Burdeos, Borgoña, La Toscana y el valle de Napa son destinos de turismo enológico de fama mundial, lugares en los que paisajes espectaculares se mezclan con vinos verdaderamente excepcionales. Gracias al actual boom que experimenta este tipo de turismo, en la actualidad no es necesario sacrificar lujo para disfrutar de lugares menos frecuentados. En Chile, Alexander Vik, empresario de origen noruego, se propuso producir el mejor vino de América Latina.
En 2004, reunió a un equipo de enólogos, climatólogos, geólogos, viticultores y agrónomos en busca del mejor terroir y unas condiciones meteorológicas óptimas, primero visitaron Argentina y despúes Chile, donde dos años más tarde, adquirió unas 4.300 hectáreas en el valle de Millahue, en un paraje conocido por los indígenas como “Lugar de oro”.
Así, nació Viña Vik, un resort de lujo que combina naturaleza, con arte y diseño de vanguardia, con un ambicioso vino tinto. El viñedo y la bodega llegaron primero, con la ayuda de Patrick Valette, un franco chileno con una larga experiencia en viñedos en la región de Burdeos, consiguieron producir su primer vino. El resultado fue tan bueno que no dudaron en empezar a construir la bodega y el hotel.
El hotel fue proyectado por el arquitecto uruguayo Marcelo Daglio y recoge obras del artista alemán Anselm Kiefer, del pintor chileno Roberto Matta y del diseñador holandés Marcel Wanders, entre otros artistas. Dispone de 22 habitaciones de lujo con una pared acristalada con vistas a los viñedos.
A pocos kilómetros del hotel, en el corazón de Viña Vik, se encuentra la bodega, obra del arquitecto chileno Smiljan Radic, con una explanada de cemento ondulado y enormes piedras que simulan esculturas, bañadas por una corriente continua de agua, que ayuda a enfriar las bodegas. En ellas se realiza todo el proceso de creación del vino, que se elabora con uvas Cabernet Sauvignon, a las que se le agregan diversos porcentajes de Carménère, Merlot, Syrah y Cabernet Franc.