La situación actual en Europa ha llevado a muchos expertos a hablar de la llegada del otoño y el invierno como una época muy oscura para las economías de la zona. Las consecuencias derivadas de fenómenos como la inflación, la guerra de Ucrania y Rusia o bien situaciones políticas y económicas específicas en países como Italia o Alemania, auguran la llegada de un periodo con poder para acabar con la tendencia de recuperación que algunas economías estaban teniendo después de la pandemia, como es el caso de la española. Si bien estas previsiones pueden producir alteraciones, “son especulaciones, ya que nadie puede predecir lo que sucederá”, tal y como afirma la profesora de Control de Gestión en TBS Education – Barcelona, Wafa Khlif.
Concretamente, la inflación no nos da una tregua y sigue alcanzando niveles no vistos en décadas. De manera sigilosa pero decisiva va comiéndose nuestro poder adquisitivo y nuestros ahorros. Lo que empezó siendo un repunte puntual ha acabado siendo algo estructural y parece que, aunque no a niveles tan altos como los actuales, permanecerá durante un tiempo.
Aunque el último dato de inflación en España ha reflejado una bajada de cuatro décimas, situándose en el 10,3%, los niveles siguen siendo elevados y la inflación subyacente (aquella que no tiene en cuenta alimentos elaborados ni productos energéticos) se sitúa en el 6,4%. En la zona euro, la inflación también se mantiene al alza, en agosto sorprendió con nuevos máximos, al situarse en el 9,1%.
Pese a todo, algunas fuentes prevén un descenso de esta inflación considerando que ya ha podido alcanzar su pico. Según el centro de análisis e investigación económica y social Funcas, la previsión de inflación en España para septiembre será del 9,6%, mientras que la de octubre y noviembre será del 8,8% y la de diciembre, de un 7,9%. Además de la inflación, la guerra de Ucrania y Rusia trae también consigo una posible crisis energética, que se explica, además de por una demanda que no puede ser cubierta, por la reducción de suministro que está haciendo Gazprom, que es la principal productora mundial de gas natural. Su reciente amenaza con cortar el gas puede significar diferentes consecuencias en función del país. En general, implicaría un aumento de la inflación y, por lo tanto, modificaciones en las políticas del Banco Central Europeo (BCE), hecho que podría alterar negativamente el crecimiento de la economía española. Como consecuencia, es probable que se den situaciones como una bajada del consumo (fruto del elevado coste de los bienes) y aumento del desempleo, fenómeno que se asocia tradicionalmente a una mayor inflación.
Lo que está claro es que hemos dejado atrás la época de inflaciones bajas y, por la tanto, de tipos de interés cercanos a cero, configurándose un nuevo escenario económico. Debemos adaptarnos a él y aprender a convivir con esta tijera imparable que es la inflación, porque lo cierto es que, según explica José Manuel Marín, ceo de Fortuna Asesores, ha venido para quedarse. Sin embargo, el experto no culpa a la guerra en Ucrania, sino que considera que el “origen está en el lado de la oferta y no en el de la demanda”.
Aunque sí señala que la guerra ha servido de acelerador, por lo que no cree que vayan a tener un impacto notable las medidas de subidas de tipos y reducción de la masa monetaria en circulación de los bancos centrales mientras que no se arregle.
Concretamente, Marín localiza cuatro puntos clave que han colaborado a que la inflación vuelva a nuestras vidas. En primer lugar, la dependencia energética del gas o el petróleo ruso en Europa; seguido de la concentración de la producción de trigo mundial en Rusia y Ucrania; la deslocalización de la producción fuera de China por proveedores locales; y los cuellos de botellas en la cadenas de producción por falta de componentes.
¿Qué podemos hacer cómo ahorradores?
Ya sabemos que la inflación no es pasajera y que seguirá en niveles altos, por lo que si queremos proteger nuestros ahorros de la pérdida de poder adquisitivo debemos ponerlos a trabajar e invertirlos. En este sentido, Marín recomienda a los inversores seguir 10 pasos.
1. Deshacer posiciones en renta fija buscando compensar ganancias con pérdidas.
2. Buscar protección en el activo refugio por excelencia en el mundo, el oro.
3. Trabajar el medio-largo plazo, dejando de lado el vertiginoso corto plazo.
4. Buscarle un sentido a la inversión: para qué y con quién voy a emplear/gastar ese dinero.
5. Hacer aportaciones extraordinarias para aprovecharme del cost average.
6. Entrar el mercado a través de aportaciones periódicas en vez de aportaciones únicas.
7. Deja hacer a la máquina del efecto del interés compuesto que lo único que necesita es tiempo para trabajar en pos de nuestros intereses.
8. Momento de hacer análisis de fundamentales, value vs growth.
9. Gestión activa para tener a tu lado un aguerrido marino mercante que sepa surfear las olas.
10. Diversificar, diversificar, diversificar.