el porcentaje de acciones que debería incluir en su cartera, ya que tiene un período de inversión más largo para compensar posibles pérdidas y es un hecho que el mercado de valores generalmente ha tenido una tendencia alcista a largo plazo. Los inversores más experimentados podrían tener un mayor porcentaje de títulos de renta fija, con lo que podrían depender más de rentas regulares que de las revalorizaciones de las acciones.
La asignación de activos es un componente clave de cualquier estrategia de inversión. Una cartera debe estar diversificada y la forma en que se asignen sus activos determinará parcialmente su grado de diversificación.
Tipos de clases de activos
Cada clase de activo ofrece diferentes grados de riesgo y recompensa. Las tres clases de activos más comunes, de menor a mayor riesgo, son:
Efectivo: el activo de menor riesgo, si bien su rendimiento es negativo una vez que se ha descontado el coste de la inflación. Los fondos del mercado monetario y los certificados de depósito están en esta categoría.
Bonos: hay muchos tipos de bonos, pero todos son inversiones de renta fija. Los más seguros son los bonos del Tesoro o bonos soberanos, que están garantizados por el gobierno y ofrecen un rendimiento ligeramente más alto que el efectivo. Los bonos regionales, o autonómicos, y municipales ofrecen un riesgo y una recompensa ligeramente mayores. Los bonos corporativos ofrecen una mayor rentabilidad, pero un mayor riesgo de impago. Esto es especialmente cierto en el caso de los bonos basura. Conviene también incluir bonos internacionales y de mercados emergentes, además de los nacionales.
Acciones: su riesgo es mayor que el de los bonos porque se puede llegar a perder el 100% de la inversión. Con el tiempo, sin embargo, las acciones ofrecen el mayor rendimiento superando por lo general a la inflación. Dentro de las acciones, hay tres subcategorías por su volumen de capitalización: pequeña, capitalización y gran capitalización. Como en el caso de los bonos, conviene tener algunas acciones internacionales y de mercados emergentes, así como nacionales.
Hay algunas otras clases de activos que también se deben considerar:
a) Inmuebles: incluye propiedades de inmuebles para alquilar, inversiones en una sociedad cotizada inmobiliaria (SOCIMI o REIT en el mercado anglosajón) o en un fondo inmobiliario indirecto, que invierta en compañías relacionadas con el sector inmobiliario. Las opiniones difieren entre los expertos en cuanto a si incluir o no la casa dedicada a vivienda, si se es propietario de ella.
b) Derivados: ofrecen el mayor riesgo y también el mayor rendimiento potencial. Pero hay que tener en cuenta que se puede perder incluso más de lo que se invierte.
c) Materias primas: el riesgo puede variar, porque hay muchos tipos. Sin embargo, la mayoría de los inversores deberían invertir en este tipo de activo indirectamente, a través de un fondo de inversión. En general, se recomienda que no tener más de un 10% de la asignación en oro.
d) Divisas: conviene diversificar entre dólares y euros, ya que cuando uno está débil el otro está fuerte, y viceversa. La estadounidense y la europea son dos economías aproximadamente del mismo tamaño, por lo que compiten entre sí en el mercado de divisas.
¿Cómo funciona la asignación de activos?
Veámoslo con un ejemplo. Supongamos que Ana es una joven inversora que decide invertir 10.000 euros. Ana decide distribuir su dinero en una combinación de tres tipos de activos: acciones, renta fija y efectivo. Primero, decide asignar el 60% de su dinero a acciones. Además, divide esta cantidad entre grandes empresas, como Coca-Cola y Reebok, y pequeñas empresas de las que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar, llamadas de ‘pequeñas capitalización’. Ana compra 4.000 euros de acciones de compañías de gran capitalización y 2.000 euros de compañías de pequeña capitalización. A renta fija, Ana le dedica 3.500 euros, aproximadamente un 35%, divididos uniformemente entre letras del Tesoro y bonos autonómicos o municipales. Los 500 euros restantes los guarda en efectivo, en una cuenta del mercado monetario.
En líneas generales, cuando el mercado llegue a la próxima e inevitable recesión, Ana estará mejor protegida contra una gran pérdida debido a sus inversiones en bonos, que no son tan volátiles como las acciones. Pero cuando el mercado de valores despegue, la gran parte de su cartera que está invertida en acciones tendrá un buen comportamiento.
Asignación de activos y objetivo
El porcentaje que se debe asignar a cada activo depende de tres factores:
Objetivo de inversión de cada inversor: ¿Está planeando la jubilación, ya se ha jubilado o está ahorrando para un pago inicial de una casa?
Horizonte temporal: ¿Cuánto tiempo pasará antes de que necesites el dinero?
Tolerancia al riesgo: ¿Puede soportar ver cómo sus inversiones se desploman a veces sabiendo que, a largo plazo, recibirá un mayor rendimiento?
Objetivos, horizonte temporal y tolerancia al riesgo determinarán el modelo que debe utilizar cada inversor. Si puede tolerar un riesgo alto para obtener también un rendimiento alto, asignará un mayor porcentaje a acciones y fondos de renta variable. Aquellos con una tolerancia baja al riesgo favorecerán los bonos y los fondos de renta fija o monetarios. Los que tengan una tolerancia al riesgo cero, o que necesitan su dinero dentro del próximo año, deberían tener un mayor porcentaje de efectivo.
Asignación de activos y diversificación
Aunque la asignación de activos es una parte crítica de la creación de una cartera diversificada, no es exactamente el mismo concepto que la diversificación. Se puede asignar el capital a varios tipos de activos sin diversificar adecuadamente esas inversiones. Por ejemplo, si las acciones de una cartera están concentradas en tan solo unas pocas compañías de gran capitalización, no se está diversificado adecuadamente para obtener un retorno óptimo. Diversificar una cartera significa cubrir muchos niveles diferentes de riesgo y rendimiento con diversas inversiones. La asignación es una forma de hacerlo, pero siempre se debe ir un paso más allá para diversificar dentro de cada clase de activo.
Por qué es importante una asignación adecuada
La asignación de activos basada en una estrategia de inversión individual es lo que casi todos los inversores considerarían una buena práctica. Incluso los multimillonarios y los inversores institucionales pierden dinero con alguna de sus inversiones, pero al estar razonablemente protegido, no se verán perjudicados significativamente por una única inversión mala.
Un equilibrio entre renta variable, renta fija e instrumentos de efectivo también es importante, porque es una estrategia que permite movimientos macroeconómicos más allá del horizonte de un inversor. Una asignación adecuada cuenta con ‘margen de protección’ en el caso de que haya fluctuaciones en las divisas o movimientos geopolíticos significativos, aportando al inversor una red de seguridad contra caídas a gran escala.